Necesito sentirme orgulloso. Esteban Valenti

25.06.2025

Cuando el mundo vive su situación más dramática desde 1945, hace 80 años. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial con decenas de millones de muertos y mutilados y con un mínimo de sensibilidad, incluso los inconscientes, los irresponsables aislados en sus pequeñas vidas, sienten que nos acercamos a realidades sin retorno, yo necesito certezas, necesito sentirme seguro y orgulloso de los míos.

Cuando veo obligatoriamente todos los días los rostros martirizados, sufridos de los niños en Gaza y recuerdo esos mismos gestos en niños, mujeres y hombres en los trenes de la muerte, en los campos de concentración, en los guetos, necesito humanismo en serio no especulación diplomática.

No podía, no debía haber neutralidad o tibieza ante el holocausto de los nazis, ante la masacre en China por los japoneses o a las salvajadas de los italianos en Etiopia, en Somalia.

Fuimos débiles, tardamos demasiado y la humanidad pagó un precio enorme no solo en muerte y destrucción, sino en deshonor, en retrocesos insuperables en la civilización, en la cultura.

El horror es el mismo, la impunidad de los asesinos, la responsabilidad de los asesinos es la misma, la diferencia es que su máquina de comunicación ha superado ampliamente a Goebbels y sus alumnos.

Una enorme maquinaria política informativa, movida por un lobby mundial y sobre todo por la degradación de la cultura de la vida, del respeto elemental por los derechos humanos y por la mínima observancia de las normas internacionales, le da cobertura a este momento trágico.

La mentira ha penetrado tan hondo, que un pueblo culto como Israel acepta el relato de un genocida, un delincuente procesado por la justicia de su país y por la Corte Penal Internacional como Benjamín Netanyahu. El mismo, que en el parlamento de Tel Aviv declaró que había que apoyar a Hamás para evitar que exista Palestina.

El mismo delincuente que sabía perfectamente del ataque del 7 de octubre porque era parte fundamental de su plan. Por eso, los terroristas penetraron 30 kilómetros y la reacción israelí demoró 12 horas. Medios internacionales ya lo han denunciado reiteradamente, el Mosad y las FDI sabían todo. Era su plan.

Y ahora, luego de asesinar cobardemente a 70 mil habitantes de Gaza, más del 90% de civiles y casi 20 mil niños, dio un paso más, bombardeó Irán, mientras sigue asesinando todos los días en Gaza, exterminando, matando de hambre y de sed, destruyendo 36 hospitales. 

Irán es un régimen odioso, eclesiástico, fanático, no muy diferente a Arabia Saudita y otros países árabes, pero no es aliada de occidente, así que Trump preparó durante meses un bombardeo con la intervención de 165 aeronaves, siete bombarderos B2, los más modernos de su arsenal, con el argumento de frenar la construcción de una bomba atómica. La misma arma que Israel tiene en 200 variantes. Pero, además es falso, le faltaban varios años si se proponían ese objetivo. 

Trump decidió dar una muestra de que es capaz de todo ante todo el mundo, demostrar que sin permiso de su parlamento puede atacar a Irán, a Panamá, a Groenlandia y quien sea. Tiene los medios y el desenfreno necesario.

Y nosotros estamos muy "preocupados" por este ataque y sus potenciales, consecuencias. ¿Y?

¿Esos son nuestros principios, la muestra de nuestra indignación y nuestra responsabilidad, ante nuestra historia y nuestras tradiciones?

Hay momentos donde se define sin escapes las páginas de nuestra identidad como país, como sociedad, como Estado.

Esteban Valenti
2025-06-25T07:03:00

Esteban Valenti.

Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).