OPINION

El crimen organizado desangra Haití

06.03.2025

OTHER NEWS (Por Nestor Prieto – Descifrando la Guerra) – Haití, la nación más pobre del hemisferio occidental, sigue sumida en una profunda crisis securitaria, institucional y económica.

 

Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, el país caribeño está atrapado en una espiral de vacío de poder y violencia aprovechado por las pandillas. Tal es la magnitud del problema que, en la actualidad, los grupos del crimen organizado controlan hasta el 80% de la capital de Haití, Puerto Príncipe.

En el horizonte, unas cada vez más improbables elecciones presidenciales que pongan fin a un lustro de estériles gobiernos provisionales. El novedoso Consejo Presidencial de Transición (CPT), entidad creada en abril de 2024 para tratar de revivir la transición política, ha ordenado la creación de un organismo electoral que fiscalice el proceso. Sin embargo, parece difícil que puedan instalarse las urnas en un país donde gran parte del territorio está administrado por el crimen organizado.

Auge del crimen organizado en Haití

El Caribe siempre ha sido una ruta tradicional para el narcotráfico en su camino a Estados Unidos. El Cartel de Medellín, bajo el liderazgo de Pablo Escobar, ya usó Haití como una sede logística para el tráfico de cocaína. En la actualidad, gracias al control de las pandillas, las ricas aguas haitianas estarían sirviendo de choke point para el tráfico internacional de drogas, erigiéndose como un punto de conexión entre el sur del continente y norteamérica.

Los más de 1.700 kilómetros de accidentada costa y la cercanía geográfica con Estados Unidos han consolidado la ruta haitiana como una de las favoritas del crimen organizado. La situación llevó a que el expresidente Joe Biden incluyese a Haití, en el verano del 2023, en el listado de "principales países de productores y de tránsito de estupefacientes".

Sin embargo, no solo se trata de drogas: el tráfico de armas y de seres humanos también afecta a la nación antillana. Aunque no se cuenta con datos actualizados, se estimaba que el número de armas de fuego en circulación se habría duplicado en tan solo cuatro años de 291.000 en 2018 a más de 600.000 en 2022. Las cifras son, con seguridad, aún mayores. "Cuantas más armas entran, más control adquieren las bandas sobre puntos estratégicos como puertos y carreteras, lo que dificulta aún más a las autoridades detener el tráfico", aseguró Naciones Unidas.

El flujo descontrolado de armamento alimenta a las pandillas de Haití. En el último trimestre de 2024, más de 1.700 personas fueron asesinadas en la isla, según la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH, por sus siglas en francés). Estas cifras reflejan un aumento de la violencia del 22% respecto al anterior trimestre. El informe también destaca un incremento del 150% en los secuestros en comparación con el periodo anterior.

El informe detalla una situación caótica en todo el país, donde el control gubernamental se limita a un puñado de barrios de la capital y departamentos del interior. "Los miembros de pandillas han seguido violando y explotando sexualmente a mujeres y niñas, así como reclutando a niños para fortalecer su control sobre las poblaciones locales. Estas bandas también han mantenido su estrategia de restringir el movimiento de personas y vehículos en las principales vías de entrada y salida de la capital. Además, han llevado a cabo ataques y saqueos en edificios públicos y privados, incluidas escuelas y hospitales", concluye el organismo.

En los últimos años, las pandillas de Haití han experimentado un salto cualitativo, profesionalizando su estructura y estableciendo alianzas entre sí. Son organizaciones bien pertrechadas que ejercen el poder efectivo en vastas regiones del país.

Las Fuerzas Revolucionarias de la Familia G9, más conocidas como G9, son el principal grupo armado. Su actividad criminal no se limita a las drogas y los secuestros, sino que también han conseguido controlar gran parte del suministro de agua y combustible. Los grupos del crimen organizado de Haití llenan el vacío de poder estatal y ejercen una autoridad férrea en las zonas bajo su control.

En un pulso con el poder político, las pandillas exigieron la dimisión del primer ministro Ariel Henry en marzo de 2024. «Si Ariel Henry no dimite, si la comunidad internacional sigue apoyando a Ariel Henry, nos llevará directamente a una guerra civil que acabará en genocidio», advirtió Jimmy Chérizier, alias «Barbecue», expolicía y líder de G9. En un alarde de fuerza, los grupos criminales tomaron el aeropuerto internacional y asaltaron la principal prisión de Haití, liberando a miles de reos. El caos y la violencia se apoderaron del país, quedando en evidencia que sin la venia de las pandillas es imposible hacer avanzar una agenda política.

Henry, derrotado por las pandillas, dimitió y no pudo volver a ingresar en el país. Desde entonces, la Comunidad del Caribe (CARICOM) -organismo regional que agrupa, fundamentalmente, a los vecinos países del caribe anglófono- apoyó la creación del CPT que con enormes dificultades hoy "gobierna" la isla. No obstante, en su corta vida, el órgano político ya ha tenido varios de casos de corrupción y no cuenta con el apoyo de la totalidad del espectro político haitiano.

Como consecuencia, más de un millón de haitianos se encuentran desplazados internamente, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). A ello se suma los cientos de miles de connacionales que han migrado a terceros países: en la vecina República Dominicana -única frontera terrestre que tiene Haití- habría más de 500.000 migrantes en situación irregular; en Estados Unidos, más de 300.000 personas se habrían beneficiado del Estatus de Protección Temporal (TPS) que Donald Trump ya ha revocado.

Insuficiente respuesta internacional

La crisis haitiana trasciende sus fronteras. Además de los países de la CARICOM o de República Dominicana, afectados por la proximidad geográfica, toda América Latina y Estados Unidos observan con preocupación el escenario.

El último gran esfuerzo internacional para tratar de combatir la crisis de seguridad tuvo lugar en junio de 2024, con la creación de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad de Haití (MSS). El contingente, liderado por Kenia, ha superado los 1.100 efectivos desplegados a principios de 2025 tras el envío de 200 nuevos policías por parte de Nairobi. La misión también cuenta con unidades de El Salvador, Bahamas, Jamaica y Belice. No obstante, el principal sostén económico no son estos países vecinos, sino Estados Unidos, Canadá y otros países occidentales.

Los resultados de la MSS aún son escasos, pero su nacimiento ya ha sido controvertido. En Haití han sido desplegadas desde 1993 una decena de misiones, respaldadas por Naciones Unidas, con la intención de estabilizar el país. La más reciente, la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH), se disolvió en 2017 con un saldo gris y varios escándalos de explotación y abuso sexual a sus espaldas.

Esta vez, para evitar las críticas internas, la misión no se despliega bajo la bandera de Naciones Unidas. Aunque el Consejo de Seguridad de la organización internacional avaló la creación de la MMS, el millar de efectivos desplegados responden a un mando designado por Puerto Príncipe.

La gravedad de la crisis en Haití ha llevado incluso a Donald Trump, quien en su primer mes en la Casa Blanca anunció una "congelación total" de los fondos destinados a cooperación internacional, a hacer una excepción con el país caribeño. La nueva administración republicana ha aprobado una exención de 40 millones de dólares en asistencia extranjera.

"El primer objetivo es pacificar y acabar con eso de las pandillas [...] Estados Unidos seguirá apoyando el futuro de Haití", aseguró el Secretario de Estado, Marco Rubio, en su reciente visita a República Dominicana. "Estados Unidos no le va a pedir a ustedes [en referencia a Santo Domingo] que acepten una ola migratoria desde Haití; eso no lo tolera ningún país del mundo", añadió el político republicano.

Para Trump, que durante su campaña electoral puso en el foco a la migración haitiana acusándola de "comer perros", es prioritario controlar la ola migratoria del país. Ello explica que se haya aplicado esta exención y que Washington haya buscado con insistencia terceros países dispuestos a recibir deportados haitianos. Durante la reciente gira de Marco Rubio por Centroamérica y República Dominicana el expediente haitiano estuvo encima de la mesa y en la Casa Blanca incluso se baraja mantener la financiación a cambio de que la nación antillana reciba a conciudadanos deportados.

Incertidumbre y zozobra

Con una élite política coludida con el crimen organizado, un gobierno de transición desacreditado y dividido, y el poder de las pandillas en apogeo, resulta difícil vislumbrar una solución a la crisis haitiana a corto o medio plazo.

Quizás la MMS, formada por policías y no por militares, pueda aumentar discretamente el control gubernamental en los próximos meses. Sin embargo, en cualquier caso parece difícil que las anunciadas elecciones presidenciales, que deberían tener lugar a finales de este año 2025, puedan celebrarse cuando grandes partes del país siguen bajo control criminal.

 

Imagen: Unicef

 

Internacionales
2025-03-06T16:34:00

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