Mujica y la muerte de los presidentes. Rúben H. Díaz
06.10.2025
Mi hermana, amiga y admiradora de Mujica, me acaba de enviar una foto que se publico en estos días donde aparezco en la Cámara de Diputados sentado casualmente cerca de él. Es la segunda vez que me ocurre. Cuando murió Jorge Batlle también me sucedió algo parecido.
"El País" quiso presentar una foto en la que estuviera con Sanguinetti. Allí me toco también aparecer. Además de ellos había tres personas más, Alvarado, periodista de Acción y Secretario de la banca de Senadores de la lista 15, un señor que no conozco ni el nombre y yo.
Hablar de los Presidentes cuando mueren no es mi fuerte. Me cuesta y me molesta. Si uno los elogia, salen a decir que es un adulón, si los critica, que no se respeta ni la muerte. En fin, me parece incómodo.
De Jorge ni quise hablar, o poner alguna línea en mi sitio de facebook cuando falleció. Tenía tanto que decir que preferí no decir nada. Por supuesto que a nadie le importa lo que uno puede señalar, pero el tema es que a uno si.
Cuando murió Mujica me llamo la atención la falta de profesionalidad con que se organizaron las exequias. Y creo que fue un error para el país. Mujica constituyo, y es lo más notable de su existencia, no es poco, es mucho, un hombre que estuvo en la consideración de la sociedad global en determinados momentos. Fue sin duda el uruguayo que a lo largo de la historia tuvo mayor notoriedad. Me parece que ese es un dato de la realidad, guste o no guste. Todo el mundo sabía que se iba a morir, por su enfermedad, vinieron solo dos jefes de Estado del Exterior. Le despidió un grupo de ciudadanos que pudo haber sido mucho mas grande si se le hubiera convocado para el entierro como correspondía. No hay derecho a desperdiciar una oportunidad de ese tipo, por el fallecido y el país.
En mi modesta actividad en el sector público, me saque veintidós dos fotos con Jefes de Estado o de Gobierno, en ejercicio de su función o después de las mismas. Solo dos son casuales, esta con Mujica y otra, hace pocos meses, con Alvaro Uribe, con el que coincidimos en un vuelo de Cali a Bogotá. Todas las demás fueron por presencia en actos protocolares o eventos de trabajo.
Hay dos fotos que no me saque y me sigo lamentando. Una con César Gaviria, para mi un gran Presidente de Colombia. Cuando se repasa todo lo que hizo y logró, es imponente. Lo visite en Washington, siendo el Secretario General de la Organización de Estados Americanos y yo ejerciendo la Presidencia de la Comisión de Puertos de esa institución. La otra, en oportunidad de Presidir una delegación del Parlamento del Mercosur a Rusia. Almorce entonces junto a los integrantes de la delegación, con el Presidente de la Duma, el Parlamento de Rusia. Un sitio con un valor simbólico innegable.
Es bueno que los países tengan este tipo de liturgias. La política internacional también. Representan sucesos que jalonan la historia, y de alguna forma, constituyen hitos que provocaron o fueron decisivos en el devenir de nuestra sociedad.
La foto que aparezco en la Cámara de Diputados cercano a Mujica es de cuando este fue por primera vez legislador. Durante la segunda Presidencia de Sanguinetti (1994-99). Cuando el tupamaro se presento en el recinto legislativo en motoneta con Lucia, como se ha contado muchas veces. No pidió permiso, y en poco tiempo era una voz que se escuchaba. Una voz molesta, complicada, que nadie podía limitar o contener. Por entonces, justo es decirlo, muchos legisladores de su coalición, no se sacaban fotos en eventos sociales con él, tenían reservas de aparecer a su lado en medios de prensa. Así es la vida. A Pablo Millor y quienes éramos cercanos a él, nos pasaba lo mismo del otro lado. Para poder tener polémicas en medios de difusión, empezaron a darse participantes de los dos grupos. Y entonces, por ejemplo, tuvieron gran impacto los duelos en televisión o radio entre Fernández Huidobro y Millor. A mí me toco dos veces medirme con Mujica en radio. En una oportunidad en Radio Sarandi, que recuerdo perfectamente, fue cuando Fidel Castro dijo que había dado preparación militar en Cuba a los tupamaros.
El hecho, cosas de la política, es que por entonces ellos y nosotros, el MPP y el sector de Millor, no gozábamos de la amistad de los que hacen culto de la política formal y sin errores. En fin, los de la "corrección" que termina por no asumir ninguna posición que pueda ser "incorrecta". Es decir, los acomodados de siempre, los que nunca se juegan por nada.
Recuerdo muy bien a ese Mujica Diputado, desde donde sento las bases para culminar luego nada menos que como Presidente de la República. En ese sentido me saco el sombrero. En lo demás, no me creo dios para juzgar a la gente.
Rúben H. Díaz
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias