Persistente hambre e inseguridad alimentaria en América Latina y El Caribe. Juan Trímboli

11.09.2025

Hace algunos días, las agencias de Naciones Unidas especializadas en ámbitos como alimentación, salud y educación lanzaron el informe: "El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2025".

Los datos indican que, aunque parezca insólito, vivimos una época en la que millones de personas siguen padeciendo hambre, situación que incluso está empeorando en algunos países. Al mismo tiempo, en el mundo existe sobreproducción y desperdicio de alimentos, sigue creciendo la riqueza de los millonarios y multimillonarios y presenciamos el auge de tecnologías increíbles en distintos campos de la vida -hoy catapultado con el avance vertiginoso de la inteligencia artificial-, sin que eso sea aprovechado para solucionar los problemas alimentarios que sufren las personas.

Es necesario recordar que el término hambre también suele denominarse "subalimentación" y según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se trata de una sensación física incómoda o dolorosa, causada por un consumo insuficiente de energía alimentaria. Se vuelve crónica cuando la persona no consume una cantidad suficiente de calorías (energía alimentaria) de forma regular para llevar una vida normal, activa y saludable.

Dentro de las principales causas del hambre destacan la pobreza y la desigualdad económica, los conflictos armados y el cambio climático, siendo éstos algunos de los factores que dificultan el acceso de los alimentos básicos por parte de la gente marginada y con menores recursos económicos.

La revisión de los últimos datos sobre la prevalencia de subalimentación o hambre, publicados por las agencias de Naciones Unidas, permitió encontrar información de 25 países de la región y para efectos de este trabajo se analizaron los datos de los trienios 2021-2023 y 2022-2024.

La siguiente gráfica revela el comportamiento del hambre en los últimos años en nuestra región.

Al analizar los datos anteriores, se identifican los siguientes hallazgos:

  • De los 25 países que abarca esta revisión, en este período, la población que padece hambre disminuyó en 12 países, pero aumentó en 9 y siguió igual en 4.
  • Uruguay, Costa Rica, Guyana y Chile, son los países en donde se mantuvo la misma proporción de población que padece hambre: tienen entre el <2,5% y 2,5%.
  • Estos son los países en donde se redujo el hambre en el último año: México, Brasil, Colombia, Dominica, República Dominicana, Panamá, El Salvador, Venezuela, Surinam, Trinidad y Tobago, Guatemala y Ecuador. Las mayores disminuciones se produjeron en Venezuela, Dominica y República Dominicana.
  • En este período, aumentó en los siguientes 9 países: Argentina, Paraguay, Belice, San Vicente y Las Granadinas, Perú, Jamaica, Honduras, Bolivia y Haití. En este último país, además de Belice y Honduras, son los que reportan una mayor alza.


La FCCR también ha analizado el avance de este indicador en el marco de la meta de las Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de erradicar el hambre al 2030; lamentablemente se confirma que en 11 países de la región siguió aumentado entre 2015 y 2024, con la excepción de Jamaica  Al listado de países donde también aumentó se agregan Trinidad y Tobago, Ecuador y Surinam.

El padecimiento de hambre o subalimentación afecta también la salud física y mental de las personas. En la niñez provoca retraso en el crecimiento, problemas de atención y memoria y mayor riesgo de mortalidad. En las personas adultas, aumenta la vulnerabilidad a enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión, deteriorando la salud general y las perspectivas de vida.

A nivel social y económico, perpetúa la pobreza, pues limita las oportunidades educativas y laborales, creando un círculo vicioso que dificulta salir de la misma. También aumenta la desigualdad, ya que las personas más vulnerables, como desplazados y refugiados, son las más afectadas y corren un mayor riesgo de estar subalimentados.

El conocimiento de que detrás de los porcentajes que se muestran, en América Latina y El Caribe hay 35 millones de personas que sufren esta situación diariamente, es un hecho que debería provocar vergüenza e indignación en las autoridades políticas, económicas y sociales de los países y sobre todo activar un verdadero compromiso para provocar un cambio estructural que soluciones de raíz este gran problema.
En relación con la inseguridad alimentaria, conviene recordar que ésta se clasifica en moderada o grave. Si una persona enfrenta incertidumbres para obtener alimentos, viéndose obligadas a reducir, a veces a lo largo de un año, la calidad y/o cantidad de los alimentos que consume, debido a la falta de dinero o de otros recursos, esa persona, según la FAO, se encuentra en inseguridad alimentaria moderada.

En cambio, la inseguridad alimentaria grave implica que las personas probablemente se han quedado sin alimentos, han pasado hambre y, en el caso más extremo, han estado días sin comer, poniendo en grave riesgo su salud y bienestar (FAO, 2025).

Es claro que ambas categorías implican una flagrante vulneración del derecho humano a la alimentación, por lo que siempre merece la pena conocer el estado de la inseguridad alimentaria moderada y grave en el transcurso del tiempo.

En base a lo anterior, la FCCR ha analizado la última actualización de datos publicada por la FAO sobre este importante indicador. La información disponible del último año cubre 19 países; de éstos, Haití, Jamaica, Chile y Uruguay reportan aumento de la inseguridad alimentaria moderada o grave. En la siguiente gráfica se presenta el comportamiento de este tema en cada país.

Como se ve, los mayores problemas de inseguridad alimentaria se ubican en Haití, Jamaica, Guatemala, El Salvador, República Dominicana, Honduras y Perú; en cambio, la menor prevalencia se encuentra en Antigua y Barbuda, Costa Rica y Uruguay.
También en la Agenda 2030, los países se comprometieron a asegurar el acceso de todas las personas, en particular los pobres y las personas en situación de vulnerabilidad, incluidos los lactantes, a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año. La revisión del progreso en esta materia genera un dato muy preocupante, debido a que, en lugar de avanzar hacia la seguridad alimentaria, la mayor parte de los países sobre los que existen datos, muestran una tendencia contraria a la meta establecida en los ODS.

En efecto, de los 16 países sobre los que existe información comparativa, en 12 ha aumentado la inseguridad alimentaria moderada o grave entre 2015 y 2024; un grupo de países reportan incrementos de la inseguridad alimentaria en más de 10 puntos porcentuales, siendo estos; Paraguay (+17,9%), Argentina (+14,6%), Ecuador (+12,6%) y Perú (+10,6%).

Como consecuencia de lo anterior, las personas que padecen de inseguridad alimentaria moderada o grave han pasado de 151,3 millones en el trienio 2014-2016, a 179,8 millones en el trienio 2022-2024. Esto viene a reprobar las acciones u omisiones que se han desarrollado en los últimos años en este campo, afectando los derechos básicos de las personas.

Más información de este tema se puede encontrar en este link al sitio web de la FCCR

https://bit.ly/EconomiaYsociedad-Agosto2025

 

Juan Trímboli. Presidente de la Fundación Ciudadana por un Consumo Responsable.

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2025-09-11T12:05:00

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