Un Ejército... de salvación. Fernando Gil Díaz

19.05.2025

En el mes de la memoria como se le reconoce al Mayo uruguayo, no solo la Marcha del Silencio se da cita sino que hay históricos acontecimientos que se emparentan con el simbolismo dado a estos especiales 31 días del año oriental.

A estas alturas nadie puede negar la triste participación que le cupo a las Fuerzas Armadas uruguayas en la tortura, muerte y/o desaparición de los 197 desaparecidos que todavía seguimos buscando. Y es, precisamente, en este mismo mes que se conmemora el Día del Ejército (el 18), tomando como referencia la actuación histórica del ejército artiguista en la Batalla de Las Piedras. Hoy quise unir ambas circunstancias en una especie de mecanismo de reconciliación que permita ir cerrando las heridas que -indiscutiblemente- seguirán abiertas mientras no sepamos el destino de todos los que aún seguimos buscando.

La idea ni es nueva ni mucho menos personal, pues la he escuchado a muchos otros que piensan que hay que asignar una misión especial a nuestros uniformados. Son tiempos de honda y profunda sensibilidad, que cada mes de Mayo cobra fuerza y se incrementa hasta eclosionar en una silenciosa marcha que se supera cada año. Una caminata que se vuelve un grito ensordecedor sin que sea necesario decibel alguno, basta con su imponente manifestación multitudinaria.

Un mes de Mayo muy particular en el que no solo conmemoramos las fechas referidas del 18 y el 20 respectivamente, sino que -en este año en particular- hemos sufrido profundas pérdidas de figuras emblemáticas que tuvieron protagonismo singular en el período más oscuro de nuestra historia reciente. Las partidas de "Pepe" Mujica y de "Belela" Herrera, dan un marco de mayor sensibilidad a esta manifestación.

En ese sentido, me permito desglosar resumidamente una idea que podría poner un marco de humanismo adicional a nuestras FFAA para -de ese modo- empezar a recomponer ese entramado roto por el período en que el terrorismo de Estado los tuvo como protagonistas. Estamos en un tiempo en que los principales actores de ese tiempo están muriendo y con ellos se va la información que pueda llevarnos a conocer el destino de esos 197 compatriotas que todavía esperan por ser encontrados.

Es un tiempo en el que hay que considerar que la inmensa mayoría de los integrantes de la fuerza militar uruguaya ni siquiera eran nacidos cuando ocurrieron los hechos, sin embargo cargan con el peso de la enorme responsabilidad que heredaron por acciones de quienes les precedieron. Es tiempo de empezar a reconstruir esos lazos aún rotos para que la sociedad uruguaya sane definitivamente y eso, solo la verdad y la justicia podrán hacerlo, sin lugar a ninguna duda.

Mientras tanto, vivir en la calle...

Ese es el punto que quiero tratar hoy, el mientras tanto. Ese tiempo que transcurre sin que el honor se haga presente con la verdad y durante el cual transcurrimos con problemas que deben atenderse con urgencia. Y esos asuntos urgentes bien podrían ser atendidos por quienes hoy gozan de privilegios que no llegan a la inmensa mayoría de los uruguayos, ni siquiera a la inmensa mayoría de los propios integrantes de las FFAA. Privilegios que nos cuestan cientos de millones de dólares al año que deben ser cubiertos por Rentas Generales, es decir por todos nosotros sin excepciones.

En ese contexto, me pregunto si no es tiempo de asignar a las FFAA la misión de rescatar a las personas en situación de calle. Un problema urgente que merece una respuesta también urgente. Me pregunto si no es hora de que nuestras FFAA se conviertan en un verdadero Ejército de Salvación para los miles de uruguayos que sufren la vida callejera como única alternativa.

Las FFAA cuentan con la infraestructura necesaria y los recursos humanos (desde sanitarios hasta de instrucción en oficios), y bien podrían hacerse cargo -con asistencia de otros ministerios por supuesto, de una misión de vida como esa, que nos permita devolver la dignidad perdida a muchos que hoy solo acceden a estar en la intemperie más absoluta.

La ciudadanía reclama con urgencia la atención de esa problemática. 

La idea no es nueva ni siquiera original pues ya en ocasión del Diálogo Social dispuesto por Tabaré Vázquez durante su segundo mandato, existió una propuesta parecida de las FFAA (del Ejército, particularmente) relativa a asumir la rehabilitación de menores infractores con internación en establecimientos militares para ser instruidos en oficios y/o en la propia carrera militar si se despertaban vocaciones en algunos. Esa idea me lleva a proponer que se haga lo propio con las personas en situación de calle para que haya una genuina y rápida solución a una situación que genera malhumor social al tiempo de problemas de higiene, salud, seguridad.

No se trataría de otra cosa que de una acción humanitaria que devuelva la dignidad que se pierde viviendo en la calle. Las FFAA cuentan con cuarteles distribuidos a lo largo y ancho del país, con infraestructura que supera las propias necesidades de los batallones. Son expertos en oficios que bien podrían enseñar a quienes hoy pernoctan en la calle porque no tuvieron otra alternativa. Sería, además, una manera de empatizar con una sociedad que los observa con doble recelo: 1-  por el silencio impuesto sobre el destino de los desaparecidos y, 2- por ser quien costea sus privilegios mientras sufre los avatares de reformas que ponen en duda sus derechos sociales más indispensables.

Acciones como esta no le son ajenas, ya lo vivimos en ocasiones de catástrofes naturales como inundaciones o temporales que los tuvieron como principales protagonistas. Tampoco es que sea una misión permanente ya que la idea es que los asistidos se recuperen, aprendan oficios y/o adquieran los hábitos perdidos para que vuelvan a convivir en sociedad. Estoy seguro que muchos de ellos no aspiran a vivir en la calle de forma permanente sino que necesitan acceder a alguna oportunidad... como esta que se propone.

Seguramente haya otras medidas más inteligentes y apropiadas, pero la urgencia del problema no admite esperar por los tiempos burocráticos. Tampoco es que hayan los recursos suficientes para aplicar otras alternativas. Se viene el frío y la situación empeorará mucho más. Los refugios dan contención pero les falta la pata final de inclusión que bien podrían llevar adelante los promotores de aquella idea del Diálogo Social referida antes.

Es cuestión de actuar...

el hombre reflotó una idea,

el perro ladraba pidiendo atención...--

Fernando Gil Díaz
2025-05-19T12:00:00

Fernando Gil Díaz