Cena para tontos

26.08.2025

WASHINGTON (Uypress/Andrea Marckgliano*) - Un Trump radiante. Alegre, casi juguetón. Con un ingenio rápido. Ésta fue la imagen que presentó el presidente de Estados Unidos inmediatamente después de sus reuniones con sus "aliados" europeos, especialmente con el ucraniano Zelenski. Quien, durante la conferencia de prensa final, casi tartamudeaba. Por una vez, con traje y corbata, a petición de Trump, quien no quería a un matón con camiseta de camuflaje en su mesa.

Pero Zelensky temblaba. Y era evidente que se aferraba a todo lo que podía para mantenerse a flote frente a Trump. Quien sonreía como un gato que acaba de comerse un ratón. O como si se estuviera preparando para comerse una tribu de ratones de granja.Sí, porque Trump logró el resultado que se propuso. Alineó a los europeos, demostrando claramente quién manda realmente. Es Washington. Y el resto son solo palabrería inútil. Solo sirve para pasar el rato.

El magnate ni siquiera tuvo que esforzarse. El belicismo proclamado por Starmer, Macron, Merz, Rutte y von der Leyen se reveló de inmediato como lo que realmente era. Palabras vacías. Carentes de sustancia.

Y nuestra Meloni... simplemente ausente.

Sin Estados Unidos, el resto de la OTAN es solo una farsa sin fundamento. Sirve para montar un espectáculo circense. No para declarar la guerra a Rusia.

Trump lo sabía y actuó en consecuencia.

La paradoja es que, desde su reunión amistosa con Putin en Alaska, no ha logrado nada. Ni la paz en Ucrania. Ni siquiera un alto el fuego temporal.El zar está negociando con Washington. Y declara que con Trump en la Casa Blanca, la famosa "operación especial" no habría sido necesaria. Todo se habría resuelto implementando los acuerdos de Minsk.

Probablemente sea cierto. Pero también lo es que estos acuerdos ya están obsoletos. Rusia ha ganado militarmente. Y pretende maximizar el resultado provocando el colapso del régimen de Kiev. Y, como mínimo, la neutralización de la futura Ucrania. O incluso su desaparición total del mapa político.

En cualquier caso, para Zelensky, que tartamudea con traje y corbata, es la sentencia de muerte la que está sonando.El espectáculo que montaron los europeos es vergonzoso. Tras tantas declaraciones, tanta polémica, tantas amenazas, argumentaron para intentar congraciarse con Trump. Un espectáculo que habría disgustado a las prostitutas ofreciéndose a sus clientes.

Trump rió bajo su bigote (que no tiene) y jugó, bromeó, como un maestro de circo a punto de subastar y vender en el matadero animales ahora estupefactos por sus jaulas.

Una cena de burla. Con un momento de verdad. Cuando el presidente declaró, apertis verbis, que estaba muy satisfecho con estas reuniones. Y que las hablaría por teléfono con Putin. Inmediatamente después.

Fin del juego. Basta de bromas. La política internacional es un asunto serio. Un asunto de adultos.

Que los europeos se callen y se pongan en fila.

*Andrea Marcigliano - Revista Electo

Internacionales
2025-08-26T11:54:00

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias