Murió Vargas Llosa, hora de pasar raya. Ruben H. Díaz
18.04.2025
Tal vez fue el aporte más importante que hizo América Latina a la humanidad, el boom hispanoamericano de los años sesenta. La muerte de Vargas Llosa, uno de los grandes literatos del idioma español, nos ubica frente al personaje en sus dos perspectivas, la de su creación y la de su generación. Ambas inmensas.
Por primera vez la obra literaria del continente se conocía en los más remotos rincones del planeta, en traducciones que se hicieron en todas las lenguas vivas. Son clásicos porque son modélicas, y sin duda tendrán actualidad a través de los tiempos. Surgen del terruño, y llegan a la globalidad. Desde la inmensidad de los Andes (Vargas Llosa) al realismo mágico (García Marquéz) del Caribe. Que se reunió en Paris. La gran capital. No solo de la revolución, sino también de alguna forma , de la civilización judeo cristiana. Allí los alemanes, por ejemplo (aunque fue en Versalles realmente) se hicieron Estado. Los iberoamericanos nos sentimos uno a través de una generación literaria. Que se nutrió de un pasado que comienza con el modernismo, expresión refleja de la generación del 98 española, con José Enrique Rodó (prosa) y Ruben Darió (poesía).
Mucho se ha escrito de la generación del "boom". También de Vargas Llosa. Quiero sin embargo ubicarme en el momento que ese grupo imponente, tuvo que pensar desde lo ético, y se fracturo en dos partes. Si se quiere, tres, por el caso Padilla.
Es que hubo dos acontecimientos principales, que desde estas comarcas marcaron al mundo en esos tiempos, tan revueltos como fermentales y decisivos en la peripecia de la humanidad y su destino. El "boom" y la revolución cubana. Fueron tan fuertes y explosivos, que ni la guerra de Vietnam, la crisis de los misiles, el 68 de Paris, los Beatles y el proceso de descolonización pudieron opacarlos.
La revolución cubana salvo a la revolución rusa. O mejor dicho a la URSS. Que a fines de los cincuenta estaba en franca retirada. Muerto Stalin, prodigio de estadista, el único que pudo hacer funcionar (claro que con la fuerza y el Ejército) lo que es imposible que funcione, el socialismo leninista, la URSS se venía abajo, Perdía mística y potencia. Nikita había intentado cambiar, en forma tímida, y tuvo que dedicarse a un continuismo sin solución de futuro.
Arciniegas (literato y pensador colombiano) tuvo un momento de reflexión sobre la importancia de América en Europa luego de la conquista. Fue claro y preciso. "Sí será trascendente para Europa América, que Rusia, un país central, tenga como bebida nacional el vodka, un destilado de la papa, oriunda de los Andes". Es decir América cambió Europa hasta en sus regiones más remotas.
Esos dos hechos iberoamericanos, el "boom" y la revolución cubana influyeron en la globalidad, pero al final no produjeron los auspicios esperados. Fue el caso Padilla, el que definió las opciones. Separo las aguas. Marco las conductas e implosiono el proceso.
Padilla era un homosexual poeta. No muy exitoso. Termino perseguido por el machismo de la revolución y fue maltratado en prisión, para que hiciera una declaración retractándose de sus quejas al régimen. Seamos precisos, una versión caribeña del stalinismo.
Ante esa situación, a Plinio Apuleyo Mendoza, un periodista muy cercano a los miembros del "boom", en particular García Márquez, escribió una declaración de condena. Allí se produjeron tres situaciones distintas, pero que son muy importantes, en la medida que revelan actitudes y conductas. Vargas Llosa firmó y se mantuvo firme. Cortazar (el otro grande del boom, y el único que no tuvo Nobel) firmó y se arrepintió varias veces. A García Márquez lo pusieron como firmante y no había firmado. Retiro esa firma.
Lo cierto es que la década del sesenta, fue muy importante, se pensaron y decidieron asuntos trascendentes. Pero al final del cuento allí hubo un pecado capital, se olvidaron de la libertad y la democracia. El "boom" quedó en un hecho literario de primera magnitud. La Revolución Cubana languidece entre el fracaso y el conformismo y el mundo sigue andando.
Se nos fue Vargas Llosa. Es lo de siempre. Al final los humanos mueren. Para mi, el jefe de la tribu. El de convicciones propias, de acuerdo a su propia peripecia de vida, a las que no defraudo nunca.
Rubeh H. Díaz
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias