Todavía quedan jueces en Berlín. Fernando Gil Díaz
02.10.2025
La icónica frase alude al reclamo de un molinero al que Federico el Grande (rey de Prusia), pretendió comprar su molino porque afeaba el entorno del palacio del monarca.
Habiéndole ofrecido el doble y hasta el triple de su valor solo obtuvo por respuesta la negativa cerrada de su propietario quien llegó a comparecer ante la corte para informar que su derecho sería defendido por los jueces de Berlín. Aquella actitud de defensa no solo fue de recibo por el monarca sino que marcó un antes y un después en la lucha de los derechos individuales ante el poder institucionalizado que demostró que la división de poderes funciona y que ello garantiza los derechos de cada persona. En este momento, y llevando la comparación al asunto personal, Charles Carrera se reconcilió con su profesión de abogado y expresó su satisfacción porque todavía quedan jueces en el Uruguay de nuestros días...
"Majestad, aún hay jueces en Berlín"
A nadie escapa que vivió tiempos difíciles donde ha sufrido todo tipo de injusticias en un caso que se ha politizado desde el primer día y que responde a una causa armada por un jerarca al que denunció fungiendo responsabilidades como ministro de Estado entregando nuestra soberanía portuaria por 12 períodos de gobierno.
En efecto, el entonces ministro de Transporte y Obras Públicas -Luis Alberto Heber- fue artífice principal de la mayor entrega de soberanía que registra nuestra corta historia, entregando el principal negocio del puerto de Montevideo a la empresa multinacional belga Katoen Natie sin informes jurídicos que sostuvieran la medida y vulnerando el ordenamiento jurídico vigente, tal cual fue denunciado oportunamente por Carrera y Bergara siendo senadores de la República por el Frente Amplio. Semejante acción les valió ser objeto de espionaje para armar una causa en su contra buscando elementos que los comprometieran de tal modo que retiraran la denuncia presentada.
Un hecho que resultó comprobado en los estrados judiciales con la sentencia condenatoria de uno de los protagonistas de la maniobra sin que se haya podido llegar al mandante de dicha acción delictiva.
En ese sentido, una vez que se produjo la muerte de Jorge Larrañaga, asumió Heber la cartera de Interior y allí obtuvo el poder suficiente para aplicarlo en generar -de forma secreta- una causa contra Carrera, en la cual, gracias a una pertinaz defensa desde que se inició la maniobra, ha podido ir develando cada movimiento de aquella estrategia. Circunstancias que formarán parte del juicio una vez finalizada esta etapa preliminar de formalización.
Tiempo de cancelación
A estas alturas y en razón de los hechos que se han ido generando en esta causa, resulta evidente que hay una estrategia manifiesta de extender al máximo el tiempo procesal establecido de manera de dilatar el inicio del juicio, instancia en la que podrá ejercer plenamente su derecho de defensa y dirimir sobre el fondo del asunto para demostrar fehacientemente su inocencia.
De esa manera, retardando todo el tiempo que les permite la ley, han logrado que su renuncia a los fueros no alcanzara para diligenciar a tiempo las acciones que motivaron a la fiscal Porteiro (hoy trasladada del caso) a pedir el desafuero con intención de tomarle declaración. Posteriormente, con el acto eleccionario en ciernes, decidió solicitar a la corte que tampoco se lo proclamara en caso de ser electo senador de manera de no interferir en modo alguno con una campaña que había sido ya objeto de otras maniobras graves como la denuncia falsa contra Yamandú Orsi.
Despojado de los fueros actuales y futuros, se puso a disposición de la Justicia como cualquier hijo de vecino, sin embargo los meses pasaron sin que la causa avanzara. Luego vino el traslado de la fiscal Porteiro, lo que para su asombro fue manipulado de manera insólita, siendo designada la fiscal Sandra Fleitas de forma directa como fue comprobado y documentado por la defensa del exsenador gracias a un pedido de acceso a la información.
Este contexto explica un estado de situación que tuvo sus puntos de relevancia con las audiencias de formalización en las que se le pretendió coartar su legítimo derecho de defensa con medidas limitativas injustificables que fueron rechazadas en forma consecutiva.
Y lo fueron porque como le ocurrió a aquel molinero, todavía quedan jueces en Uruguay; jueces que dan garantías y defienden un derecho fundamental de toda persona como es el de defenderse y poder expresarse libremente.
Fueron días duros, de mucha incertidumbre y afectación moral ante la politizada manera de difundir un caso en que se ayudó a una persona herida por una bala que partió de una casa del Ministerio del Interior en la que policías celebraban una fiesta y dejó consecuencias irreversibles para la víctima.
El caso Carrera tuvo un nuevo episodio en los estrados, mas no será el último. Quedan todavía batallas judiciales por dar en lo que será el juicio propiamente dicho, donde podrá demostrar que no hubo delito alguno como lo han afirmado prestigiosos catedráticos uruguayos y lo demuestra el caudal probatorio que acumula su defensa.
A pesar de operaciones mediáticas y consideraciones tergiversadas que intentan deformar la realidad, hay un estado de derecho que demostró -una vez más- su fortaleza garantista.
Todavía quedan jueces en este Berlín latinoamericano.
el hombre pedía la palabra,
el perro ladraba una defensa...
Fernando Gil Díaz