EL PRESIDENTE DICE QUE SU EX FUNCIONARIO "ESTÁ LOCO". EL DUEÑO DE TELSA: "GANÓ GRACIAS A MÍ".
Estalla un virulento choque entre Donald Trump y Elon Musk
05.06.2025
WASHINGTON (ANSA/por Alessandra Baldini) – Tras amarse tanto durante aproximadamente un año, Donald Trump y Elon Musk ahora están enfrentados, "en guerra".
"Tuvimos una gran relación, pero me sorprende que Elon me haya decepcionado mucho", declaró el presidente estadounidense a la prensa durante una comparecencia en el Despacho Oval junto al canciller alemán, Friedrich Merz.
Al escuchar a su ahora ex aliado llamarlo "desagradecido" en directo en X Musk lanzó la respuesta: "Sin mí, no habría ganado las elecciones", bramó el jefe de Tesla mientras el precio de las acciones de la compañía se desplomaba en Wall Street.
Ahora es un enfrentamiento abierto, después de que ambos negaran durante días que hubiera desacuerdos tras la despedida de Musk de su puesto en el gobierno.
El magnate reveló que lo había despedido. Y Elon se ha "vuelto loco", afirmó el republicano.
El idilio de la "extraña pareja" del Despacho Oval ha terminado: uno al frente de la superpotencia estadounidense, interpretado con fórmulas cada vez más imperialistas, el otro al mando de una galaxia industrial atada de pies y manos al ejecutivo gracias a contratos multimillonarios con el gobierno.
Órdenes que Donald Trump ahora amenaza con cancelar.
Fue la "Gran y Hermosa Ley", la ley de gastos del Partido Republicano que se debate en el Capitolio, la que deterioró las relaciones: "Elon conocía todos los mecanismos desde dentro", dijo Trump, presentándose como un mentiroso en directo en X. "Es falso, no sabía nada al respecto", respondió Musk, quejándose de que "la ley se aprobó en plena noche, tan rápido que casi nadie la leyó".
El deterioro de la relación entre ambos, a pesar de la "llave de oro" de la Casa Blanca que el presidente le dio al multimillonario el día de su despedida de Washington, se rumoreaba desde hacía días.
"Sin mí, Trump habría perdido las elecciones, los demócratas controlarían la Cámara de Representantes y los republicanos tendrían 51 a 49 en el Senado", atacó Elon en X, tachando al presidente de "desagradecido". Mientras tanto, las acciones de su gigante, en medio de la tormenta, cayeron otro 8%, quemando unos 100.000 millones de dólares en un abrir y cerrar de ojos.
"No sé si seguiremos teniendo una buena relación", admitió Trump en el Despacho Oval, volviendo a defender la maniobra presupuestaria, convencido de que las críticas del jefe de Tesla y Space X están relacionadas con la eliminación de los incentivos para los coches eléctricos.
Por no hablar del "no" del presidente a la elección del hombre de Musk como director de la NASA. Para el multimillonario, una "falsa reconstrucción: mantener los recortes a los incentivos para vehículos eléctricos y energía solar en la ley, aunque no se toquen los subsidios al petróleo y el gas (muy injusto!), pero eliminar la montaña de gastos de todo tipo que la ley contempla. O se hace una ley gruesa y fea, o una ley delgada y hermosa".
También en X, pues, la última provocación de Musk, quien lanza una encuesta que en pocos minutos recoge un río de síes: "¿Es hora de crear un nuevo partido político en Estados Unidos que realmente represente al 80% de la población media?".
La pregunta, que puede responderse durante 24 horas, es una locura, acumulando casi 300 mil respuestas en menos de una hora, con un 84% a favor. Musk, también protagonista el día de la juramentación del magnate, se había enamorado de Trump tras la adquisición de Twitter: tras renombrarlo como "X", como "el hijo predilecto", había adoptado posturas cada vez más favorables a la libertad de expresión descontrolada, criticando la "censura liberal" y a los demócratas, temas todos ellos muy queridos por Trump.
El pasado julio, tras el ataque en Pensilvania contra el candidato presidencial republicano, Musk le dio su apoyo y, desde entonces, había gastado más de 277 millones de dólares para traer al líder de Maga de vuelta a la Casa Blanca; correspondió, tras la victoria, con un mandato ilimitado para recortar el gasto público estadounidense a través del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental.
Una relación que parecía inquebrantable, pero que, como muchas historias, no duró mucho.
Imagen: ANSA/EPA
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