Un Guapo Berreta de Cantina... Ismael Blanco

14.08.2025

Realmente hay cosas que no entiendo, como muchas otras cosas, en otros tantos ámbitos de la vida que me circunda. Con respecto a la política, entiendo que en principio hay reglas y criterios, que van desde la hermenéutica, la argumentación, la persuasión y el don de gente, aunque esto suene un poco antiguo.

Ahora bien, con mi edad, puedo decir que estoy en la militancia política desde muy joven; así como también en la militancia estudiantil y gremial, y aunque parezca que pertenezco al paleolítico, a esta altura puedo contabilizar de 43 para 44 años en dichas actividades, con diversas responsabilidades de todo tipo, sin perjuicio de que vengo de una familia muy comprometida, con la Historia grande de los que molieron a palos, mandaron presos y al exilio. Es decir, me siento profundamente convencido de mis ideales y me afirmo en ellos siempre y más aún en las más complejas y graves circunstancias.

Dicho esto, tengo un concepto del honor muy alto, concepto que puede sonar o parecer muy burgués, a tal punto que aún en mi condición de jurista durante años  debatí y me Interpelé por el orden establecido, de cómo se ubica el derecho a la Vida con respecto al derecho al Honor en el artículo 7 de la Constitución.

Con los años, comprendí y me convencí que sin honor no se puede vivir. Es más, siempre fui un convencido de que el derecho al duelo debía mantenerse en nuestro sistema jurídico porque es una forma de que quien ofende se haga cargo de su ofensa y piense, porque no es gratuito vociferar, porque si se injuria se difama, o simplemente se vocifera a sabiendas que esas acciones no pagan ningún precio, y así es que se promueve la más absoluta impunidad.

Desde joven tomé con naturalidad y comprendí porque el general Seregni se batió a duelo al menos en dos oportunidades y cuyo padrino fue otro gran patriota como el general Licandro. Admito en el tema todas las opiniones que puedan calificarse como más civilizadas a la mía, pero hoy me reafirmo en la que sostengo, que quizás termine siendo mía y solo mía; pero no importa, pues no busco aclamaciones, ni concensos, pretendo decir simplemente lo que pienso y eso a mí me basta.

 En definitiva, todo este prolegómeno es para decir como puede ser que a esta altura no hay uno, de los tantos legisladores y legisladoras que andan en la vuelta que no le baje los dientes al ordinario de Sebastián Da Silva. No me entra que no haya alguien con un poquito, una mínima gota de sangre jacobina, que aterrice a un berreta y jeton guapo de cantina, de dudosa hombría, pues nadie se la ha puesto a prueba y encima todos tienen fueros. Una buena caldosa nunca está de más para los giles de una barra brava que por si fuera poco nos entregaron el país, lo vaciaron y dejaron en bolas a un pueblo.


Dicho esto y sigo pensando por la paz en el mundo.

Hasta pronto.

 

Ismael Blanco
2025-08-14T19:57:00

Dr. Ismael Blanco