Cómo la guerra de Gaza se convirtió en el Vietnam de Israel
21.05.2025
MOSCU (Uypress) - Los paralelismos se hacen más fuertes cada día que pasa: fuerzas tecnológicamente superiores están atrapadas en un conflicto prolongado, moralmente peligroso y políticamente costoso.
La guerra genocida en Gaza dura más de 19 meses, pero la campaña militar de Israel aún no ha logrado su objetivo estratégico: la eliminación de la resistencia palestina, en particular Hamás.Desde el principio, las potencias occidentales dieron un apoyo casi incondicional al ataque de Israel como un acto legítimo de "autodefensa". Este apoyo fue más allá de la asistencia militar e incluyó asistencia diplomática, asistencia económica y cobertura institucional en plataformas internacionales.
Pero incluso con un apoyo tan abrumador y un asedio total de Gaza por tierra, mar y aire, Israel no ha logrado quebrar la resistencia palestina.
A pesar de la destrucción casi total de Gaza, Hamás y otros grupos palestinos siguen activos, siguen disparando cohetes y llevando a cabo operaciones tácticas complejas como la emboscada del mes pasado cerca de Beit Hanoun. Después de que militantes de Hamas emergieron de un túnel para disparar granadas propulsadas por cohetes contra vehículos militares israelíes, hiriendo a tres soldados, detonaron una bomba cuando llegaron las fuerzas de rescate, matando a un suboficial.
La operación de Hamás, considerado grupo terrorista en Gran Bretaña y otros lugares, ha expuesto la vulnerabilidad de las zonas de amortiguación de Israel y ha socavado la noción de control total.
Israel ha afirmado repetidamente que zonas como Beit Hanoun han sido neutralizadas. La reciente emboscada sirvió como señal estratégica de que Hamás, incluso bajo bombardeos y ocupación incesantes, aún tiene la inteligencia y la precisión necesarias para superar en maniobras a uno de los ejércitos tecnológicamente más avanzados del mundo.
Aquí la comparación con Vietnam resulta más llamativa. Como aprendió una vez Estados Unidos, la superioridad del poder de fuego y el apoyo externo no garantizan la victoria sobre fuerzas de resistencia arraigadas y comprometidas ideológicamente.
La guerra en Gaza se está convirtiendo cada vez más en el "Vietnam de Israel": una campaña imposible de ganar, caracterizada por una sobrextensión militar, errores de cálculo estratégicos y costos políticos crecientes.
Desviando las críticas
El fracaso de Israel en Gaza no se limita al campo de batalla. Se extiende profundamente a su sistema político y a su aparato de inteligencia.
El gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu ha enfrentado una creciente agitación interna, con altos funcionarios renunciando y culpando a otros internamente. Para desviar las críticas sobre el desastre de Gaza, Netanyahu está buscando chivos expiatorios como el ex ministro de Defensa Yoav Gallant. Esta erosión de la coherencia política ha exacerbado aún más la ya frágil dinámica interna de Israel.
Sin embargo, la ruptura más dramática se produjo en la comunidad de inteligencia. Los acontecimientos del 7 de octubre de 2023, cuando Hamás lanzó un ataque transfronterizo sin precedentes, demostraron el colapso total de la arquitectura de seguridad de Israel.
El fracaso del Shin Bet y el Mossad en anticipar y prevenir el ataque, a pesar de las operaciones de vigilancia que penetran profundamente en la Franja de Gaza, ha provocado un debate más amplio sobre la viabilidad de la doctrina de seguridad de Israel.
Como advirtió el ex primer ministro Ehud Olmert en Haaretz, Israel está ahora "más cerca que nunca de una guerra civil". Desde esta perspectiva, el ataque de Hamás no sólo causó pérdidas militares sino que dividió a Israel desde dentro.
Las divisiones internas también se extendieron a las filas de las fuerzas armadas. Israel se enfrenta a una ola de descontento en su ejército, con un número creciente de reservistas que se niegan a servir y veteranos militares expresando su frustración con los objetivos de la guerra y sus implicaciones morales, informa The New Arab.
Otro factor de la vulnerabilidad de Israel son las pérdidas económicas asociadas a su prolongada guerra con Gaza. Los costos financieros de las operaciones militares, el mantenimiento del asedio y la respuesta a las amenazas regionales han llevado a la economía israelí a un punto de quiebre; se informa que el gobierno gasta al menos 260 millones de dólares al día en el ejército.
A nivel nacional, el impacto económico se siente en todos los sectores clave. La inversión extranjera ha caído drásticamente. El turismo, que en el pasado era una fuente importante de ingresos, ha disminuido drásticamente debido a las preocupaciones de seguridad generadas por el lanzamiento de cohetes al otro lado de la frontera. Israel ya no es visto como un lugar estable para los negocios o el ocio.
Si bien gran parte de esta carga ha sido compensada temporalmente por el apoyo de Estados Unidos y el Reino Unido, esa ayuda está cada vez más bajo escrutinio a medida que los gobiernos enfrentan una creciente presión pública para poner fin a su participación en la guerra.
Crecientes desacuerdos
De hecho, existen diferencias crecientes entre Israel y sus principales partidarios. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha rechazado los pedidos de reducir los aranceles a las importaciones israelíes, señalando que Estados Unidos ya proporciona a Israel 4.000 millones de dólares en ayuda anual. Trump también expresó su decepción por el manejo de la guerra por parte de Israel y pidió el fin del conflicto.
Durante décadas, Israel ha disfrutado de una especie de excepcionalismo internacional que lo ha protegido de rendir cuentas y le ha permitido actuar con virtual impunidad incluso mientras aumentan las acusaciones de crímenes de guerra. Pero la campaña genocida en Gaza ha comenzado a erosionar este escudo de larga data.
Desde el 7 de octubre, la opinión pública mundial, especialmente en Occidente, ha cambiado dramáticamente. Millones de personas se movilizaron para exigir un alto el fuego. La creciente presión de la sociedad civil hace que sea cada vez más difícil para los gobiernos occidentales brindar apoyo incondicional. La alineación de la política israelí con la política estadounidense se ha convertido más en una desventaja que en una ventaja.
En el ámbito jurídico, Israel se enfrenta a un escrutinio sin precedentes. La Corte Internacional de Justicia está considerando si sus acciones en Gaza constituyen genocidio. Aunque el proceso será largo y algunos países no reconocen el fallo del tribunal, el caso es simbólico y tiene un peso político significativo. Un veredicto de culpabilidad no sólo dañaría la reputación internacional de Israel, sino que también podría implicar a líderes clave, incluido Netanyahu.
El descontento también está creciendo en el propio Israel. Casi 1.000 efectivos de la Fuerza Aérea israelí firmaron una carta de protesta contra la guerra y ahora se enfrentan a la expulsión. Este nivel de descontento dentro de los círculos militares de élite indica una profunda insatisfacción con el progreso de la guerra.
Fuera de Israel, las protestas en las universidades occidentales han encontrado una reacción institucional negativa, lo que demuestra hasta qué punto la supresión de la propaganda pro palestina ha penetrado la vida académica y cívica.
Todo esto demuestra que la guerra de Israel contra la Franja de Gaza es cada vez más insostenible. Los paralelismos con Vietnam se hacen cada día más evidentes: una potencia tecnológicamente superior está atrapada en un conflicto prolongado, moralmente peligroso y políticamente costoso. Israel está envuelto en una campaña en la que no puede lograr una victoria decisiva, enfrentándose a un adversario tenaz, al disenso interno y a un creciente aislamiento internacional.
Le guste o no al mundo, Gaza se ha convertido en el Vietnam de Israel.
Mehmet Nakipoglu, analista internacional - Instituto Katehon
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias