Murió de cáncer y de amargura Gustavo "Tato" Olmos. Esteban Valenti

23.09.2025

Hay pequeñas cosas que te hacen sentir orgulloso: cuando salí a defender al "Tato" Olmos, contra las acusaciones miserables de su suplente en la Cámara de Diputados y posteriormente del linchamiento en las redes, de varias frenteamplistas, incluso dirigentes de su comisión de mujeres, me sentí muy bien.

No solo porque defendí a una persona, también un compañero, buena gente, generoso, trabajador, con una larga trayectoria militante, apreciado por la inmensa mayoría de los que lo conocimos, sino porque defendí el principio de la justicia y me enfrenté al linchamiento. Contra el linchamiento por cualquier motivo, impulsado por los fanáticos, que están siempre detrás de ese horror.

La justicia, donde se tramitó la denuncia infame de Martina Casas, le dio dos veces la razón a Olmos, cuando la fiscalía archivó la denuncia de la suplente, en junio del 2025, y cuando un mes después, en junio del 2025 la Justicia resolvió rechazar el pedido de la defensa de la exdiputada suplente del Frente Amplio Martina Casás para que se reexamine la denuncia que radicó contra quien fuera el titular de la banca, Gustavo Tato Olmos, por acoso sexual. Dos veces.

Pero el daño y el linchamiento estaba hecho y le arruinaron la vida, la carrera política, y estoy seguro de que influyó en el proceso de su cruel enfermedad. Se murió de cáncer a la lengua, y me cuesta incluso escribirlo, es un horror, pero también de tristeza, de amargura.

Ayer lo enterramos, había mucha gente, dirigentes de su sector político, el presidente del Frente Amplio y varios dirigentes, el intendente de Montevideo, Mario Bergara, y muchos amigos y compañeros de su larga trayectoria militante desde la fundación de la ASEEP-FEUU. Varios parlamentarios de todos los partidos se refirieron con respeto y hasta cariño por el "Tato".

Escribí un breve twitter, lo menciono porque junto a muchas muestras de cariño y recuerdos por el "Tato" hubo unos pocos miserables que siguieron con su prédica de inquisición, de quemar en la hoguera, aunque se comprobó que no cometió ninguno de los acosos, ni laborales ni sexuales que la Casas quiso utilizar, también para reclamar plata. Esa era la grandeza de esta persona.

La justicia archivó dos veces el caso, porque no había ninguna prueba de abuso, es más, el Tato que era demasiada gente, tenía pruebas de todo lo contrario y no quiso utilizarlas.

Las y los miserables que se alinearon en este intento de linchamiento están calladas, pero este es algo más que un episodio, todos sospechamos que se han utilizado en otras circunstancias y son la negación de cualquier sentido democrático, republicano y ni que hablar de izquierda.

La izquierda cuando resbala por el tobogán del fanatismo por cualquier causa, cuando lincha, no solo les arruinó la vida a personas inocentes, además niega los derechos básicos a la justicia, es decir, al funcionamiento de la democracia.

No solo es una inmundicia, un insulto a una persona, es una agresión a todos nosotros los que repudiamos esos métodos.

Esteban Valenti
2025-09-23T11:08:00

Esteban Valenti.

Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.suplementobitacora.net) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).