Una medicina con perspectiva social. Homero Bagnulo, Carlos Vivas
18.12.2025
El Fondo Nacional de Recursos (FNR) ha recibido un premio muy importante: el Premio Nacional 2025 de la Academia Nacional de Medicina por su trabajo titulado 'Programa de Prevención Secundaria Cardiovascular: A 20 años del inicio de su implementación'.
Realizado por Andrea Arbelo Etchart, Marcela Baldizzoni Montes, Rosana Gambogi Irigaray, Mariana Guirado Arnabal, Carolina Majó Bellagamba, Alvaro Niggemeyer Venditto, Gustavo Saona Olivera, e Isabel Wald Braudakis. Este galardón celebra el compromiso constante del FNR con la salud pública y reconoce un modelo de investigación clínica que es crucial.
El premio es un respaldo a un exitoso programa sanitario que ha estado funcionando durante dos décadas. La salud pública necesita constantemente el apoyo de estudios sólidos como éste, en la evaluación de los programas de prevención. Los estudios prospectivos y a largo plazo son esenciales para mantener políticas sanitarias que sean eficientes y que aseguren el bienestar de toda la población sin importar su situación social o económica. Este reconocimiento subraya cómo la investigación rigurosa es clave para un sistema de salud equitativo y efectivo.
La prevención secundaria cardiovascular es el conjunto de acciones y tratamientos que se aplican a una persona que ya ha tenido un evento cardiovascular (como un infarto, un accidente cerebrovascular, o que ha sido sometida a una cirugía o procedimiento como una angioplastia). Por ejemplo, después de un evento cardíaco, el riesgo de sufrir otro evento es mucho más alto. La prevención secundaria es un plan de protección a largo plazo para reducir ese riesgo drásticamente. Por tanto, el objetivo primario de la prevención secundaria es detener el avance de la enfermedad, evitar una recaída y prolongar la vida con la mejor calidad posible.
La importancia para el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) de contar con un programa de prevención secundaria cardiovascular eficiente es fundamental y se traduce en beneficios directos tanto para los pacientes como para la sostenibilidad económica y operativa del sistema.
El beneficio mejor conocido es la disminución de la mortalidad y de las complicaciones. Un programa de prevención secundaria eficiente reduce la tasa de muerte y la ocurrencia de nuevos eventos cardiovasculares (como un segundo infarto o ACV). Esto permite que los pacientes vivan más tiempo y con menos complicaciones. A su vez, estos resultados mejoran la calidad de vida, pues al prevenir eventos recurrentes, los pacientes mantienen una mayor independencia, capacidad funcional y bienestar general, lo que reduce la carga física y psicológica de la enfermedad crónica.
El otro aspecto que se debe valorar es el impacto de la prevención secundaria a nivel de las finanzas del Sistema Nacional Integrado de Salud. En primer lugar, se destaca la reducción de los reingresos hospitalarios. Los nuevos eventos cardiovasculares agudos (infartos, descompensaciones cardíacas) son extremadamente costosos para el sistema de salud. Un programa eficaz minimiza las hospitalizaciones de emergencia, el uso de unidades de cuidados intensivos y la necesidad de procedimientos de revascularización urgentes. Del mismo modo, los procedimientos de alta complejidad, como las angioplastias (ACTP) o las cirugías de revascularización (CRM), representan una gran inversión. Al reducir la necesidad de repetir estos procedimientos, el sistema libera recursos para atender a nuevos pacientes o financiar otras áreas. Otra dimensión de las finanzas de la salud es la eficiencia a largo plazo del programa. Aunque la prevención secundaria implica un costo inicial (farmacológico, seguimiento, personal), la inversión es costo-efectiva a largo plazo, ya que evita gastos sanitarios mucho mayores y recurrentes derivados de la mala gestión de la enfermedad crónica.
Según la publicación del FNR, las enfermedades cardiovasculares son responsables de casi 18 millones de muertes anuales a nivel mundial. Por ello, en 2004 comenzó con un programa de prevención secundaria cardiovascular. Este programa está centrado aquellos pacientes que fueron sometidos a procedimientos de revascularización coronaria, mediante cateterismo con angioplastia coronaria transluminal percutánea (ACTP) o cirugía cardíaca de revascularización miocárdica (CRM), así como el tratamiento con fibrinolíticos para el infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST. Entre los años 2003 y 2022 el FNR financió 53.227 procedimientos, de los cuales 5.268 pacientes aceptaron ingresar al PPSCV.
Luego de un seguimiento mediano de 10 años, el PPSCV se asoció con una reducción significativa de la mortalidad global. Esta es la medida más importante de todas, pues señala cuántas personas fallecen por cualquier causa (no solo por causas cardíacas) en el grupo estudiado. El programa redujo el número total de muertes en las personas que participaron en él. La publicación del Fondo también señala que se comprobó que la supervivencia a 15 años fue de 65,3% para quienes participaron del programa mientras para los que no le desearon participar la sobrevida en el mismo período fue de 56,3%.
El PPSCV logró aumentar la expectativa de vida en +0,82 años en quienes adhirieron al mismo. Esto significa que, en promedio, los pacientes que participan en el programa viven casi un año más que aquellos que no lo hacen. Aunque casi un año adicional puede parecer poco a primera vista, es un resultado de gran importancia por dos motivos: a) los problemas cardíacos son la principal causa de muerte, por lo que cualquier medida que logre agregar casi un año a la vida de pacientes que ya han tenido un evento grave es un beneficio de supervivencia muy significativo y demuestra la eficacia del programa; y b) este beneficio se obtiene a nivel de toda la población estudiada. Si se considera el alto número de pacientes revascularizados, el programa está añadiendo miles de años de vida en total a la población que participa, lo que representa un gran logro para la salud pública. El estudio concluye que el efecto beneficioso del programa se mantuvo en todos los períodos de tiempo analizados.
Estos resultados son sumamente auspiciosos. Su proyección en el sistema de salud va más allá de las habituales estadísticas biomédicas, que son los parámetros actuales para medir el impacto de los programas sanitarios. En el diseño de este programa, el Fondo Nacional de Recursos (FNR) adoptó y puso en práctica el enfoque de Michael Marmot, el cual exige contemplar siempre los determinantes sociales de la salud. En concreto, el FNR demostró este compromiso al entregar gratuitamente la medicación cardioprotectora requerida por los participantes, financiándose con fondos propios. La decisión de integrar los determinantes sociales en el diseño define y reafirma la misión social del FNR. Consciente de que una de las críticas a las estrategias de prevención es que tienden a beneficiar más a quienes tienen una mejor situación sociocultural y económica, el Fondo entendió la necesidad de desplegar herramientas específicas para facilitar la adherencia a aquellos en situación de desventaja. Esta estrategia de equidad es una de las explicaciones clave de que los resultados obtenidos fueran similares e incluso levemente superiores en los pacientes que pertenecían al subsector público respecto a quienes se asistían en el subsector privado. Como conclusión, podemos afirmar que los resultados de este estudio no solo son consistentes con la evidencia internacional sobre programas de prevención secundaria, sino que también validan el modelo del FNR como una política sanitaria efectiva y equitativa a largo plazo.
Referencias
Marmot M, Wilkinson R. Social Determinants of Health. The Solid Facts. 2 Ed. World Health Organization, Copenhagen, 2003
Dres. Homero Bagnulo; Carlos Vivas