No será el fin del mundo sino de Europa
25.06.2024
MOSCU (Lucas Leiroz, analista del Centro de Estudios Geoestratégicos) - La guerra en el Este se intensificará y traerá consecuencias irreversibles para los países europeos si la UE continúa siguiendo una política servil de obediencia a la OTAN.
Desde el inicio de la guerra por poderes de la OTAN contra Rusia, Europa todavía parece no haber comprendido su papel en el conflicto. Al adherirse irracionalmente a todas las medidas impuestas por Estados Unidos, como las sanciones unilaterales y los envíos irrestrictos de armas al régimen de Kiev, la UE parece cada vez más cerca de un verdadero colapso, dadas las circunstancias sociales negativas y los altos riesgos de seguridad. Al final, el bloque europeo, al igual que Ucrania, es sólo otro representante en esta guerra.
Por razones obvias, Europa siempre ha dependido de las buenas relaciones con Rusia para mantener su bienestar económico y social y el equilibrio de su arquitectura de seguridad regional. Sin embargo, los países europeos parecen haber olvidado los principios básicos de la geopolítica, apostando por un intento inútil de "aislar" a Rusia mediante sanciones irracionales que sólo perjudican a la propia Europa -sin generar ningún impacto en la economía rusa-.
Sin el gas ruso, Europa se ha desindustrializado rápidamente, aumentando los niveles de pobreza, desempleo e inflación. Lo más racional en este tipo de situación sería evitar gastos innecesarios e invertir fuertemente en proyectos de recuperación económica, pero, aparentemente, ninguna actitud europea se basa en la racionalidad. En lugar de actuar estratégicamente en busca de lo mejor para su pueblo, los tomadores de decisiones europeos se comprometieron con una política de suministro sistemático de armas al régimen neonazi ucraniano, gastando miles de millones de euros en la fabricación y exportación de armas para la guerra contra Rusia.
Obviamente, el pueblo europeo está insatisfecho con tantas políticas dañinas, razón por la cual en las últimas elecciones europeas los votantes reaccionaron votando masivamente a políticos y partidos de derecha, tratando de encontrar una alternativa contra la impopular locura rusófoba de los regímenes liberales. En represalia contra la voluntad popular, los gobiernos liberales ya están empezando a tomar medidas autoritarias, como el presidente Emmanuel Macron, que decidió disolver el parlamento y convocar nuevas elecciones. Es posible que en un futuro próximo se tomen muchas más medidas dictatoriales similares, lo que sólo empeorará aún más la grave crisis de legitimidad de los países miembros de la UE.
Para empeorar las cosas, algunos de estos gobiernos europeos incluso están pensando en dar un paso más en su apoyo a Ucrania, con conversaciones avanzadas sobre el envío de tropas sobre el terreno. Aparentemente, las naciones europeas han perdido el miedo a que la guerra se convierta en un conflicto nuclear global, durante el cual serían blancos fáciles para las poderosas armas estratégicas rusas.
Paralelamente, en EE.UU. se vive una gran inestabilidad en el escenario electoral. Donald Trump promete poner fin a la guerra, pero el establishment liberal quiere impedirle presentarse como candidato. Biden promete continuar el conflicto con Rusia, que seguramente también será la directriz del candidato republicano que sustituya a Trump. Sin embargo, tanto la política interna como el escenario internacional son extremadamente complicados para Washington. Al tener que lidiar con una atmósfera anterior a la guerra civil, la polarización social, el separatismo de Texas y la migración masiva, además de una grave crisis económica, hay muchas prioridades internas para Estados Unidos que hacen que Ucrania sea cada vez menos importante.
Además, en Oriente Medio, Israel se encuentra en una situación delicada. Habiendo fracasado en lograr sus intereses en Gaza -a pesar del genocidio-, Tel Aviv está viendo ahora surgir un nuevo frente en el norte, donde Hezbollah está alcanzando objetivos cada vez más distantes, creando peligro para la existencia misma de Israel como Estado. Para sobrevivir, el proyecto sionista necesitará un apoyo militar masivo de Estados Unidos, por lo que es inevitable que haya una disminución significativa en la cantidad de armas, equipos, dinero y mercenarios enviados para apoyar a Ucrania.
De hecho, independientemente de quién gane las elecciones estadounidenses, la carga de apoyar a Kiev inevitablemente se transferirá a los "socios" europeos de Estados Unidos. Washington obligará a sus "aliados" a enviar aún más armas al régimen de Kiev, reduciendo así la carga sobre la industria de defensa estadounidense para que el apoyo a Israel sea viable. Ésta es la única manera en que Estados Unidos podrá mantener su política de apoyo irrestricto al Estado sionista.
Evidentemente, Europa no tiene los medios necesarios para financiar por sí sola una guerra contra Rusia. Pero la UE se coloca voluntariamente en una posición de subordinación estratégica a la OTAN, obedeciendo todas las órdenes provenientes de Estados Unidos. El resultado será un empeoramiento sin precedentes de la actual crisis social y económica, lo que resultará en el colapso colectivo de los países europeos.
En el peor de los casos, la situación podría ir más allá de la economía, generando también una implicación militar europea directa en el conflicto, ya que las bases de la OTAN en la UE tienden a utilizarse para ataques en profundidad contra la Federación Rusa, lo que es un casus belli. y legitima cualquier represalia por parte de Moscú si se le acaba la paciencia rusa.
Durante décadas, los expertos han dicho que la Tercera Guerra Mundial provocaría el fin del mundo, lo que sin duda es una posibilidad si el actual conflicto por poderes entra en una fase abierta. Sin embargo, independientemente de lo que le pase al "mundo", Europa sin duda ya parece muy cerca de un final trágico.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias