Orsi revela su estilo. Ruben H. Díaz

01.05.2025

Hay muchas formas de ser un buen Presidente para tener éxito. También es necesario siempre algo de suerte. Y que la personalidad coincida con una circunstancia que le permita desarrollar lo mejor de sus cualidades.

Me da la impresión que el momento y su propio carácter, pueda hacer que Orsi sea recordado cuando deje el cargo de buena forma. Por lo pronto ha demostrado que no es altisonante, pero si tiene firmeza, sentido común y coherencia. En su vida pública, le tocó dos veces tener que lidiar con problemas de conducta, en casos casi idénticos, realizados por políticos de su propia colectividad. Andrade y Cairo. Una vez en la Intendencia de Canelones y otra como Presidente.

En las dos oportunidades no hizo juicios de valor, pero decidió con serenidad y no dejó que el asunto quedará sin una sanción. Fue eficaz, preciso y firme. No agrando el problema, actuó y punto. 

A mí me empezó a llamar la atención en forma satisfactoria cuando en la ceremonia de asunción como Presidente de la República, fue enfático en señalar que no llegaba a la Primera Magistratura con criterio fundacional. Muy difícil es encontrar un Presidente de izquierda que haga una afirmación de este tipo y en forma clara y terminante. En un momento de euforia, cuando se logra un honor tan alto y sentido, es muy fácil caer en optimismos que luego terminan en crisis y hasta desastres.

Lo otro, yo lo veía con poca presencia a la hora de proponer acciones o políticas. También me preocupaba que no había un núcleo cercano personal, de amigos en cargos claves a los cuales recurrir como último consejo en un momento de crisis. Sin embargo esta demostrando otras cualidades que pueden ser muy útiles. Sabe escuchar y decidir. Sabe que tiene la última palabra y es él quien pone fin a los intercambios de ideas y confrontaciones. Sin gritos ni gestos elocuentes. Cuando decide, además, actúa en consecuencia y no vacila. 

Es un Presidente que administra. Que lidera desde la reflexión y la seguridad cuando decide. 

En un país con una institucionalidad tan firme y consolidada, una economía sana y robusta, tal vez es lo que corresponde. 

A veces los uruguayos no valoramos lo que tenemos. Porque casos como los de Andrade o Cairo, en otros sitios, ni siquiera llegan a la consideración pública. Recordemos situaciones de este tipo en Argentina y otros lugares de América Latina. O fuera de nuestro continente. Allí sí que existen casos de gravedad que muchas veces se comprueban pero terminan sin sanción. Con personas que muy pronto vuelven a la actividad pública y a posiciones de responsabilidad. 

En Uruguay, por suerte, es una tragedia no pagar impuestos a la propiedad. Por eso los jerarcas pierden su posición. Un motivo de orgullo.

En Uruguay las polémicas políticas en los medios de comunicación tienen poco rating. Cada vez menos. Es que en los grandes temas existen coincidencias sobre asuntos de Estado. No creo que en ningún otro país de América Latina, tal vez del mundo, pueda darle una situación en que algunos legisladores de la oposición digan que el Ministro de Economía podría perfectamente tener el mismo cargo si fueran ellos gobierno. Y resulta muy estridente, como ocurrió con Cairo, que una Ministra de Turismo dijera que iba a gastar todo lo previsto en el presupuesto y después iba a pedir más plata para hacer más obras. Lo que de entrada nomás dejo dejo claro que era absolutamente incapaz e incompetente para estar al frente de una cartera ministerial. El gran problema en nuestro país para los Ministros, es poder realizar toda la obra prevista y gastar los recursos votados. Los que lo logran reciben felicitaciones. Cairo fue una anomalía del sistema político e institucional de nuestro país. Luego lo remató todo en el primer mes de gestión, con el impago de impuestos. 

Por supuesto que este estilo de gobierno es bien distinto al que tiene Lacalle Pou. Porque posee otras  características. Es un Presidente de proposición y liderazgo. Que tiene en la cabeza al país. Y a sus vecinos en prácticamente todo el territorio nacional. Cada cual con lo suyo. 

A mi me parece, eso sí, que el país no está para las estridencias y fatalismos. Y que quien caiga en esos errores la va a tener muy difícil dentro de cinco años. Aunque no es tiempo de predicciones. Falta mucho. Me da la impresión que la gente participa poco en política. Las campañas electorales están resultando aburridas, y los programas políticos en los medios también. Pero esto no es una actitud de protesta, sino de satisfacción. La gente es inteligente, y sabe que en Uruguay, unos y otros están haciendo las cosas bastante bien. Se prefiere la certeza a lo dramático. Ojala en el mundo se asumiera la actividad pública como se viene haciendo en nuestro Uruguay. Estamos en el mejor momento de nuestra historia, aunque algunos no lo quieran reconocer. 

 

Ruben H. Díaz

 

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2025-05-01T21:31:00

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