Potenciando poderes democráticos
Roberto Sansón Mizrahi
14.10.2024
En un mundo que ha concentrado en pocas manos el poder decisional es imprescindible potenciar poderes genuinamente democráticos.
Hay una docena de grandes corporaciones que operan en las nubes con capacidad de influir desproporcionadamente sobre la mayoría de los albedríos en todas las latitudes. Grandes conglomerados en el mundo occidental como en el oriental operan por sobre las regulaciones nacionales. Sus propietarios imponen con su poder destructivas trayectorias a nivel global y nacional.
El proceso concentrador se consolidó en pocas décadas y se reproduce sin ser transformado. Plantea Infinidad de conflictos de contenidos y de no pago de impuestos. Casos resonantes han sido el enfrentamiento de la Unión Europea con Google y Apple reclamando la evasión de impuestos, y el conflicto entre la Justicia Brasilera y el Gobierno de Brasil con Elon Musk, principal dueño de X. Muchos otros casos se dan alrededor del mundo afectando sin consideración alguna a la humanidad y el planeta, generan tremendas desigualdades, extendida pobreza y destrucción ambiental. Es un proceso que pareciera no tener límites mientras no les enfrenten firmes poderes democráticos.
Desafío de enorme envergadura
Transformar el desaforado proceso concentrador de la riqueza y del poder decisional es un desafío mayúsculo que, sin embargo, necesita ser encarado con la mayor habilidad y urgencia. Está en juego el destino de la humanidad en su conjunto. Es inaceptable que poderosas minorías vivan en descaradas opulencias a expensas del resto que sufre devastadoras consecuencias. Se impone potenciar poderes democráticos que aseguren otros senderos, otras marchas de países y de la humanidad entera. Los riesgos a enfrentar son enormes, implica cubrir toda la gama del accionar mundial, por un lado, desmontar los devastadores monopolios globales y, al mismo tiempo, diseñar y establecer en los países nuevos sistemas socioeconómicos que cuiden de toda su población. Urge detener la enloquecida corriente concentradora.
Se conocen las medidas de política económica que deberán ser encauzadas cuidando, eso sí, de no caer en rígidos recetarios sin respetar las singularidades políticas y sociales de cada país. En ediciones anteriores de Opinión Sur hemos enunciado esas perspectivas. Sin embargo, lo determinante hace a potenciar poderes democráticos capaces de guiar en los nuevos rumbos.
Resolver la fragmentación social
Quienes lucran con la concentración han desmovilizado la resistencia de sus víctimas tanto con la abierta o encubierta represión utilizada sin miramientos como atontando alienados albedríos. En ese accionar disuasivo han fragmentado las sociedades, reforzando diferencias e induciendo el divisionismo manipulado desde el poder. Ahí un crítico factor imprescindible de resolver.
Encarar la existente fragmentación social exige explicitar sus causas, hay factores objetivos que pueden removerse alineando intereses y necesidades. Del lado de la manipulación divisionista toca esclarecer quienes inducen las confrontaciones, qué objetivos persiguen, como penetran el campo popular y las consecuencias que generan.
Potenciar convergencias
Para desmontar el proceso concentrador habilitando nuevos rumbos es imperioso establecer firmes poderes democráticos capaces de conducir exitosamente la transformación. Su base de sustentación hace a esclarecer extendidamente lo que está sucediendo, las formas de sujeción impuestas, cuáles otras mejores opciones pueden establecerse.
Si la población comprendiese las pugnas de intereses en juego y cómo las pequeñas minorías son capaces de asegurar sus privilegios a expensas de los demás, emergerían nuevos espacios de convergencia social. En esa senda toca trabajar.
Es crítico escoger líderes que representen sin claudicaciones a los sectores medios y populares. No son pocos los políticos comprados por círculos dominantes que discursean por un lado y actúan después según les es ordenado por sus financistas. Deben descartarse esos canallas.
Los nuevos liderazgos procurarán hacer converger fuerzas sociales dispersas para potenciar los nuevos poderes democráticos. Es un trabajo permanente adaptado a las características de cada momento y situación.
Las formas organizativas pueden ser diversas, lo importante es estructurarlas para encuadrar sindicatos, trabajadores por cuenta propia, asociaciones territoriales, científicos y estudiantes, el pleno de la economía popular urbana y rural. Cada ámbito con sus dirigentes y el compromiso de potenciarse como poderes democráticos de transformación.
Enfrentar la concentración
Un nuevo rumbo exigirá establecer consorcios sociales capaces de enfrentar a quienes lucran con la desaforada concentración contemporánea. No se trata de sólo antagonismos ideológicos sino de una dura pugna entre intereses antagónicos.
De un lado poderosos grupos minoritarios erigidos como timoneles globales y, del otro, poderes democráticos que necesitan ser potenciados para desmontar el proceso concentrador. Un enfrentamiento político sin margen para dudas o inciertos acuerdos.
Establecer otra dinámica global necesitará ser conducida por países liberados de los grandes grupos que operan en las nubes y sus cómplices locales. El nuevo rumbo y forma de funcionar deberá asegurar el cuidado de la humanidad y el planeta, propósito permanente que puede ir adaptándose a los constantes cambios de circunstancias. Un nuevo orden internacional que consagre la paz y la equidad, un accionar democrático firme en rumbo y gestión, abierto a todas las voces.
Roberto Sansón Mizrahi. Economista, planificador regional y urbano, consultor, dirigió empresas, autor de Un país para todos, Crisis global: ajuste o transformación, Democracias capturadas y otros libros, Co-Editor de Opinión Sur www.opinionsur.org.ar