Unos ciertos cascotazos. Danilo Arbilla
26.12.2025
Y se nos acaba el 2025 al tiempo que se cumplen los diez primeros meses de este cuarto gobierno de izquierdas. Y la precisión hay que hacerla: se habla de balance del primer año de gobierno y no es así.
Por ejemplo, no se contabilizan enero y febrero próximos, principales de una "temporada" que se imagina magnífica. También es cierto que la actividad en el primer trimestre mostraba crecimiento y en el tercero nos habla de caída.
Como decía Don Ramón, "en este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira", y esto importa marcarlo más cuando se trata de gobiernos "progresistas", expertos en relatos y unos maestros en cuándo hay que citar y recordar y cuándo no. Por ejemplo, unos días antes de la cumbre del Mercosur, nuestra Cancillería "gozaba y se reía" por la firma del acuerdo con la UE llevados de la mano por nuestro guía Luiz Inacio; sin embargo, Lula en realidad capotó y aquí igual locos de contento porque el Mercosur salió reforzado; sin recordar, eso sí, que ello porque se facilitó el camino iniciado y reclamado por Lacalle Pou. Lo mismo pasó con nuestra casa de diplomáticos -¿está bien dicho, no?- respecto al transpacífico: una cosa unos días antes y otra cosa al día después; y siempre sin citar.
Al pasar recuento parecería que no hubo muchas cosas para aplaudir, y que fueron más las que generan alarma y son motivo de preocupación. Quizá hablar de cascotazos como proponemos en el título sea demasiado, pero sin duda en estos meses ha habido un cierto manoseo de la Constitución.
No vamos a enumerar aquí los variados casos. Algunos han sido flagrantes, no se necesita ser jurista, ni abogado ni catedrático, basta con saber leer y escribir y un poco de sentido común.
Así como se ha dado un reiterado "toqueteo" ha surgido una copiosa competencia o convergencia en materia de análisis e interpretaciones, entre juristas, bufetes y académicos, más las propias oficinas y asesorías jurídicas de la burocracia estatal, que al ciudadano que vive y lucha por un peso y no esta para profundizar mucho, le entra la duda de cuán sagrada en la Constitución y si aquello de "Carta Magna" no será algo exagerado.
Antes se recurría a la Suprema Corte y a algún otro cuerpo con tarea específica, pero ahora no, hay una lucha, por decirlo así, entre informes y estudios que nadie sabe cual es realmente el que vale y al que hay que tomar en cuenta y como se mide: ¿en función de lo que se cobran -barato o caro, no sé qué es lo que más pesa, ni tampoco si hay licitación para estas consultas?-. ¿Cuánto se gasta en eso? La gente se lo pregunta. ¿Ha habido algún pedido de informes? O éstas son las cosas y temas sobre los que no se pregunta?
Hay a su vez cuerpos integrados por "cuota política", que "por supuesto entienden", los que hacen sentir " como fierro " al propio presidente, mas allá de lo que digan sus propias oficinas jurídicas. ¿Y el gasto?, ¿por qué pagarles a esos burócratas, a los que por muy preparados que estén y lo que hayan estudiado no se les hace caso?
Es más plata tirada y más impuestos: a los ricos, a los riquitos, a los que trabajan, a los jubilados y a todos, salvo a los que gozan de licencia gremial y los que cobran viáticos o beneficios especiales.
No es bueno ante los ojos de los ciudadanos dudar tanto de la Constitución y de lo que verdaderamente dice y cuánto vale lo que dice. Hay que cuidarla; es parte del balance.
Danilo Arbilla
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias