Nunca hubo una guerra buena. Ernesto Kreimerman

22.06.2025

 

Nos ha tocado vivir un tiempo tan maravilloso de invenciones y tecnología como brutal y mezquino, concentrador ya sea económicamente como de poder, donde los desarrollos de la ciencia y la búsqueda constante de mejores condiciones para el desarrollo de una sociedad que avanza en la profundización de sus valores democráticos, nos estimulan a soñar que es posible una sociedad más integrada y equilibrada, para avanzar en derechos y en nuevos equilibrios para legar una sociedad más plena para las generaciones que nos han de suceder. Es tiempo del "reemplazo de lo viejo por lo nuevo", de revitalizar en sentido positivo una ley universal, eterna e ineludible. Dentro de esa realidad asoma la contradicción entre lo nuevo y lo viejo, origen de luchas sociales, de tensiones y nuevos equilibrios. Como parte de estas luchas en constante evolución, marchas y contramarchas, hay un momento en que lo nuevo logra predominar sobre lo viejo, al mismo tiempo, esa cosa vieja se trasmuta cualitativamente en otra cosa diferente, nueva, a resueltas de esa misma dialéctica transformadora. Así, se puede concluir que la naturaleza de una cosa es determinada fundamentalmente por el aspecto principal de su contradicción, el que ocupa la posición predominante. Al cambiar dicho aspecto, cambia en consecuencia la naturaleza de la cosa.

Un tiempo de violencia y de concentración

Aunque hay diferencias entre los centros de análisis y debate, se estima que en este mismo momento hay en el planeta entre 56 y 61 conflictos militares, incluidas guerras civiles. Según un reciente informe del Peace Research Institute Oslo, PRIO, se han registrado 61 conflictos en el 2024, con 129 mil muertes, lo que ha hecho del año pasado uno de los más letales desde el fin de la guerra fría. La invasión rusa de Ucrania acumuló sólo el año pasado 76 mil víctimas. En 2024 ocurrieron la mayor cantidad de guerras entre Estados desde 1987. Además de Ucrania y Gaza, se suman los conflictos entre Irán e Israel, Reino Unido/EE.UU. y Yemen, y Pakistán y Afganistán. También hubo más países con múltiples conflictos simultáneos: nueve países han tenido tres o más frentes de lucha dentro de sus territorios.

Crisis profunda

La crisis actual, que es global tanto por su amplitud y profundidad, precisa que las diversas corrientes del pensamiento y análisis económico desplieguen todos sus mecanismos analíticos y propositivos. Emerge claramente como un problema grave el decaimiento de las capacidades soberanas, especialmente del equilibrio de los tres poderes del Estado, frente a la agresiva concentración económica y de poder, así como de la invisibilización de sus localías. En Estados Unidos, Alaska, Nevada, Tennessee, Florida, Texas, New Hampshire, Washington, Wyoming, Delaware y Dakota del Sur son paraísos fiscales. La lista de paraísos puede variar de acuerdo con algunos criterios. Por ello, las listas varían de 24 hasta más de 60 territorios, en algunos casos países o simplemente territorios definidos. Al fin de la guerra fría, le sucedió un período de agotamiento de las partes y del todo, que como un tsunami arrastró lo que apenas hacía poco parecía firme e inconmovible. Una catarata algo desordenada pero estratégicamente coherente, con sus decisiones y su relato fue erosionando los organismos multilaterales, una ingeniería de equilibrios cuyo propósito era formular y reformular equilibrios en las asimetrías de poder político y económico. Con el correr de los años, a medida que se consensuaban nuevas aspiraciones, se fueron creando nuevas organizaciones bajo el paraguas de Naciones Unidas. El manejo de esas construcciones, motivadas por buenos y nobles propósitos, fueron signadas por contradicciones que no pocas veces dieron lugar a frustrantes derrotas.

Paz ahora

Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha reflexionado sobre la dualidad de la paz y la guerra. El concepto de paz como contraposición a la guerra tiene sus raíces en las primeras civilizaciones, donde las comunidades buscaban establecer armonía interna frente a los conflictos externos. En la antigua Mesopotamia, por ejemplo, los tratados de paz reflejaban el deseo de evitar los estragos de la guerra. En las culturas grecorromanas, la paz era entendida como una condición ideal que debía conquistarse tras los conflictos bélicos. Pensadores como Aristóteles y Cicerón comprendieron la paz no solo como la ausencia de guerra, sino como un estado activo de justicia y equilibrio social. Este enfoque evolucionaría con el tiempo, y sería la paz un principio ético fundamental y un camino hacia la plenitud del espíritu humano.

Una utopía para los muertos

I. Kant, en su escrito más oportuno para releer en estos tiempos de crisis de los Estados es el tratado de "La paz perpetua". Por entonces, el mundo se conmocionaba por los enunciados de la Revolución Francesa, lo que comprometía a los filósofos en sus reflexiones sobre las nuevas relaciones mundiales. La paz era casi una utopía de los muertos. "Ningún Estado debe inmiscuirse por la fuerza en la constitución y el gobierno de otro Estado", señala Kant. Y sigue: "La intromisión de potencias extranjeras siempre será una violación a los derechos de una nación libre que lucha con su mal interno. Inmiscuirse en sus pleitos internos sería un escándalo capaz de poner en peligro la autonomía de los demás Estados". Kant destacaba una constitución cuyos fundamentos eran tres: 1. principio de la "libertad" de los miembros de una sociedad (como hombres); 2. principio de la "dependencia" en que todos se hallan de una única legislación común (como súbditos); 3. principio de la "igualdad" de todos (como ciudadanos). Es la única constitución que nace de la idea del contrato originario, sobre el cual ha de fundarse toda la legislación de un pueblo. Habla de una constitución "republicana". Ésta es, pues, en lo que al derecho se refiere, la que sirve de base primitiva a todas las especies de constituciones políticas. Puede preguntarse: ¿es acaso también la única que conduce a la paz perpetua? Y para Inmanuel Kant, "la constitución republicana, además de la pureza de su origen, que brota de la clara fuente del concepto de derecho, tiene la ventaja de ser la más propicia para llegar al anhelado fin: la paz perpetua".

Paz ahora y global

Kant aspiraba a que todos contribuyéramos a un estado de derecho público universal, no como una fantasía vana, sino para resolver sus avances como una aproximación progresiva hacia la paz perpetua. A pesar de que se cree que evolucionamos hacia sociedades más civilizadas, se siguen cometiendo crímenes que atentan contra los derechos humanos y el devenir de la historia lo demuestra. Paz ahora. Es urgente. Por la construcción ética que nos trajo hasta hoy. Para honrar la vida. Lo primero, lo inmediato, es una reacción activa por la paz ya, sin demoras. Es tiempo de poner las acciones en valor, en dignidad. Como nos lo marcara José Artigas, "la causa de los pueblos no admite la menor demora".

 

(*) Publicado originalmente en El Telégrafo, 22/06/2025. Reproducido con autorización expresa del autor


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2025-06-22T22:28:00

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