Triángulo sin amor. Ramón Fonticiella
30.08.2025
La mayoría de las interpretaciones de “triángulo amoroso”, anticipan situaciones trágicas o por lo menos desagradables. Obviamente se supone que parten de una relación de amor, o atracción física o pasión o de todas las condicionantes juntas entre tres personas. Lo que aquí propongo es el análisis de ”Un triángulo sin amor” y no entre individualidades, sino entre colectivos.
En Uruguay de hoy existe un "triángulo político sin afinidades (sin amor)". Lo constituyen el Gobierno Nacional, la oposición (CORE) y parte del Frente Amplio.
Está claro que la relación no es de cercanías, sino de distanciamientos de fondo y coyunturales; de divergencias en cuanto a líneas estratégicas o en referencia a acciones puntuales.
Trato de explicarme. El gobierno debería congeniar con la parte del Frente Amplio, que le hace reclamos: no hay cercanía o por lo menos no se manifiesta un apoyo en busca de coincidencias. La oposición, tercero en discordia en este triángulo del desamor, no muestra voluntad de coincidir con las otras partes, por lo que se opone a ambas. Los colectivos y personalidades frenteamplistas que reclaman más al gobierno, no valoran por ahora, limitaciones estratégicas que no son divergencias ideológicas: aceleración de los cambios, mejoramientos de pasividades, enfrentamiento a la derecha...
La situación posiblemente, se ve más compleja de lo que es realmente. Los dos miembros de la "pareja natural" son el gobierno y todo el Frente Amplio. La situación desagradable puede darse si no buscan coincidencias, o por lo menos si no las logran. Sin procurarlo, quienes discrepan con su ejecutivo frenteamplista, fortalecen la posición de la derecha opositora: pueden trabar el desarrollo de las políticas gubernamentales, que recién podrán concretarse a partir del Presupuesto Nacional. A pesar de estar aún lejos de él, el Poder Ejecutivo ha delineado prioridades altamente comprometidas con el bienestar popular, que reclaman tiempo y fondos para ser cumplidas. El "ángulo opuesto" ( la CORE y sus ayudantes) buscan todas las chicanas posibles para jaquear a Orsi y compañía. La remoción del Jefe de Policía de Río Negro, la renuncia del presidente de Colonización, la violencia verbal del Senado y las redes sociales, son elementos distorsionantes del clima político. Ese ambiente genera inestabilidad en planteos que requieren organización, financiamiento y desarrollo; la oposición acusa, algunos frenteamplistas reclaman, y las masas no entienden porqué "no se cumple".
Como en los "triángulos amorosos", por lo menos dos de las partes sufren, mientras otra reduce su placer a disfrutar del mal general. Esa oposición no pretende construir nada, sino dificultar o desarmar todo. Quienes la escuchan y amplifican se equivocan: no contribuyen al objetivo general, sino a obstuirlo.
El "triángulo del desamor" no debería existir: el gobierno debería ser apoyado por su gente, por lo menos guardando constructivo silencio. No reclamo aplausos de quienes creen que hoy mismo debería haber ruptura de relaciones con Israel, jubilaciones mínimas de treinta mil pesos, o condena sin proceso a quienes abusaron de su posición en Salto Grande, por ejemplo. Tienen derecho a discrepar, pero después de informarse convenientemente, sobre todo quienes tienen lugares referenciales y son formadores de opinión de masas frenteamplistas o simplemente progresistas. Quienes aparecen como cercanos al gobierno y le atacan (aún sin tener mayores fundamentos) derraman confusión y molestia. Quienes saben porqué se escalonan los progresos sociales en lugar de hacerse todo junto, deben transmitirlo a los sanos y quizás ingenuos disconformes. No está mal discutir con elementos de juicio, que impidan considerar "tímidos" a gobernantes que son cautelosos. No vivimos una época de derrames carismáticos, que elevan el espíritu y fortalecen la unidad. Se transita en el mundo, una etapa de fuertes personalismos, de satisfacción exagerada de placeres aún sacrificando necesidades colectivas: considerémoslo para ubicarnos en la realidad. Los (antiguamente) llamados cuadros políticos, deben transmitir a las bases la narración real y sencilla del momento. Lamentablemente demasiados caudillos han envilecido a gente sencilla transformándola en reclamantes permanentes; los verdaderos cuadros de izquierda deben informar, cooperar en la interpretación y, sobre todo, orientar en la construcción de la realidad.
Nada de triángulo sin amor. Análisis y elaboración de información y de herramientas de comprensión. Lo bueno viene si lo queremos, lo buscamos y nos esforzamos por lograrlo.
Ramón Fonticiella es Maestro, periodista, circunstancialmente y por decisión popular: edil, diputado, senador e intendente de Salto. Siempre militante
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