Otra vez la paranoia de la gripe aviar. François Graña

09.12.2025

¿Por qué preocupa a los científicos la mutación del virus de la gripe aviar…? Porque podría pasarse a los humanos (1). Estas alarmas provenientes de instituciones colonizadas por las grandes farmacéuticas, son como las leyes de Murphy: si puede suceder, va a suceder. Y ya están abonando el terreno de ese miedo pànico tan lucrativo para la Big Pharma.

 

La gente tiene la memoria corta. ¿Quién recuerda la alarma generalizada que alentó la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace veinte años, justamente respecto de la gripe aviar? Refresquemos.

En 2005, la OMS anunciaba una pandemia de gripe de origen aviar "altamente contagiosa y letal". Tanto la OMS como la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) recomendaron el oseltamivir para hacerle frente. Roche fabricaba esta droga basándose en estudios clínicos que se negó a compartir aduciendo imperativos de "secreto comercial". La recomendación de las autoridades sanitarias internacionales reposó por tanto sobre la confianza en estudios que desconocían.

Pronto se oyeron voces de alarma. La más sonada provino de Japón, gran consumidor de Tamiflú (nombre comercial del oseltamivir fabricado por Roche) cuando se produjeron numerosas muertes de adolescentes y niños, se constataron efectos neuropsiquiátricos que incluían depresión aguda, suicidios y episodios de alteración de la conciencia, todo ello sospechosamente asociado al consumo del fármaco. 

La gripe aviar fue, ante todo, una pandemia de pánico: pronto se hizo evidente que el virus era altamente letal pero muy poco contagioso. La OMS había anunciado que acarrearía 150 millones de muertes, cifra que corrigió de inmediato anunciando que los muertos serían "solo 7 millones". Finalmente, los desenlaces mortales de la enfermedad fueron 262 en el mundo entero... Sí, 262.

En mayo de 2009, la OMS eliminó la antigua exigencia de que debía existir una mortandad considerable para declarar una situación de emergencia. Fue apenas una modificación discreta, sin grandes anuncios. Pasado apenas un mes, anunciaba una nueva pandemia: el virus H1N1, llamado "gripe porcina". Se aseguraba que un tercio de la población mundial sería alcanzada, y que morirían muchos millones de personas (2). El afamado epidemiólogo Roy Anderson, asesor de la OMS y del gobierno británico, advirtió que sólo podía evitarse una catástrofe comparable a la de la "gripe española" de 1918 tomando oseltamivir. Luego se supo que Anderson cobraba 116.000 libras anuales de GlaxoSmithKline, farmacéutica que fabricaba zanamivir -símil del oseltamivir- bajo el nombre comercial Relenza (3). El Banco Mundial, por su parte, alertó que el costo de la pandemia podía llegar al 4.8 % del PBI mundial (4). Nada de esto sucedió. El balance final de víctimas fatales fue de medio millón en todo el mundo, cifra inferior a las 650.000 muertes anuales que se cobra la gripe estacional. En diciembre de ese año, una exhaustiva revisión de investigaciones sobre el oseltamivir a cargo de la Colaboración Cochrane (5) era publicada en el prestigioso British Medical Journal (BMJ); se concluía que los beneficios clínicos del Tamiflú no se aplicaban a condiciones de epidemia ni a pacientes con problemas de salud, y que su uso no disminuía la transmisión del virus (6).

No se les puede creer nada a los cómplices de la mafia farmacéutica, probadamente involucrada en innumerables casos de ocultamiento, fraude, sobornos y "compras" de congresos médicos enteros (7). ¿Qué hacer? En primer lugar, apagar la tele. En segundo lugar, ocuparse de llevar una dieta sana, rica en frutas y verduras frescas -si orgánicas tanto mejor- así como de fermentados que fortalecen nuestro sistema inmunológico, no consumir alimentos procesados por la industria, atiborrados de químicos tóxicos que nos envenenan lentamente. En tercer lugar, hacer ejercicio físico aeróbico regular. Y por último -pero no menos importante- restablecer la confianza en nuestro cuerpo, en su "sabiduría" natural, y aprender a escucharlo. 

Francois Graña es Doctor en Ciencias Sociales

Notas

(1) https://youtu.be/4jY6klkcyrM?si=Voz4jQEAjswLlYw3

(2) Gervas, J.(2014): "El asunto Tamiflú/Relenza, la salud pública y algunas lecciones para la decisión y la  ética". Rev Cubana Salud Pública vol.40 no.4, Ciudad de La Habana oct.-dic. 

(3) Gotzsche, Peter (2020): Vacunas. Verdades, mentiras y controversia. Madrid: Capitán Swing Libros, pág.123

(4) https://www.nybooks.com/articles/2011/05/12/flu-warning-beware-drug-companies/

(5) La Colaboración Cochrane es una organización sin ánimo de lucro ni patrocinios comerciales que reúne más de 30.000 investigadores independientes y voluntarios en ciencias de la salud de más de cien países.

(6) Bachelet, Vivienne. (2013). "A tale of harm, waste and deception: how big pharma has undermined public faith in trial data disclosure and what we can do about it". Medwave. 13. e5671-e5671. 10.5867/medwave.2013.04.5671.

(7) F.Graña: "El negocio de la enfermedad: fraudes, mentiras y sobornos". Semanario Brecha, 20 de setiembre 2021

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2025-12-09T04:59:00

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