Transparencia e integridad. Federico Rodríguez Aguiar

18.09.2025

La transparencia se ha consolidado como uno de los grandes temas en la agenda de la sociedad civil. En un escenario marcado por la desconfianza hacia las instituciones públicas, abrir los procesos de gobierno y hacerlos accesibles resulta condición básica para recuperar credibilidad.

Pero no basta con publicar documentos o estadísticas: la información debe ser clara, útil y comprensible para que tenga un impacto real.

Aunque a veces la temática pueda parecer reiterativa en nuestras columnas, su presencia constante en seminarios, webinarios y foros internacionales confirma que sigue siendo un eje central de debate.

La transparencia y la integridad se han convertido en asuntos transversales: aparecen una y otra vez porque tocan las fibras más sensibles del desarrollo y la confianza pública.

La corrupción, opera como un freno estructural. No solo implica pérdida de recursos, también erosiona la legitimidad del Estado y debilita la cohesión social. Cuando la gestión pública se conduce con integridad, fortalece la democracia y crea un terreno más fértil para la inversión y el desarrollo.

Como recuerda el economista Joseph Stiglitz, "la transparencia es un requisito fundamental para la rendición de cuentas, y sin rendición de cuentas la confianza se erosiona".

La tecnología ha abierto oportunidades que hace pocos años parecían lejanas. Portales de datos abiertos, sistemas de compras públicas en línea o plataformas ciudadanas permiten seguir de cerca el destino de los recursos. Sin embargo, las herramientas digitales por sí solas no alcanzan: se necesitan instituciones sólidas, reglas claras y voluntad política para que funcionen de verdad. La experiencia muestra que un portal vacío de información o una plataforma desactualizada terminan siendo un adorno más que una garantía.

También es clave fortalecer los organismos de control. Contralorías, tribunales de cuentas o fiscalías -según el país- requieren independencia real, equipos técnicos capacitados y recursos suficientes. Sin estas condiciones, la lucha contra la corrupción se diluye. 

A la par, la educación cívica se vuelve fundamental: ciudadanos informados y activos son aliados indispensables en la vigilancia de la gestión pública. Una sociedad comprometida genera un efecto multiplicador, pues obliga a los gobernantes a ser más cuidadosos y responsables.

Asimismo compartir experiencias, aprender de buenas prácticas y adoptar estándares globales de integridad eleva el nivel en toda la región. Iniciativas como la Alianza para el Gobierno Abierto o las recomendaciones de la OCDE han demostrado que los avances son posibles cuando hay coordinación y compromiso.

El desafío es grande, pero impostergable. Una administración pública transparente y confiable no es solo un imperativo ético.

Como señala Amartya Sen en Desarrollo y libertad ,  el desarrollo debe entenderse como un proceso de expansión de las libertades reales que disfrutan las personas, lo que exige eliminar las fuentes de privación de libertad: la pobreza, la tiranía, la falta de oportunidades, la exclusión social, la debilidad de los servicios públicos y, también, la falta de transparencia.

En América Latina y el Caribe, avanzar en este terreno significa avanzar en libertad, en confianza y en bienestar para todos y todas.

 

Federico Rodríguez Aguiar. Analista en Marketing, egresado de la Universidad ORT-Uruguay, con sólida formación en estrategias comerciales y desarrollo económico. Su trayectoria académica está complementada por diversas certificaciones y cursos internacionales en áreas clave como la gestión pública, cooperación internacional, y liderazgo.

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2025-09-18T20:03:00

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