OPINIÓN
Macron rompe el silencio occidental con el reconocimiento del Estado palestino
25.07.2025
OTHER NEWS (Por Valeria M. Rivera Rosas* – Mundiario) – Lejos de ser un gesto simbólico, la decisión pretende reposicionar a Francia como actor clave en un tablero internacional marcado por la parálisis diplomática, la violencia enquistada en Gaza y la pérdida de credibilidad de Occidente en el mundo árabe.
El anuncio realizado por Emmanuel Macron de que Francia reconocerá oficialmente al Estado palestino en septiembre es más que una decisión diplomática: es una declaración de intenciones que trasciende la coyuntura y se proyecta como un desafío directo a la inercia internacional. Mientras Estados Unidos se mantiene en una postura inamovible y la Unión Europea actúa con una timidez casi patológica, Francia ha optado por asumir el coste político de situarse en el centro del conflicto israelí-palestino con una propuesta clara: o se reconoce la legitimidad de Palestina como Estado o se sigue alimentando una espiral interminable de violencia y desesperanza.
Hasta ahora, 148 países han reconocido al Estado palestino, pero ninguno de los grandes pesos pesados del G-7 había dado el paso. El gesto de Macron, por tanto, no es baladí. Rompe con el alineamiento tácito de Occidente con la narrativa israelí dominante y vuelve a colocar sobre la mesa el principio de equilibrio que tantas veces se ha invocado pero pocas veces se ha materializado: dos pueblos, dos Estados. No se trata solo de dar legitimidad simbólica a Palestina, sino de activar una nueva arquitectura diplomática en Oriente Próximo. En ese marco, Francia se reivindica como potencia mediadora capaz de desmarcarse tanto del inmovilismo estadounidense como del cortoplacismo europeo.
El momento elegido no es casual. El reciente fracaso de las negociaciones en Doha y el endurecimiento del discurso de Netanyahu -quien descarta cualquier concesión que parezca una «rendición» frente a Hamás- refuerzan la urgencia de una iniciativa que reactive las vías diplomáticas antes de que Gaza se hunda definitivamente en el caos. Macron, con su apelación a un alto el fuego inmediato, la liberación de rehenes y la reconstrucción de la Franja, dibuja un escenario postbélico en el que la creación del Estado palestino no es solo deseable, sino indispensable para evitar una descomposición regional aún mayor.
En su declaración, el presidente francés introduce además un elemento clave que suele estar ausente en el debate: la viabilidad del Estado palestino. No basta con reconocerlo; es necesario garantizar que ese Estado tenga territorio, instituciones, seguridad y autonomía reales. Eso implica una desmilitarización negociada -no impuesta- de Hamás, una reconstrucción internacional de Gaza y, sobre todo, el reconocimiento pleno de Israel por parte de las autoridades palestinas. En ese equilibrio se juega el éxito o el fracaso de esta iniciativa. Y Macron lo sabe: por eso ha acompañado su anuncio con una carta personal a Mahmud Abbas, subrayando la necesidad de compromisos mutuos y de una autoridad palestina que recupere legitimidad interna y externa.
La jugada no está exenta de riesgos. Francia vive una polarización creciente en torno al conflicto de Oriente Próximo. Las tensiones comunitarias, los recientes episodios de antisemitismo y la delicada convivencia entre comunidades judía y musulmana convierten cualquier movimiento en un potencial campo de minas político. No obstante, Macron ha optado por trascender el cálculo electoral y apostar por una visión de largo alcance. No es una actitud habitual en la diplomacia occidental reciente, más proclive a los parches que a los principios.
Este paso, además, reabre una cuestión incómoda para Europa: ¿qué papel quiere jugar en el escenario internacional? La tímida política exterior de la UE ha mostrado sus costuras durante la guerra en Gaza, con mensajes contradictorios, falta de unidad y una notable ausencia de liderazgo. El movimiento de Macron podría empujar a otros países -como Alemania o Italia- a replantearse su posición. España, que ya reconoció al Estado palestino, podría encontrar en Francia un socio para articular una postura común dentro del espacio europeo que rompa con la subordinación automática a Washington.
Por último, el reconocimiento del Estado palestino también debe leerse como un intento de restablecer la deteriorada imagen de Occidente en el mundo árabe y musulmán. La brutalidad de la ofensiva israelí en Gaza y la pasividad de los gobiernos occidentales han generado una profunda desconfianza que China y Rusia han sabido capitalizar. Si Macron consigue que su gesto tenga repercusión práctica -por ejemplo, promoviendo una conferencia internacional seria y vinculante- podría recuperar parte de ese terreno perdido y abrir un nuevo ciclo de mediación en una región asfixiada por los fracasos diplomáticos.
Francia, al parecer, ha decidido dejar de ser espectadora. El reconocimiento del Estado palestino no resolverá el conflicto por sí solo, pero marca un punto de inflexión: ya no basta con condenar la violencia o lamentar la crisis humanitaria. Es hora de actuar con coherencia. Y Macron ha decidido hacerlo. Ahora la pregunta es: ¿le seguirá alguien más?
*Valeria Rivera Rosas, escribe en MUNDIARIO, donde es la coordinadora general. Licenciada en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, se graduó en la Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín de Venezuela.
Imagen: Elysee
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