Sin retorno posible. Esteban Valenti

14.07.2025

Si en el 2029 triunfara la derecha en Uruguay, para mí no habría retorno posible. Me refiero a la misma e idéntica derecha que gobernó desde el 2020 al 2025. Es una apreciación totalmente personal, no tiene que ser compartida por nadie, es el privilegio de escribir mis columnas, puedo introducir sensaciones, emociones totalmente personales. Esta columna tiene directa relación con la anterior, sobre mi reciente estadía en Italia.

Nadie tiene porque darle tanta importancia a la política y relacionar su vida con la política de esa manera, Sin duda la edad tiene un peso importante. Yo tendría al comienzo de la tragedia del regreso de los blancos secundados al gobierno, 82 años.

Esta columna no está dirigida a mi generación, ni pretende tener seguidores, es o pretende ser una reflexión básicamente sobre la política y la vida personal, incluso familiar.

No tengo retorno, antes podía elegir terminar mis días en Italia. Ya lo expliqué en mi columna anterior (Addío Italia), no quiero volver a un país gobernado después de 80 años por los fascistas y además de nivel de subsuelo. Ahora me vería obligado a asistir en Uruguay al modelo reforzado de que los ricos se vuelvan mucho más ricos, por la ley e incluso con "conexiones" por encima o por debajo de la ley. Todas pasando por Carrasco.

Ver una vez y otra vez el robo al Estado, los "regalos" por entregas ruinosas de nuestro puerto a un operador perseguido judicialmente en su propio país, en Bélgica, el acomodo como una forma natural de gobierno y la mayor creatividad posible para enriquecerse en 5 años de gobierno nacional o departamental. No lo soportaría, sobre todo si la izquierda derrotada elige el balbuceo, la modosidad, la falta de firmeza en combatir la plaga de la corrupción y el debate de fondo sobre en contenido de clase de las políticas desde el gobierno.

La política tiene muchas formas de asumirse, todas ellas tienen una base cultural e ideológica, aunque algunos ni siquiera lo sepan.

La más extendida actualmente en el mundo, sobre todo en los países "democráticos" del norte es la indiferencia, el desapego, el igualar con el mismo racero la izquierda y la derecha, con la ayuda invalorable de la izquierda de esos países, por su mediocridad y retroceso y de los grandes medios de comunicación.

Buena parte del crecimiento arrollador de la derecha y la extrema derecha en Europa y los Estados Unidos, se basa en el desinterés y en que los ciudadanos no le dan la importancia al voto, a la participación que se conquistó en 1789 con la Revolución Francesa y es la más potente herramienta de cada ser humano para influir en la vida de su sociedad. Es la ideología de la ignorancia y el rebuzno de sectores amplios que se suma a la creciente influencia de lo que antes llamábamos el lumpen proletariado. Ahora existe, es evidente, pero no queda bien mencionar el "proletariado", ni siquiera en este caso.

La otra forma de asumir la política, es de cotelete, de refilón, con un más que tibio compromiso cada cuatro o cinco años, de acuerdo al calendario electoral y tratar si es posible de sacarle algún provecho circunstancial. Esto último solo para algunos pocos.

La tercera son los que usan la política como su forma de realización personal y social, que en definitiva mide sus resultados en los cargos partidarios o estatales conquistados. El máximo logro es subir lo más alto posible y sobre todo flotar siempre con un cargo bajo el brazo. Una gran seguridad.

Ocupar cargos es imprescindible, necesario, es obligatorio, de lo contrario no habría política, el problema, la tragedia es cuando esa es la referencia principal y casi excluyente. En la izquierda es el inicio de su suicidio.

Eso sucedió en Italia, en el declive, en el surgimiento de los partidos del Berlusconi, del Cinco Estrellas, de la derecha secesionista de la Lega Nord y por último con los fascista de tercera de Fratelli D´Italia. Para formar el Partido de centro izquierda se unieron desde la Democracia Cristiana (el partido eterno en el poder desde 1945) el Partido Comunista (el mayor partido comunista del mundo occidental, y siempre el segundo en el poder) y todos los retazos de otros partidos, socialistas, republicanos, socialdemócratas, etc y comenzar el desmoronamiento político más espectacular que se conozca. Sumados tenían más del 80% de los votos, hoy apenas llegan al 26%.

Gobernaban Italia y la mayoría absoluta y aplastante de las regiones y comunas, y ahora son segundos o terceros en todo. Los unió no un programa serio y crítico de su propio pasado, una cultura democrática común, sino la lucha por las posiciones, por el poder a cualquier costo.

Retrocedieron tanto y de forma tan evidente, que por el camino quedaron los girones de sus grandes hombres y mujeres, se dividieron tantas veces que hacer un mapa es obra de especialistas en rompecabezas y no de políticos. Cayeron tan abajo que quedó demostrada la teoría de que no hay fondo, solo la vergüenza.

Sobre todo quedó demostrado que cuando se abandona nada menos que la construcción de una ideología, que puede ser plural, con aportes cristianos, marxianos, socialistas, democráticos, republicanos y se la sustituye por el retroceso, la renuncia, la demagogia y prácticas bastantes similares a la derecha en materia moral, o mejor dicho inmoral, se puede perder Italia y también Boloña. No hay límite, se pierde la cara, la identidad, un mínimo de épica para convocar al pueblo.

¿Nosotros, aquí en Uruguay estamos tan lejos de todo eso, marchamos en una dirección opuesta a la de la izquierda europea y en particular italiana?

Estamos  nuevamente en el gobierno, por mérito propio, pero sobre todo por el escándalo y el fracaso ajeno.

¿Logramos desterrar el acomodo como práctica de gobierno?

¿Salimos realmente vacunados de las tentaciones básicas del poder, a nivel de gobierno, de las organizaciones sindicales, de las intendencias?

¿Dejamos atrás la práctica y la teoría de que los errores, los horrores, los deshonores, se resuelven ocultándolos, negándolos y barriendo bajo las alfombras compañeras?

¿Tenemos en nuestra fuerza política la conciencia creciente de que frente a un país que cambia, que nosotros deberíamos cambiar todavía más y de un mundo al borde de los peores peligros, necesitamos estudiar, pensar, elaborar, criticar y forjar cuadros para afrontar el presente y el futuro?

Con lo que voy a escribir a continuación creo que nadie se va a sorprender, porque lo digo desde hace bastante tiempo: voy a ser implacable y no maniobrar un ápice con los delitos y los fracasos del pasado gobierno multicolor, no voy a pesarle la mano sobre el lomo de manera injustificable. Lo considero un grave error político y lo voy a tratar de demostrar.

Con idéntico criterio no me voy a callar cuando alguno de nuestros ministerios cometa errores o peor aún errores que nos alejen del cambio, de un buen gobierno, del uso adecuado y transparente de los recursos públicos y de nuestro patrimonio cultural y moral. Ministerios o dependencias del estado a cualquier nivel y en primer lugar las Intendencias, que ahora asumieron como el gran mérito lograr incorporar dirigentes de los otros partidos entre los futuros gobernantes de izquierda y progresistas. No es un brote local, es un derivado del clima de mimos que vivimos a nivel nacional.

No me voy a callar - como lo hice - cuando algunos personajes del pasado de la izquierda que se los presenta como fundadores del FA y se desconoce su comportamiento en el exilio o en la cárcel, que sus partidos conocieron perfectamente. No es digno de los miles y miles de hombres y mujeres que murieron, fueron torturados y encarcelados y de todos los que lucharon contra la dictadura. No voy a ayudar a escribir la historia con borrones bochornosos.

Me quedan cuatro años y medio, que en estos tiempos de vértigo son mucho más intensos que los anteriores, pasan rápido y nos exigen mucho. Voy a seguir militando como lo hice siempre, sin ocupar ningún cargo, por mi entera y absoluta responsabilidad, y voy a reforzar mi mirada crítica. No tengo donde ir si vuelve a ganar la derecha amoral en el 2029. Y como soy muy terco, es posible que a pesar de todo siga viviendo, voy a pelear hasta el último momento de mi vida. No por el calorcito de los sillones, sino por la inclemencia de la revolución y del pueblo.

Y si, me lo tomo muy a pecho y de manera personal, como lo hice siempre desde 1962 y lo voy a seguir haciendo con todo el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la razón.

Esteban Valenti
2025-07-14T07:00:00

Esteban Valenti.

Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).