Si la sociedad global no acepta que la droga se negocie en forma regular dejara de existir como tal. Rúben H. Díaz
04.06.2025
La represión al consumo de drogas fracasó. Fue Naciones Unidas la que empezó a tratar el tema, en la década de los años sesenta del siglo pasado. No era un problema de la sociedad global. Existía limitado a un consumo de sectores sociales de alto ingreso. Fue Richard Nixon a fines de su gobierno, quien declaro la guerra a los estupefacientes. Desde ese momento el consumo creció en forma exponencial.
Empezó a aumentar la producción de coca en Bolivia. Luego se extendió a Perú y Ecuador. Llego a Colombia en el mismo momento que caía la Unión Soviética. Lo que creo una crisis económica muy fuerte también en Cuba. Fenómeno que provoco un problema de recursos para la guerrilla de ese país. Que desde entonces se dedicó al narcotráfico. En Colombia se inicio por industrializar coca y generar rutas a Estados Unidos y Europa. Luego termino produciendo, para lo cual fue necesario cuidar territorio. La guerrilla y los paras hicieron ese trabajo.
Colombia fue desde los años setenta el principal productor de Coca. Surgieron los carteles. En los noventa por hectárea se multiplico por tres el rinde. Como ocurrió en prácticamente todos los sectores agrícolas. Lo que demuestra que no era significativo lo que se podía hacer con represión. Como ocurre hasta el día de hoy, lo que se logra confiscar, no es prueba de eficiencia de la represión. No hay que confundirse. Los gobiernos hablan de que pararon tantos embarques y toneladas, pero eso solo sirve para hacer propaganda. Son los narcos los que en definitiva deciden cuanta droga pasan y cuanta permiten confiscar. Entregan volúmenes que no inciden en su negocio porque con la utilidad de lo que llega a destino se amortiza ese gasto.
El gobierno de Pastrana, mientras intento negociar la paz con la guerrilla, creo una estructura que permitió armar el Ejército y convertirlo en una fuerza eficaz para enfrentar al narcotráfico. Con la asistencia de Estados Unidos, se modernizo a la milicia. Fue el "Plan Colombia" En las Administraciones de Uribe, se dio un golpe certero contra el narcotráfico. De doscientos mil hectáreas plantadas de coca se paso a cincuenta mil. En ese momento el mayor productor de coca del mundo dejo de ser Colombia y Perú ocupo su lugar. Uribe fue eficiente y un gran Presidente para Colombia, pero eso fue una tragedia para la sociedad global. El narcotráfico se extendió primero a México, donde se afincó y nadie lo mueve, y el resto del mundo.
Así llego al Río de la Plata. Hoy es el principal problema que tiene Uruguay. El narco llego para quedarse. Este mensaje que el principal narco uruguayo mando al Ministro del Interior, es muy similar al que enviaba en muchas oportunidades Pablo Escobar a Gaviría. Que finalmente pudo terminar con él cuando llamo a Alemania, adonde iba su familia en un avión para que ese gobierno no los recibiera.
Es poco lo que puede hacer el Uruguay contra el narcotráfico. No pudieron los Estados Unidos, Europa, todos los países desarrollados. Es un fenómeno global del cual no nos podemos separar. La única solución de fondo que se puede tomar es permitir la comercialización de la droga. Muere mucho más gente por la acción del narcotráfico que por la droga. Sino veamos las cifras en el Uruguay. Yo no las tengo. Pero tienen que estar. El número de homicidios los tenemos, discriminado por los que produce el narcotráfico. Busquemos cuanta gente muere por exceso de consumo y verán que no me equivoco.
Cuidado, los narcos hacen sistemáticamente persecución a quienes hacen campañas para lograr que la droga se pueda comercializar. Pero no son los únicos que se oponen y militan para hacer lo único que parece lógico. También la burocracia internacional, principalmente la de las Naciones Unidas. Mucha gente gana y vive muy bien de programas contra las drogas. Algún día sería bueno que en un país cualquiera se hiciera un estudio sobre la psiquiatría, a propósito de los ingresos que produce a esa especialidad la drogadicción y cuanto es el total. Si consiguen un psiquiatra que le hable bien de dejar de reprimir la droga me avisan.
El narcotráfico mina la estructura institucional en el mundo entero. Hay que sacar, cosa que se puede hacer, el porcentaje de muertos que genera. El drogadicto no solo es un consumidor, se convierte en un dependiente del narco. Principalmente los más jóvenes. Terminan muchos asistiendo a los narcos.
Si vemos el dinero que se mueve por la droga en un primer momento uno se asombra. Sin embargo, cuando lo comparamos con el producto bruto global, no es significativo. Pero no implica que no pueda hacer un gran daño. El tema, es que ese dinero esta al servicio de destruir la institucionalidad en la globalidad del planeta.
Sería mucho mejor tratar de combatir el consumo desde el punto de vista médico, sin narcotráfico que con narcotráfico. Tratarlo como una pandemia. Que lo es.
En Uruguay me parece que es poco lo que podemos hacer. Sería un error legalizar la droga en nuestro país. Por supuesto. Pero podemos convertirnos en un vocero para lograr que eso ocurra a nivel global.
Este gobierno empezó con buenas señales. Por lo pronto admitió que es un asunto de la sociedad. No político. Fue una buena cosa que dejara en un cargo político en el Ministerio del Interior a un funcionario de la administración anterior. Da la impresión que no va a entrar a hacer polémica con el número de homicidios. Eso es banalizar la vida. No hay derecho.
Jorge Batlle, con la valentía política que hoy en día me parece nadie discute, fue el primer presidente que se declaro a favor de dejar de lado la represión. Claro que la coyuntura le impidió ahondar en este asunto. Mujica dio otro paso, con el tema de la marihuana. No es fácil. Pienso que ambos, sin haberlo acordado, dejaron un camino que es necesario seguir.
Rúben H. Díaz
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias