Octubre 10: día que los orientales ejercieron por primera vez su soberanía, y eligieron ser libres. Leonardo Rodríguez
10.10.2025
Hoy, 10 de octubre, conmemoramos una fecha que merece ocupar un lugar destacado en el calendario nacional. En 1811, en la histórica "Quinta de la Paraguaya", los orientales -traicionados por los pactos entre Buenos Aires y la corona española- se reunieron en asamblea y tomaron una decisión trascendental: elegir a José Artigas como su jefe. Abandonados a su suerte, decidieron no rendirse ante el poder colonial ni someterse a acuerdos que ignoraban su voluntad.
No fue una elección impulsada por ambiciones personales, sino por la voluntad soberana de un pueblo que se sabía libre y estaba dispuesto a defender sus derechos. "Yo no por mí, por ellos soy constituido jefe suyo", diría Artigas, sintetizando el espíritu de aquella jornada.
Ese acto fundacional inició un proceso político y social guiado por un ideario republicano, igualitario e inclusivo, en abierta oposición a los modelos elitistas y monárquicos que predominaban en la región. La elección del 10 de octubre fue un gesto de dignidad y coraje que trascendió fronteras, resonando en América y Europa.
Sin embargo, la fecha sigue sin ser reconocida oficialmente por ley.
¿Por qué ese silencio?
Tal vez por ignorancia, tal vez por desidia. O quizás porque el hermoso proyecto artiguista -con su timón soberano, motor propio y finalidad social- incomoda a intereses poderosos, tanto externos como internos.
También, sin duda, porque en materia de ideas vivimos un cambio de época desde fines del siglo XX.
Hasta los años 80, la modernidad nos ofrecía su aliento racional y optimista, una defensa de la igualdad y un horizonte de justicia. Pero desde los años 90, se impuso la llamada posmodernidad, marcada por el escepticismo, la fragmentación de los grandes relatos y el desencanto.
En esta nueva era, toda verdad se relativiza, se exalta la diferencia y se prioriza el interés individual. La política se convierte en espectáculo, donde lo escandaloso y efímero ocupan el centro, mientras lo esencial se oculta. Las utopías naufragan, y luchar por ideales parece cosa de ingenuos. El marketing reemplaza a la militancia, y la imagen sustituye al pensamiento.
Hoy, lo prudente y "políticamente correcto" parece ser ignorar a Artigas. En su lugar, se nos invita a conformarnos con gestionar y administrar.
Pero nosotros seguimos recordando y valorando aquella elección fundacional del 10 de octubre de 1811. Porque en ella, los orientales, con dignidad y coraje, patearon el tablero del viejo régimen y se atrevieron a imaginar y construir uno nuevo.
Hoy, más que nunca, necesitamos regenerar aquel espíritu. Es parte de la batalla cultural.
La pobreza infantil, la salud mental, la drogadicción: son todos problemas multicausales, sí, pero están profundamente ligados a la carencia de conciencia social, y a la falta de sentido y propósito colectivo que siembra la posmodernidad.
Por eso, recordar, educar y conmemorar aquellos hechos y aquella causa justa no es un acto nostálgico, sino una necesidad urgente.
Que nada ni nadie nos borre la memoria. Que el legado de Artigas siga vivo en cada acto de justicia, en cada gesto de libertad.
Que viva la esperanza ilustrada, los proyectos colectivos y la ética de lo público.
¡Que viva el Ideario artiguista y la soberana asamblea del 10 de octubre!
(*) Leonardo Rodríguez Maglio. Licenciado en Filosofía
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias