Rodolfo M. Irigoyen

28.09.2023

La queja del planeta

 

Según informa la prensa, "La intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, realizó recientemente una ronda de medios en el departamento de Maldonado"  El tema del turismo por supuesto no estuvo ausente, y en una de las entrevistas, en Canal Once, la precandidata informó que "El turismo es un rubro muy importante en todo el Uruguay, y ¿qué pasó cuando vino la pandemia? Fue el sector más golpeado. 

"El planeta se queja, viene algo que no esperábamos y el sector lo sintió, en todo el país. En Montevideo se sintió muchísimo", añadió. "¿Por qué pongo la pandemia como ejemplo? Porque la pandemia también fue consecuencia del cambio climático", consideró Cosse y luego argumentó: "En definitiva fue la consecuencia del avasallamiento de la naturaleza por parte del hombre y, bueno, ahí empezó a pasar este asunto de contraer los humanos un virus que no tenían los humanos" 

Caben varios comentarios. El primero -algo que no es de extrañar- el de la corrección política de no tener ninguna duda sobre el origen antropogénico del cambio climático. Incluso desde lo adjetivo, ya el CC no sería consecuencia "de la acción humana" como suele definirse, sino producto del "avasallamiento de la naturaleza por parte del hombre", sin ninguna concesión, ni siquiera al lenguaje inclusivo.

No es de la misma opinión la comunidad científica, dividida entre los que, efectivamente sostienen que la acción humana es la determinante de los cambios climáticos, y los que por el contrario afirman que los cambios son en esencia los mismos que ocurren desde que el planeta existe, negando la trascendencia pero no la existencia de la acción humana como causa de los mismos. 

Al primer grupo lo podríamos denominar como el del "oficialismo" de los organismos internacionales, cuyas burocracias, día tras día, foro tras foro, advierten sobre la emergencia climática, derivada del uso indiscriminado de combustibles fósiles que provocan el calentamiento del planeta y el aumento del número y la intensidad de los fenómenos climáticos extremos. 

Esta visión es la dominante, pero no unánime. La prensa de estos días informa de una declaración firmada por 1.600 científicos (entre ellos dos premios Nobel de Física de 1973 y 2022) que sin negar la incidencia de  la acción humana, sostienen que los ciclos de calentamiento y enfriamiento del planeta son naturales y de largo plazo, y los verdaderos determinantes de los cambios observados. Un gran determinante de los mismos es el de las variaciones de las manchas solares, cuyo nivel de actividad actual sería el más alto observado durante los últimos 20 años. 

En paralelo, se critica la hipocresía de muchos líderes y  burócratas internacionales que para la última "cumbre del clima" celebrada en Glasgow, pudiendo viajar en vuelos de línea, llegaron en más de 40 jets privados. Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago. Pero dejemos los conflictos globales, tan fuera de nuestro alcance, y volvamos a "este bendito país" con sus reyertas, parroquiales para el mundo pero vitales para nosotros.

En la introducción a su reciente libro "La destrucción costera en América Latina y la coartada del cambio climático" el biólogo uruguayo Aramis Latchinian finaliza así la introducción al mismo, refiriéndose a los conflictos globales sobre estos temas: "En este escenario de discursos irresponsables y extremos, cargados de tergiversaciones y manipulaciones de la información, es más importante que nunca analizar los problemas locales, con sus particularidades, diseñando las soluciones a medida. Quienes trabajan seriamente en problemas ambientales saben que las soluciones siempre son locales y concretas, que se ubican en el territorio y no en el ámbito de los discursos genéricos"

Creemos que Montevideo tiene los suficientes problemas ambientales como para que su máxima jerarca se ande ocupando del "avasallamiento de la naturaleza por parte del hombre" para explicar que "por eso empezó a pasar este asunto de contraer los humanos un virus que no tenían los humanos", generando la pandemia, que tanto afectó al turismo, que era el tema original. ¿Pero quién fue el responsable final? Sí señor, acertó: ¡el cambio climático! y la inédita explicación de su capacidad de provocar mutaciones deletéreas en virus.

Y por último, y no por eso menos importante, lo del estilo. Cuando utiliza expresiones como "el planeta" para referirse al ambiente, una persona nos induce a pensar que nos encontramos frente a alguien habituado al pensamiento trascendente. Por el contrario, el "quejido" que la RAE lo define como una "voz lastimosa, motivada por un dolor o pena que aflige y atormenta", sugiere una intimidad sufriente, que apenas trasciende al propio emisor. Asociar ambas expresiones, una del plano astral con otra de eventual origen intestinal, como imagen literaria no es del todo feliz. Por no decir de una lamentable pobreza.

Rodolfo M. Irigoyen

romairigoyen@gmail.com


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2023-09-28T05:01:00

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