Y pagan los orientales. Danilo Arbilla

05.12.2025

Lo que pasa solo podría explicarse como un nuevo empuje de la siniestra dialéctica marxista de destruir para construir; aquello de que lo peor es lo mejor.

Es la única forma de entender este proyecto de Juan Castillo, ministro de Trabajo y "pope" del Partido Comunista Uruguayo (PCU), por el cual se le restan potestades básicas a los empresarios en el manejo de sus empresas (lo de "sus" en una ironía). En buen romance sus empleados  lo serán solo en el instante en que resuelve contratarlos, a partir de ahí en los hechos dejan de serlo, no puede cesarlos, cancelar el contrato, si no es con un  preaviso al estado, es decir a la burocracia frenteamplista, en el mejor de los casos, y por supuesto a la dirigencia sindical manejada por el PCU.

"Si nadie está pensando en despedir trabajadores y en irse del país, nadie tendría que preocuparse", enfatizó Castillo.

 El problema es que piensen. Que sueñen con que pueden manejar su empresa sin consultar. Los  instalados, que  ya mordieron el anzuelo, están fritos; el problema es lo que piensen los que pensaban en invertir en nuestro país: seguramente ellos que pueden pensar lo pensaran dos veces (valgan todas las redundancias).

 Imagínese el entusiasmo que puede provocar en un potencial inversor este nuevo estimulo: ya con el conflicto en el puerto quedó claro que no se puede innovar si no se da cuenta previa (al estado, al sindicato, al PCU), y  lo mismo ahora con cualquier tipo de reorganización  de personal (nada de reserva o cautela o manejo privado de "mis" cosas).

 Si a ese atribulado inversor, decididamente un hombre con algo de plata, se le empieza a refregar  un "impuesto a los ricos" propuesto por los malos (PCU), más los aumentos de algunos otros impuestos  "a los ricos", propuestos por los buenos - los astoristas- y  aprobado con el aporte de parte de la oposición (piensan en el presupuesto y  el pago de sueldos a los funcionarios).

 Y si además le dicen a ese "potencial"  que se olvide  del secreto bancario, que por ahora está ahí como balanceándose, pero que en su arremetida el bueno de la película -léase ministro Oddone, espejismo de Astori encargado de vender que todo sigue igual a como antes- pretendía que fuera un campo abierto, sin ningún tipo de garantías, para las garras y la voracidad de la DGI (siempre pensando en la burocracia) e inclusos hasta las  de las DGIs de otros lados. Pobre, nadie lo salva.

 Si tiene dólares y piensa en letras del Banco Central y unos pocos días de hotel sí, pero para mas allá tendrá que  pensar un poco más. Ver  si podrá disponer y ser dueño de su empresa primero y luego sopesar costo de mano de obra, costo sindical y no solo en licencias gremiales -¿cuánto cuesta un trabajo a reglamento?- y la  amenaza latente de más aportes por reforma jubilatoria del PIT-CNT-(PCU), y los altos costos en dólares (servicios y salarios) y  todo esto del atraso cambiario (del cual ahora ya ni Topolansky y Kechichian hablan); puede que llegue a la conclusión de que al momento de rescatar sus dólares solo recibirá chirolas.

 Esto es, está la opción de que les den muchas exoneraciones, recontra zonas francas, y descuentos a roletes  a constructores, turistas y residentes no uruguayos. Entonces sí.

 Mientras tanto, y por todavía, los orientales, los de a pie, los que trabajan, los que no son funcionarios, los que no se puedan ir, son los que pagan.

 

Danilo Arbilla

 

 

Columnistas
2025-12-05T20:26:00

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