Si, tengo 77 años. Esteban Valenti
05.11.2025
Disculpen, voy a tener que hablar de mí mismo. Tengo bastante actividad en las redes, sobre todo en X y Facebook, no logro leer todos los comentarios a mis mensajes, pero cuando lo hago encuentro reiteradamente un ataque concentrado sobre un tema: "sos viejo", tomá las pastillas", etc. Casi siempre son trolls con unos pocos seguidores.
Yo siempre que tengo un minuto les contesto lo mismo: le deseo que no llegue a mi edad para evitarse problemas y que lo haga lo antes posible. No es muy amable, pero coincidirán que es elegante. Desaparecen de inmediato.
Pero este tema me hizo reflexionar sobre la edad, la forma de vivirla y sobre todo de comprometerse, de hablar y escribir de temas incómodos, duros, difíciles, que exigen rigor y sobre todo, tener lo que hay que tener, no físicamente sino intelectualmente, moralmente y políticamente.
Incluso soy tan iluso que le dedico tiempo a estudiar y escribir sobre la filosofía, la estupidez humana y otros temas teóricos. En esta época...
Soy de una generación de la política que está desapareciendo, es la ley de la vida, y como tal hay que asumirla, es más en los últimos tiempos me he reencontrado con varios antiguos compañeros, incluso algunos a la distancia. Aún con diferencias siempre nos reencontramos en la forma de entender la política, las ideas y el compromiso moral, como elementos indivisibles.
Partamos de la base de que efectivamente he recorrido un largo trecho y tengo el derecho y la obligación de hacerme preguntas cada día más frecuentes. No me queda mucho tiempo y no lo lamento, creo haber vivido mucho y sobre todo muchas cosas.
¿Me tengo que arrepentir por haberme dado el lujo, junto a muchos amigos y compañeros de vivir tantos años? ¿Tenemos que andar por la vida pidiendo perdón, le sacamos espacio a los más jóvenes, tenemos que recluirnos en nuestros recuerdos?
Lo lamento, será soberbia -no lo creo- pero no me siento en absoluto ante ese dilema. Trabajo desde hace 63 años y milito políticamente desde hace la misma cantidad de años, desde 1962. Y no dejé nunca de trabajar, incluso estando ultra clandestino en Argentina, me las arreglé para seguir trabajando y vivir de mi trabajo (entre 1974 y 1978).
Ahora no me puedo jubilar porque durante el exilio, en Argentina y en Italia, no aporté, trabajaba para una cooperativa del tercer mundo y no tengo registrados los aportes.
No será un gran mérito, pero en estos 63 años de militancia política, solo dos meses fui funcionario del Partido Comunista, y creo haber devuelto con creces la cifra que me pagaron, probé ante la Comisión de Control integrada por muchos compañeros, de las diversas posiciones, que desde 1982 aporté al PCU varios millones de dólares. Y por unanimidad la Comisión me los reconoció, sobre todo porque la Comisión Nacional de Finanzas tenía los recibos correspondientes.
Creo haber hecho algún aporte para los triunfos de la izquierda, del FA y de la lista 1001, obtuvieran buenos resultados electorales, incluso en momentos muy graves tanto política como financieramente, como en el año 1989 y NUNCA tuve un cargo pago en el Partido, ni en el Frente, ni cobré por las campañas electorales, al contrario, aporté mucha plata. Y no me arrepiento. Aunque sé que muchos no lo entienden todavía. Tampoco, nunca ocupé ningún cargo en el Estado y considero que ese es un frente de batalla muy importante, pero no para mí.
Como me dijo un amigo, tengo una buena ventaja, todas las mañanas al levantarme me tomo una botellita de veneno. Es un buen apoyo para entender la política.
Tengo 77 años y estoy a meses de cumplir los 78 años y he vivido intensamente, de eso no tengo la mínima duda. Sigo trabajando todos los días, varias horas en la agencia UYPRESS, escribiendo mis libros y mis columnas en medios internacionales. Tengo publicados 12 libros y ya tengo prontos varios más.
Todas las semanas escribo varias columnas y notas en UYPRESS y no me va tan mal con las lecturas, tengo una columna en Youtube Sin Censura y nunca rehuí afrontar ningún debate en otros medios y si me retiré es porque en un caso, luego de 18 años de estar en La Tertulia, pretendieron callarme la boca sobre un escándalo que es cien veces peor de lo que yo había previsto: Conexión Ganadera y las otras estafas.
No soy una voz cómoda, a veces ni siquiera para mí mismo, porque me amargo demasiado. Opino de los temas más actuales y complejos y trato de aportar opiniones, donde el centro no sea servir a ningún poder. Eso me hace sentir de izquierda, cada día más de izquierda y aportar mi particular punto de vista no solo ante la cotidianidad y la inmediatez, sino mirando el futuro y el pasado y estudiando. Creo que esa es mi principal actividad, leer como un poseso.
No terminé mis estudios, ni siquiera secundaria, no me lo perdono, pero trato de explicarlo, me hubiera gustado terminar historia y filosofía, solo terminé mi carrera de trabajador del vidrio de la que estoy muy orgulloso, 12 años junto a mi familia de CODARVI, que me enseñó a vivir.
Me casé dos veces, primero con Anita a los 19 años, que soportó y compartió un periodo muy duro de mi vida en Uruguay y en el exterior y que me dio tres hijos maravillosos, Pablo, Claudio y Verónica. Mi pobre Pablo, siendo un ingeniero talentoso y excelente hijo, hermano y padre se murió a los 53 años de edad. La mayor herida de toda mi vida y siempre está abierta.
Se murió tres meses y medio después de mi querido Giorggieto, mi hermano, dos años menor que yo, con el que pasamos juntos años realmente muy duros en nuestra infancia. Yo hice 7 años de escuela en Argentina en 12 escuelas diferentes. Los dos nos reencontramos en 1984 en Uruguay y fue siempre mi mejor amigo. Murió de COVID como mi hijo Pablo. Otra herida muy difícil.
Hace más de 30 años que vivimos juntos con Selva y que le dio a mi vida no solo la maravilla de su belleza, que todos reconocen, sino su inteligencia, su espíritu incansable de trabajo y su aporte invalorable en la política, pero también en formar una gran familia.
Tenemos 3 hijos, dos míos, Claudio y Verónica, Diego, que es hijo de Selva pero que desde los 11 años estuvo con nosotros y es una parte muy importante de la familia. Tengo 14 nietos, en 4 países, y tres bisnietos en Uruguay. Uno de ellos, salió hace pocos días de seis meses de tratamiento médico-hospitalario de una enfermedad muy grave, sigue luchando, pero nos dio a todos una lección de amor a la vida y de espíritu de gladiador imbatible.
He cometido errores importantes, algunos de los cuales me arrepiento, pero no voy a transformar esto en un testamento. De otros no me arrepiento, de mis 28 años en la UJC y el Partido Comunista no me arrepiento, además de conocer un gran partido, de estudiar, aunque nunca fui a una escuela de la UJC y el PCU ni leí un manual soviético, lo más importante es que conocí y compartí no solo mi militancia sino mi vida con gente maravillosa. Son muchos, voy a recordar unos pocos: Rodney Arismendi, Jaime Pérez, Enrique Rodríguez, Alberto Suárez, Enrique Pastorino, Walter Sanseviero, Antonio Iglesias, María Condenanza y, no estoy nombrando a cientos de entrañables amigos y compañeros. Y más de 30 años con mi "asistente", Raúl Caritat. Qué aguante el suyo.
Me he dado ciertos gustos, me gusta comer bien y cocinar mejor y siempre que puedo lo hago, es una forma de juntar amigos y familia. No sé tomar. Incluso con el vino soy muy limitado, para que hacer bullas innecesarias. Hago gimnasia una vez por semana, hace más de 10 años y hago ese esfuerzo cultural porque tengo una maravillosa profesora, Mónica.
Las estupideces sobre los diamantes ya casi desaparecieron, aplastadas por la realidad. Vivo en el mismo apartamento hace 34 años y tengo el mismo auto hace 13 años, pero cada tanto cuando les faltan argumentos en la izquierda, apelan a esa "genialidad". En varios de mis libros hablé muy duro de la corrupción en Angola, un país al que le dediqué mucho tiempo y militancia. El MPLA y el gobierno de Luanda fueron muy solidarios con Uruguay al principio, luego la corrupción se comió casi todo, aunque tuve grandes amigos angolanos. La Brigada de técnicos y profesionales de Uruguay fue una maravillosa experiencia humana y política.
Me gustan las armas con pasión y desde niño. Me impactan y horrorizan las guerras y he cubierto varias de ellas periodísticamente, en el lugar o a la distancia. Y me especializado en esos temas, por ello me pagan varias columnas sobre las guerras. Es un tema que desgraciadamente siempre da material, a veces terrible, como en Gaza y Sudán.
Mi pasión por las armas, que algunos pueden atribuir a mi lugar de origen, es desde muy temprano, ahora tengo permiso legal de porte y de tenencia. Y las tengo. A una pistola Colt .45 le debo la vida.
Los músculos no son mi principal virtud, pero estuve en tantos líos y peleas de todo tipo, que me defiendo bastante bien y nunca fui cobarde, es posible que por obligación... No soy muy paciente y reflexivo.
¿Estoy diciendo adiós?
En absoluto, voy a seguir escribiendo mientras tenga neuronas, a seguir opinando mientras me den las fuerzas, y militando por la izquierda, siendo afirmativo y crítico simultáneamente, como creo que hay que serlo.
De la salud no hablemos, vivo gracias a los médicos y a Selva y a su tenacidad y paciencia. Y sigo en la ruta con mis mocasines, con muchos amigos y compañeros y posiblemente más enemigos. Me guío por un dicho de mi tierra. Molti nemici molto onore.
Esteban Valenti.
Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.suplementobitacora.net) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).