OPINIÓN

¿Quién es la verdadera amenaza para la paz mundial?

17.06.2025

OTHER NEWS (Por María Teresa Felipe Sosa* – Diario Red) – Lo que se dirime hoy en Oriente Medio no es únicamente una guerra territorial. Es una batalla simbólica, jurídica y ética.

 

La historia no se repite por azar ni por fatalismo: se repite porque hay quienes la escriben, la manipulan y la imponen. Cuando el poder controla el relato, la verdad deja de ser un valor democrático para convertirse en herramienta de guerra. Se invoca la prevención mientras se perpetra la agresión; se llama defensa a lo que es exterminio; se invoca la paz mientras llueven bombas. Y demasiados compran ese discurso, envuelto en banderas, titulares prefabricados y silencios estratégicamente cómplices.

Hoy los misiles apuntan a Irán. Ayer fue Gaza. Antes fueron el Líbano, Siria, Yemen, a veces directamente, otras mediante terceros. Mañana, cualquier país o región que desafíe la hegemonía de Israel o de sus aliados puede ocupar el lugar del blanco designado. Mientras tanto, la Franja de Gaza continúa atrapada en una catástrofe humanitaria sin precedentes: sin electricidad, sin agua, sin futuro. Y mientras los proyectiles cruzan el cielo, las capitales del llamado "mundo libre": Washington, Bruselas, Londres; miran hacia otro lado. La firma del siguiente contrato millonario de armas no admite distracciones.

La impunidad de Israel no es un error diplomático. Es un privilegio estructural, el resultado de una maquinaria geopolítica que normaliza la violencia si esta sirve a determinados intereses estratégicos. En ese marco, el genocidio deja de ser un crimen lejano para convertirse en una responsabilidad compartida, alimentada por la hipocresía de quienes se proclaman defensores de los derechos humanos mientras actúan como proveedores del terror.

Israel no opera en soledad. Su capacidad para proyectar guerra, modelar el relato y deshumanizar al enemigo se sostiene en una red de alianzas que le garantiza respaldo diplomático, cobertura mediática y superioridad armamentística. Cada agresión se enmarca en un guion repetido hasta el agotamiento: legítima defensa. Y esa narrativa, instalada como dogma, funciona como escudo moral ante una opinión pública desinformada o simplemente extenuada. Así, las víctimas desaparecen dos veces: primero bajo los escombros, después de las portadas.

La paradoja nuclear: Irán, Israel y el privilegio de la impunidad

Como advertía Walter Benjamin, la historia la escriben los vencedores, y sus ruinas, las de los vencidos, apenas dejan espacio para otras voces. En el caso del conflicto entre Israel e Irán, no estamos simplemente ante una nueva escalada bélica, sino ante la continuidad de una lógica estructural: la que permite a ciertos actores ejercer violencia sin coste alguno, en nombre de una supuesta defensa civilizatoria.

Desde hace décadas, Israel ha construido su legitimidad internacional sobre la acusación constante de que Irán representa una amenaza existencial, particularmente por su supuesto programa nuclear con fines militares. Esa narrativa ha servido para justificar sanciones, aislamientos diplomáticos y operaciones encubiertas. Sin embargo, hay una paradoja tan evidente como silenciada: Israel nunca ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), posee un arsenal atómico estimado en más de 90 ojivas y mantiene una política de ambigüedad estratégica que lo protege de cualquier sanción o escrutinio real.

La asimetría es brutal. Irán, signatario del TNP y sujeto a inspecciones del OIEA, es tratado como una amenaza latente. Israel, por el contrario, ha logrado situarse fuera del marco legal internacional sin pagar ningún precio. Esta excepción no es anecdótica: es estructural. Y se sostiene en una red de complicidades que incluye a Estados Unidos, la Unión Europea y buena parte del ecosistema mediático occidental.

La reciente ofensiva iraní sobre suelo israelí marca un punto de inflexión. Por primera vez en décadas, Israel no enfrenta una milicia ni un actor no estatal, sino un Estado con capacidad de respuesta directa. Misiles hipersónicos han alcanzado Tel Aviv y Haifa. Más allá de la dimensión bélica, el mensaje es claro: el monopolio de la impunidad israelí ya no es incuestionable.

Y ante este escenario, surgen preguntas incómodas:

  • ¿Por qué la comunidad internacional tolera la existencia de un Estado nuclear no declarado en una de las regiones más inestables del planeta?
  • ¿Por qué se justifican ataques preventivos cuando los ejecuta una potencia respaldada por Occidente, pero se condenan cuando otros responden?
  • ¿Hasta qué punto la llamada "guerra contra el terrorismo" ha sido utilizada para encubrir una estrategia regional de dominación?

La excepción como norma

El problema no es solo quién tiene razón, sino quién tiene el derecho a ejercer la fuerza sin consecuencias. Israel ha operado durante décadas como una excepción permanente, como un enclave extraterritorial del poder occidental en el mundo árabe-islámico. Su impunidad ha sido la norma. Y como advirtió Hannah Arendt, cuando la excepción se normaliza, el Estado de derecho muere.

Si Israel responde con armamento nuclear, como temen algunos analistas, el desastre sería irreversible. No solo por el impacto inmediato, sino porque pondría en evidencia la absoluta bancarrota del orden internacional. ¿Qué papel jugaría entonces Pakistán, única potencia nuclear islámica? ¿Qué respuesta cabría esperar de otros países de la región? ¿Y qué responsabilidad asumirán las democracias liberales que han sostenido durante décadas esta arquitectura de doble rasero?

Lo que se dirime hoy en Oriente Medio no es únicamente una guerra territorial. Es una batalla simbólica, jurídica y ética. Nos interpela a todos, no por solidaridad abstracta, sino porque define el mundo que habitaremos: uno donde el poder impone su ley sin límites, o uno donde la legalidad internacional, la dignidad humana y el valor de la vida recuperan su lugar en la escena global.

*María Teresa Felipe Sosa (La Habana) es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de La Habana. Desde sus años de juventud ha estado vinculada a los medios, comenzando en la radio y consolidando su carrera como redactora de noticias en Tele Rebelde hasta 2024. Se ha formado en áreas como semiótica, edición audiovisual y narración deportiva, lo que complementa su experiencia en la creación de contenidos.

 

Imagen: Pixabay

Internacionales
2025-06-17T15:09:00

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