Un país, nuestro país. Federico Rodríguez Aguiar
26.12.2025
El final del año invita a frenar un poco y mirar el camino recorrido. No como un ejercicio de nostalgia, sino como una pausa necesaria para pensar lo que viene.
En un escenario global cada vez más exigente, donde la competitividad ya no se mide solo en números sino en capacidades, Uruguay tiene por delante la oportunidad de consolidar un proyecto de desarrollo que combine solidez interna e inserción internacional inteligente.
En ese marco, una de las fortalezas del país ha sido históricamente su capacidad de articular esfuerzos. Cuando los modelos productivos priorizan la cooperación, la complementariedad y la construcción colectiva, los resultados trascienden a los actores individuales y pasan a ser activos de todos. En economías de escala moderada, esa lógica no responde a una consigna, sino a una estrategia eficaz para multiplicar impactos y sostener el crecimiento.
Sobre esa base, el desarrollo también exige tomar decisiones responsables en materia de inversión. No toda inversión deja huella. La que realmente posiciona al país es la que se integra al entramado productivo, eleva estándares, genera empleo calificado y respeta el entorno institucional y social. Pensar a largo plazo implica asumir que la previsibilidad y la calidad de las reglas son, en sí mismas, ventajas competitivas.
Ese enfoque se vuelve aún más relevante cuando se observa la necesidad de fortalecer cadenas productivas y logísticas de forma integral. En un mundo donde la resiliencia y la confiabilidad pesan cada vez más, agregar valor, mejorar procesos y asegurar continuidad se transforman en factores decisivos. Allí, la buena gestión y la planificación estratégica marcan la diferencia entre simplemente participar o lograr destacarse.
Todo este proceso, además, está atravesado por la transformación digital. Pero su impacto no depende solo de la infraestructura, sino de las personas. Reducir brechas, formar capacidades y promover una cultura de adaptación permanente es clave para que la tecnología se traduzca en desarrollo real. En ese punto, el talento aplicado a la gestión pública y privada aparece como uno de los motores más importantes del progreso.
A partir de estas capacidades internas, el posicionamiento internacional requiere una mirada madura y estratégica. No se trata solo de competir, sino de elegir con inteligencia dónde liderar, dónde asociarse y cómo integrarse a dinámicas más amplias sin perder identidad ni autonomía. Hoy, la inserción exitosa se construye combinando especialización, cooperación y visión de largo plazo.
Con ese recorrido en mente, el nuevo año no se presenta como una hoja en blanco, sino como una etapa más de un proceso que se construye con decisiones consistentes. Fortalecer lo que ya existe, mejorar lo que todavía puede dar más y proyectarse al mundo con inteligencia parece ser la forma más sensata de avanzar. En ese equilibrio entre ambición y realismo, Uruguay tiene la oportunidad de seguir afirmando un camino propio, conectado al circuito internacional y apoyado en algo que conoce bien: pensar el desarrollo como una tarea colectiva.
Federico Rodríguez Aguiar. Analista en Marketing, egresado de la Universidad ORT-Uruguay, con sólida formación en estrategias comerciales y desarrollo económico. Su trayectoria académica está complementada por diversas certificaciones y cursos internacionales en áreas clave como la gestión pública, cooperación internacional, y liderazgo.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias