Construir el presente

Ramón Fonticiella

03.06.2022

Construir el presente

 

Se afirma en mi intelecto la idea de construir el presente. Quizás sea por mi edad, que exige que los actos sean inmediatos porque el mañana no está asegurado; también puede ser que la madurez aleja  -un poco- los egoísmos y el "yo" se transforma en "nosotros". No creo que me haya colonizado un ideal de que , como la vida es corta hay que quemarla de una; seguramente se trata de hacer todo lo que se pueda, ahora, para la mayor cantidad de gente posible, propios y extraños. Estimo que mi autollamado a construir el presente, es más dramático y tiene relación con que el mundo está jodido (en la acepción 2 del Diccionario del Español del Uruguay : difícil, escabroso, gemido). Nunca he visto un presente más complicado para la mayoría de la gente. El hoy es triste, desesperanzado, vacío para cientos de miles en el Uruguay. Hay que laburar el presente, porque el futuro puede ser un agujero negro.

Este presente gemido no respeta edades, pero si, clases socio-económicas. A mayor poder de compra, menos difícil la vida; a menor capacidad económica, más complicado sobrevivir y más negro el futuro.

Si usted cree que soy pesimista, no es así: solamente analizo realidades y me amargo por lo que veo. Lo difícil del presente no es sólo económico, también se mete en lo intelectual, cultural y social. Muchas de las realidades son importadas, pero se han instalado como dueñas de casa. Hagamos juntos un razonamiento.

Al mirar tandas publicitarias de televisión o escuchar las de una radio es im-pre-sio-nan-te, la cantidad de publicidades de casas de crédito y ofertas de dinero. Hay una presión permanente para sacar préstamos y tener dinero al momento. ¿Para qué? Para todos los accesorios consumistas que se nos ocurran, se precisen o no para vivir con dignidad. Es una punta (o el medio) de una cadena que puede llevar incluso al final de alguna vida: la del que enloquece y se pega un corchazo porque no puede pagar, o la de quien es asaltado para robarle. Una necesidad que la hacen sentir , aunque no sea real ; la de tener algo,  aunque no se necesite, desencadena endeudamiento, angustia, tristeza. 

Este es sólo un ejemplo del mundo que vivimos, por lo menos en este país.

Siguiendo la situación planteada, podría uno proponer que se legislen limitaciones a la oferta onerosa de dinero, de juegos de azar hasta en el fútbol, de "edenes" que se puede comprar si se saca un crédito. Pero al instante desde todas las tiendas políticas nos gritarán ¡NO! Unos porque le quitaríamos al pobre la posibilidad de tener lo que sólo acceden sin angustias los ricos; otros porque las ventas casi estúpidas, los préstamos y los juegos de azar que se publicitan no obligan a nadie; llega a ellos quienes libremente eligen. Perderíamos por goleada.

Lo cierto que ese ejemplo, feo, del presente que vivimos parece un barril sin fondo, un túnel al centro de la tierra al que nunca se encuentra el final. No me resigno a pensar que este asunto, como otros, es un tema cultural que atraviesa transversalmente las sociedades y deteriora su calidad de vida y la de sus miembros.

Por eso me comprometo conmigo mismo a construir el presente.

¿Es una utopía? Seguramente, pero que sería el mundo sin utopías, que transforman el camino en recompensa como enseñó el Maestro Tabárez. Si quienes creemos que temas como el endeudamiento de las clases más pobres, que buscan gratificaciones en bienes de consumo, son imbatibles y no hacemos algo por erradicarlos ¿para qué estamos pasando por la vida sin recompensa? Ese y otros temas que hunden a las personas nos tocan a todos, aunque no debamos un peso. Laburar duro e inteligente para crear una contracultura del consumismo, el endeudamiento y la postración económica, tiene que ser un camino hacia la utopía de una sociedad mejor. Al hacerlo estaremos recibiendo la recompensa, porque estaremos en el camino.

Para esta forma de vivir no se necesita ser político. Cada padre, madre, esposa/o, conductor de un sindicato, de una asociación civil puede hacer ese camino de construir el presente. Obviamente quienes por decisión seria hemos elegido el camino de la acción política, es en ese trillo que debemos sembrar. Cuesta, vaya si costará, pero quien lo haga estará construyendo presente para que haya futuro. Posiblemente los mayores debamos sacrificar algunos placeres con los nietos, los jóvenes con sus parejas, los maduros con su vida formal, pero al país le va la vida, gobierne quien gobierne.

Ramón Fonticiella es Maestro, periodista, circunstancialmente y por decisión popular: edil, diputado, senador e intendente de Salto. Siempre militante.


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2022-06-03T04:51:00

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