DIALOGO
Entrevista a Pablo Ferreri, director de la DGI.
21.03.2014
(Continuación).
Como recaudador, ¿sufrís por esas exoneraciones?
Ahí tenés que ver el número completo, no hay que enamorarse de los instrumentos. El esquema de promoción de inversiones se ha ido modificando en función de los objetivos que se han perseguido. En el siglo XX Uruguay tuvo una tasa de inversión inferior a la de Haití. Hoy es del 6%, no es casual que estos mayores volúmenes de inversión ocurran y, a la vez, ocurra una baja de los niveles de desempleo y una mejora de la actividad económica en general. Todo va de la mano. No es la promoción de la inversión por la inversión en sí misma, es la inversión atada a la generación de empleo. Si promociono inversión de calidad con empleos muy bien remunerados, pero eso va a ser efectivo solo si tengo gente que puede ir a trabajar ahí.
¿Cuánto crecieron los puestos de trabajo que están registrados?
Hoy Uruguay tiene récord de inscriptos de trabajo formal en todos los departamentos de Uruguay, en todos los giros de actividad y en todas las franjas etarias. Por ese lado vamos bien. Parte del desafío es lo que tiene que ver con la eficiencia y la eficacia del gasto público que es una herramienta muy poderosa para generar esta distribución de la riqueza. Tenemos un 5 o un 6% de desocupación general, pero si vemos en menores de 25 años y mujeres, nos vamos a más del 20%. Uruguay tiene un gasto público importante para lo que es su población y su nivel de desarrollo económico.
¿Por qué la oposición dice que es excesivo?
Para un enfoque de derecha todo lo que sea inversión social siempre va a ser un problema y está mal hecho.
Esas son parte de las críticas que desde una mirada de izquierda no son atendibles. El desafío futuro es orientar mejor el gasto hacia quiénes lo necesitan. El reenfocar el gasto como, por ejemplo, promoviendo planes de capacitación.
¿Reformular el MIDES?
No, el MIDES ha hecho un trabajo notable. Tiene que ver con más cosas, como con apuntalar más el proceso de investigación e innovación en Uruguay; por ejemplo, tiene que ver con una nueva institucionalidad en lo que tiene que ver con los procesos empresariales o productivos, un nuevo sistema nacional de competitividad. En estas cosas se ha avanzado pero claramente hay una agenda pendiente.
¿Por qué Uruguay está caro?
Estamos en un país que tiene una inversión muy reducida y con una población escasa donde los mercados son chicos y no hay infinidad de operadores económicos en los distintos rubros, también hubo costos que han ido en aumento y se han trasladado a muchos precios las mejoras en el salario real. La mejora de los salarios en Uruguay no es un costo, es parte de una deuda social que había en este país. La gente estaba muy mal remunerada y no cubría sus necesidades básicas y hoy -si bien hay necesidades que todavía no se cubren-, la mejora del salario real en Uruguay es innegable.
¿Dónde están los formadores de precios?
No es ilógico que ocurra. Una economía que ha pasado por diez años de bonanza importante, que ha importado inflación en dólares en el exterior también, que ha aumentado su consumo interno de manera notable. No creo que solo sea una explosión de consumismo sino que los uruguayos hoy están pudiendo consumir cosas que son necesarias para un estándar de vida mínimo. Todo eso es imposible en un mercado chico sin que finalmente no sea trasladado a precios. En Uruguay, por su contexto, tiene que ocurrir. El promedio de la inflación en los últimos cincuenta o sesenta años era del 60% de promedio anual.
Las presiones inflacionarias que tenemos hoy producto de esta situación tienen que ocuparnos de manera importante porque sabemos que quienes más lo sufren son los que más necesitan.
¿El Estado no tiene que actuar en algunos niveles de regulación del mercado para abaratar?
Se tienen que tener muy claro un rumbo económico y social y las herramientas no deben de ser elegidas en función de teorías o de dogmas sino en función de cuál es la que mejor funciona. La regulación del proceso en Uruguay ha sido ineficiente, basta ver la historia de la economía uruguaya.
El congreso del Frente Amplio fue una demostración de que había dos visiones en determinadas cosas.
Es innegable que hay diferencias de enfoques y puntos de vista. Está buenísimo que así ocurra, la unidad no implica unanimidad.
¿Giro a la izquierda?
Redireccionar el gasto hacia los que más lo necesitan, generar una reforma tributaria que haga que los que más ganan paguen más, sacar un montón de gente de la pobreza, mejorar las condiciones para que todos puedan apropiarse de la prosperidad, yo pensé que eran de izquierda. Capaz que para algunos no, para mí son.
Pretender resolver en seis meses este proceso que ha deteriorado la equidad en el Uruguay durante décadas me parece que no es viable. Creo en el radicalismo de los resultados. Con un rumbo claro, las herramientas pueden variar. En ese congreso vimos que se ponía un énfasis en aspectos tributarios como si eso fuera a resolver la inequidad en el Uruguay. Discutir si la tasa del Impuesto a la Renta Empresarial tiene que ser 25 o 30%, cuando tenés un 40% de los gurises que no terminan el liceo, es una discusión de segundo o tercer orden. El grueso de la reforma de la educación no está hecho, enfoquemos en las cosas que hay que refundar. También se decía que hay que eliminar las zonas francas, ¿por qué?, ¿porque sí? ¿Son un elemento para que se radiquen inversiones, generan mano de obra, dan trabajo de calidad? Si lo dan, démosle trabajo a los uruguayos, si no, sacalas. No es todo sí o todo no. Hay que tener un nivel de discusión que vaya más allá de los eslóganes. Porque, además, eliminar las zonas francas implica desconocer los contratos que ha firmado el Estado uruguayo con los actores que operan ellas.
¿Está bien fijar un porcentaje para la educación?
No comparto en absoluto atarse a porcentajes. Eso forma parte del instrumental. Es como discutir por ejemplo cuál es la tasa del Impuesto a la Renta, esas consideraciones tienen que estar en un plan de gobierno concreto: aumentar la imposición directa que grava mejor a los que más tienen, aumentar el presupuesto de la educación mejorando los resultados que se obtengan. Si después lo podés lograr con el 5%, con el 6% o con el 7% es otra cosa, pero no por llegar al 6% te garantiza que la educación va a ser fantástica. Poner a discutir a lo mejor de la izquierda sobre si será 5, 6 o 6,3% en vez de hacia dónde tiene que ir el proyecto educativo es errado. No puede terminar la discusión programática de más de un año de todos los técnicos del Frente Amplio en un porcentaje, ni en la educación, ni en ningún otro caso. No pasa por ahí.
¿Qué pasa en las elecciones con el Frente Líber Seregni?
Iría poniendo objetivos en función del nivel de prioridad que deben tener necesariamente. Para mí, el principal objetivo es que haya un tercer gobierno de izquierda, para no retroceder en los avances. Segundo, que ese triunfo ocurra con mayorías parlamentarias porque si no la agenda de reformas pendientes puede verse muy trastocada y enlentecida. Y el otro objetivo para nosotros es que el FLS vote muy bien. Es una puerta de entrada al Frente Amplio, entonces asegurando una buena votación del FLS vamos hacia una muy buena votación del Frente Amplio. Hay implícito un plebiscito sobre determinadas orientaciones. Hay distintas visiones en algunos temas, como por ejemplo el de la política económica. Las elecciones -una vez elegido votar a la izquierda- van a ser, dependiendo de a quién votes, una suerte de plebiscito sobre algunas cosas.
¿Enturbiado por Pluna? ¿Puede pagar un costo el FLS?
Por ejemplo, va a haber un plebiscito sobre la política económica. Se dice que hay visiones diferentes y eso va a estar plebiscitado. Aquí hay una concepción de política económica que le ha dado excelentes resultados a la ciudadanía. Eso va a estar en discusión. Si pasamos raya de todo lo que se ha logrado, el FLS debería de tener una buena votación, pero no alcanza con lo hecho, sino que pasa con entusiasmar con cosas de futuro. Tener una mirada propositiva en temas de educación, de infraestructura, de innovación, de seguridad, de salud, etc., creo que el FLS tiene mucho para proponerle a la ciudadanía. El tema de Pluna puede tener dos miradas, o tiene que tener distintos componentes. Una mirada puede ser que este proceso salió mal y entonces le echo la culpa al FLS, cosa que no corresponde porque era una cuestión del gobierno y no del FLS, así como la política económica era la del Frente Amplio y no del FLS. En segundo lugar, los frenteamplistas y los uruguayos valoran la valentía de enfrentar determinadas cosas aún sabiendo que el resultado puede no ser el mejor a nivel personal.
Compañeros del FLS asumieron costos importantes. Por ejemplo, el exministro de Economía, Lorenzo, se puso el tema al hombro y puede terminar siendo procesado. Los resultados de políticas basadas en un espíritu de flotar como un corcho, la gente los tiene claros y eso ha ocurrido en las últimas décadas y así quedó el país en el 2005. Acá hubo una decisión valiente de meterse con un tema que venía mal desde hace décadas y se asumieron costos: esa valentía es una cosa positiva. En mi cuadro quiero a gente que se la juegue, no quiero corchos. Somos de izquierda y vinimos a transformar la sociedad, y eso implica meterse con cosas que en su resultado final pueden salir mejor o peor. En el Frente Amplio hubo tensiones producto de visiones distintas en algunos temas pero fueron saldadas en un congreso con un programa que ya no es de nadie, porque termina siendo de todos. Ahora -como ha sido característico del Frente Amplio en toda su historia-, la discusión fundamental no pasa hacia el encargo, sino que la discusión pasa entre dos proyectos políticos y ahí todos tenemos que estar enfocados en nuestros esfuerzos. Acá la discusión no es el FLS con el Partido Socialista o con el MPP; la discusión es un proyecto político de izquierda contra un proyecto político de derecha.
Pero sos consciente de las mezquindades que hay en la interna y que cada uno va a tratar de sacar agua para su molino.
Que cada uno quiera tener su mejor expresión electoral es algo natural. Nadie incurre en una actividad para que le vaya mal. Es humano.
Y políticamente correcto.
No es una respuesta políticamente correcta. Estoy convencido de que el Frente Amplio va a ganar, pero no es algo ya asegurado. Acá va a haber un enfrentamiento de dos modelos de país y creo que el de la derecha es profundamente negativo para los uruguayos. Si no entendemos que la lucha está para ese lado, y además con un proyecto sin proyecto, porque basta ver las críticas furibundas que se hacen ahora sobre algunos temas, y son totalmente incongruentes e inconsistentes con lo que fue su actuación cuando tuvieron la oportunidad de gobernar. "La educación es un desastre y no se hace nada para mejorar la educación", le destinabas cuatrocientos cincuenta palos a la educación y más nada. ¿De qué me hablás? Ese es el adversario; no es Lorier, Sendic o Astori. El adversario es el proyecto político de la derecha que le pagaba sueldos a los policías de cinco mil pesos. "La seguridad es un desastre", ¿cuándo invirtieron en infraestructura, en tecnología o en mejorar y dignificar el salario policial? Nunca. Agarremos la educación, los maestros ganaban cinco mil pesos. Agarremos lo que era la inversión en seguridad, ¿cuál es la inversión en salud? Esa es la restauración de la derecha versus un proyecto político de izquierda. Ahí está el quid de la discusión de los próximos meses para todos nosotros.
Los candidatos de prácticamente todos los grupos van a ser los mismos dirigentes de hace cinco años.
La renovación necesariamente va a ir ocurriendo de mejor o peor manera, pero tampoco me gusta quedarme en la facilonga de "renovemos que ahora me toca a mí o a mi generación". Los pingos se ven en la cancha y tenés que demostrar que estás apto para suceder a los que están y tenés que demostrar que sos mejor. Y eso no se gana diciendo "renovemos", sino que se gana militando, gestionando, se gana laburando. También hay que generar condiciones para que eso pase. En el FLS ha ocurrido. Hablo de mi sector, mi caso es un ejemplo claro de eso. No fue una decisión cómoda poner a alguien de treinta y cuatro años a dirigir la DGI. Eso habilita a ir formando cuadros políticos. Hay que promover la inclusión de gente joven, pero no creo que se haga política con la cédula, después tenés que generar todos los méritos políticos, de gestión y de laburo militante para poder pretender ocupar responsabilidades crecientes.
Los líderes viejos son ombúes, no te dejan hacer nada. Hablo de mi caso, no siento que me hayan topeado.
Sos la mosca blanca, pero no hay mucha más gente.
Pero eso ocurre porque hay gente que me ha impulsado, me ha aconsejado y me cuida y me promueve. Estoy bajo uno de esos liderazgos fuertes de la izquierda, que es el de Danilo.
Si hubieses pretendido disputar su liderazgo...
Nunca me lo planteé. Me parece que es correcto que Danilo lidere este espacio y habrá alguien que lo liderará en otro momento.
Sendic también asoma, pero apunta al otro período, cuando ya no estén los viejos líderes.
La experiencia de l¿Se arregla todo con guita?
Luego de la crisis de 2002 teníamos un montón de gente que quedó excluida del sistema y que no está acostumbrada a convivir con las reglas del trabajo, de la educación, no porque no quiera hacerlo sino porque no ve que por ahí ocurre la prosperidad. Las respuestas no son exclusivamente desde lo económico sino que tienen que ser desde lo económico al servicio de lo social. Fundamentalmente pasa por cuestiones sociales. Lo redistributivo pasa por temas estructurales en Uruguay. Por ejemplo, en un próximo gobierno de izquierda la política redistributiva más importante para llevar adelante es la reforma de la educación. Cuando el 35% de los estudiantes de Secundaria no terminan el ciclo medio, estás en un lío. Si en Montevideo tenés gurises que están estudiando en el sector privado y tienen índices de deserción de Europa de la OCDE y a treinta cuadras de distancia tenés gurises que estudian en el sector público y tienen números del África subsahariana. Entonces, la redistribución no pasa por discutir la tasa del Impuesto a la Renta sino que pasa por qué vamos a hacer con este lío que tenemos en la educación. Además pasamos de un presupuesto del 3% de un PIB de quince mil millones de dólares a un 4.8 casi 5 de un PIB que hoy es de cincuenta mil millones de dólares. Casi que se quintuplicó la plata que se puso. También estás pagando una deuda histórica que tenías con la educación y eso es deseable que sea aumentado incluso pero a la vez tiene que estar definido claramente cuál es el rumbo de la educación uruguaya.
Diez años de gobierno de izquierda con plata y no se pudo reformar la educación. En la DGI hiciste una reforma institucional que te dio resultado. ¿Por qué no somos capaces de hacer algo así en la educación?
Hay tres o cuatro rasgos que definieron a la reforma exitosa de la DGI que son aplicables a lo que tiene que ocurrir con la reforma de la educación. Acá hubo una enorme voluntad política que sustenta a todo lo demás y se formó un equipo multidisciplinario con gente más allá de su ideología política que trabajó en el diseño del nuevo sistema tributario. Además, eso tuvo consultas con la ciudadanía. El proyecto de reforma tributaria tuvo más de cien cambios antes de ser aprobado por el Parlamento. Hubo un liderazgo claro de parte de Danilo Astori como ministro de Economía y con el apoyo de Tabaré. Voluntad política, liderazgo, ir contra los preconceptos. Equipos integrados por los mejores sin importar quiénes sean, son las claves del éxito de la reforma del sistema tributario y de la DGI que son absolutamente extrapolables a cualquier situación, y específicamente en el caso de la educación. Creo que hay un elemento fundamental y es que este proceso de reforma no puede ocurrir sin los docentes y es un tanto maniqueo ponerlos como el único obstáculo en este problema porque creo que hay mucha gente con ganas de aportar cosas.
Esto no implica que el foco tenga que estar puesto en los docentes. El foco tiene que ser el alumno. Si bien ha habido mejoras, creo que el salario de los docentes tiene que mejorar y todo eso tiene que estar atado a la productividad y a lo que se brinda.
En nuestro número anterior, Faig dijo que nunca la burguesía hizo tanta plata como en estos años.
En la distribución de la riqueza comparada con lo que es la tradición en nuestro país y el aprecio que tienen los uruguayos por la igualdad y la equidad no estamos bien.
Desde el año 94 al 2004 la relación de lo que ganaba el quintil más rico sobre el quintil más pobre era de unas diecinueve veces, hoy está en once coma ocho. ¿Estamos de acuerdo con que el quintil más rico gane doce veces más que el quintil más pobre? No, porque si no, no sos de izquierda. En algunos casos se dice que el modelo está agotado pero lo que no hay es un modelo. Tiene que haber un rumbo claro. Nosotros rompimos el paradigma de que primero había que crecer para repartir la torta. Ver cómo potenciar esos escenarios de equidad y de crecimiento es el desafío que tiene que ver con cosas que trascienden a la economía y pasan por cuestiones estructurales de mejorar las capacidades del Uruguay. Nuestro país hoy tiene un tope de crecimiento por debajo de sus capacidades estructurales y en su capacidad de redistribuir si no se genera gente que pueda apropiarse de ese mayor valor, y esto solo se sostiene con mejoras en la educación. Otro punto, acá se da la discusión de que se promocionan las inversiones o se hacen exoneraciones por inversiones.
Como recaudador, ¿sufrís por esas exoneraciones?
Ahí tenés que ver el número completo, no hay que enamorarse de los instrumentos. El esquema de promoción de inversiones se ha ido modificando en función de los objetivos que se han perseguido. En el siglo XX Uruguay tuvo una tasa de inversión inferior a la de Haití. Hoy es del 6%, no es casual que estos mayores volúmenes de inversión ocurran y, a la vez, ocurra una baja de los niveles de desempleo y una mejora de la actividad económica en general. Todo va de la mano. No es la promoción de la inversión por la inversión en sí misma, es la inversión atada a la generación de empleo. Si promociono inversión de calidad con empleos muy bien remunerados, pero eso va a ser efectivo solo si tengo gente que puede ir a trabajar ahí.
¿Cuánto crecieron los puestos de trabajo que están registrados?
Hoy Uruguay tiene récord de inscriptos de trabajo formal en todos los departamentos de Uruguay, en todos los giros de actividad y en todas las franjas etarias. Por ese lado vamos bien. Parte del desafío es lo que tiene que ver con la eficiencia y la eficacia del gasto público que es una herramienta muy poderosa para generar esta distribución de la riqueza. Tenemos un 5 o un 6% de desocupación general, pero si vemos en menores de 25 años y mujeres, nos vamos a más del 20%. Uruguay tiene un gasto público importante para lo que es su población y su nivel de desarrollo económico.
¿Por qué la oposición dice que es excesivo?
Para un enfoque de derecha todo lo que sea inversión social siempre va a ser un problema y está mal hecho.
Esas son parte de las críticas que desde una mirada de izquierda no son atendibles. El desafío futuro es orientar mejor el gasto hacia quiénes lo necesitan. El reenfocar el gasto como, por ejemplo, promoviendo planes de capacitación.
¿Reformular el MIDES?
No, el MIDES ha hecho un trabajo notable. Tiene que ver con más cosas, como con apuntalar más el proceso de investigación e innovación en Uruguay; por ejemplo, tiene que ver con una nueva institucionalidad en lo que tiene que ver con los procesos empresariales o productivos, un nuevo sistema nacional de competitividad. En estas cosas se ha avanzado pero claramente hay una agenda pendiente.
¿Por qué Uruguay está caro?
Estamos en un país que tiene una inversión muy reducida y con una población escasa donde los mercados son chicos y no hay infinidad de operadores económicos en los distintos rubros, también hubo costos que han ido en aumento y se han trasladado a muchos precios las mejoras en el salario real. La mejora de los salarios en Uruguay no es un costo, es parte de una deuda social que había en este país. La gente estaba muy mal remunerada y no cubría sus necesidades básicas y hoy -si bien hay necesidades que todavía no se cubren-, la mejora del salario real en Uruguay es innegable.
¿Dónde están los formadores de precios?
No es ilógico que ocurra. Una economía que ha pasado por diez años de bonanza importante, que ha importado inflación en dólares en el exterior también, que ha aumentado su consumo interno de manera notable. No creo que solo sea una explosión de consumismo sino que los uruguayos hoy están pudiendo consumir cosas que son necesarias para un estándar de vida mínimo. Todo eso es imposible en un mercado chico sin que finalmente no sea trasladado a precios. En Uruguay, por su contexto, tiene que ocurrir. El promedio de la inflación en los últimos cincuenta o sesenta años era del 60% de promedio anual.
Las presiones inflacionarias que tenemos hoy producto de esta situación tienen que ocuparnos de manera importante porque sabemos que quienes más lo sufren son los que más necesitan.
¿El Estado no tiene que actuar en algunos niveles de regulación del mercado para abaratar?
Se tienen que tener muy claro un rumbo económico y social y las herramientas no deben de ser elegidas en función de teorías o de dogmas sino en función de cuál es la que mejor funciona. La regulación del proceso en Uruguay ha sido ineficiente, basta ver la historia de la economía uruguaya.
El congreso del Frente Amplio fue una demostración de que había dos visiones en determinadas cosas.
Es innegable que hay diferencias de enfoques y puntos de vista. Está buenísimo que así ocurra, la unidad no implica unanimidad.
¿Giro a la izquierda?
Redireccionar el gasto hacia los que más lo necesitan, generar una reforma tributaria que haga que los que más ganan paguen más, sacar un montón de gente de la pobreza, mejorar las condiciones para que todos puedan apropiarse de la prosperidad, yo pensé que eran de izquierda. Capaz que para algunos no, para mí son.
Pretender resolver en seis meses este proceso que ha deteriorado la equidad en el Uruguay durante décadas me parece que no es viable. Creo en el radicalismo de los resultados. Con un rumbo claro, las herramientas pueden variar. En ese congreso vimos que se ponía un énfasis en aspectos tributarios como si eso fuera a resolver la inequidad en el Uruguay. Discutir si la tasa del Impuesto a la Renta Empresarial tiene que ser 25 o 30%, cuando tenés un 40% de los gurises que no terminan el liceo, es una discusión de segundo o tercer orden. El grueso de la reforma de la educación no está hecho, enfoquemos en las cosas que hay que refundar. También se decía que hay que eliminar las zonas francas, ¿por qué?, ¿porque sí? ¿Son un elemento para que se radiquen inversiones, generan mano de obra, dan trabajo de calidad? Si lo dan, démosle trabajo a los uruguayos, si no, sacalas. No es todo sí o todo no. Hay que tener un nivel de discusión que vaya más allá de los eslóganes. Porque, además, eliminar las zonas francas implica desconocer los contratos que ha firmado el Estado uruguayo con los actores que operan ellas.
¿Está bien fijar un porcentaje para la educación?
No comparto en absoluto atarse a porcentajes. Eso forma parte del instrumental. Es como discutir por ejemplo cuál es la tasa del Impuesto a la Renta, esas consideraciones tienen que estar en un plan de gobierno concreto: aumentar la imposición directa que grava mejor a los que más tienen, aumentar el presupuesto de la educación mejorando los resultados que se obtengan. Si después lo podés lograr con el 5%, con el 6% o con el 7% es otra cosa, pero no por llegar al 6% te garantiza que la educación va a ser fantástica. Poner a discutir a lo mejor de la izquierda sobre si será 5, 6 o 6,3% en vez de hacia dónde tiene que ir el proyecto educativo es errado. No puede terminar la discusión programática de más de un año de todos los técnicos del Frente Amplio en un porcentaje, ni en la educación, ni en ningún otro caso. No pasa por ahí.
¿Qué pasa en las elecciones con el Frente Líber Seregni?
Iría poniendo objetivos en función del nivel de prioridad que deben tener necesariamente. Para mí, el principal objetivo es que haya un tercer gobierno de izquierda, para no retroceder en los avances. Segundo, que ese triunfo ocurra con mayorías parlamentarias porque si no la agenda de reformas pendientes puede verse muy trastocada y enlentecida. Y el otro objetivo para nosotros es que el FLS vote muy bien. Es una puerta de entrada al Frente Amplio, entonces asegurando una buena votación del FLS vamos hacia una muy buena votación del Frente Amplio. Hay implícito un plebiscito sobre determinadas orientaciones. Hay distintas visiones en algunos temas, como por ejemplo el de la política económica. Las elecciones -una vez elegido votar a la izquierda- van a ser, dependiendo de a quién votes, una suerte de plebiscito sobre algunas cosas.
¿Enturbiado por Pluna? ¿Puede pagar un costo el FLS?
Por ejemplo, va a haber un plebiscito sobre la política económica. Se dice que hay visiones diferentes y eso va a estar plebiscitado. Aquí hay una concepción de política económica que le ha dado excelentes resultados a la ciudadanía. Eso va a estar en discusión. Si pasamos raya de todo lo que se ha logrado, el FLS debería de tener una buena votación, pero no alcanza con lo hecho, sino que pasa con entusiasmar con cosas de futuro. Tener una mirada propositiva en temas de educación, de infraestructura, de innovación, de seguridad, de salud, etc., creo que el FLS tiene mucho para proponerle a la ciudadanía. El tema de Pluna puede tener dos miradas, o tiene que tener distintos componentes. Una mirada puede ser que este proceso salió mal y entonces le echo la culpa al FLS, cosa que no corresponde porque era una cuestión del gobierno y no del FLS, así como la política económica era la del Frente Amplio y no del FLS. En segundo lugar, los frenteamplistas y los uruguayos valoran la valentía de enfrentar determinadas cosas aún sabiendo que el resultado puede no ser el mejor a nivel personal.
Compañeros del FLS asumieron costos importantes. Por ejemplo, el exministro de Economía, Lorenzo, se puso el tema al hombro y puede terminar siendo procesado. Los resultados de políticas basadas en un espíritu de flotar como un corcho, la gente los tiene claros y eso ha ocurrido en las últimas décadas y así quedó el país en el 2005. Acá hubo una decisión valiente de meterse con un tema que venía mal desde hace décadas y se asumieron costos: esa valentía es una cosa positiva. En mi cuadro quiero a gente que se la juegue, no quiero corchos. Somos de izquierda y vinimos a transformar la sociedad, y eso implica meterse con cosas que en su resultado final pueden salir mejor o peor. En el Frente Amplio hubo tensiones producto de visiones distintas en algunos temas pero fueron saldadas en un congreso con un programa que ya no es de nadie, porque termina siendo de todos. Ahora -como ha sido característico del Frente Amplio en toda su historia-, la discusión fundamental no pasa hacia el encargo, sino que la discusión pasa entre dos proyectos políticos y ahí todos tenemos que estar enfocados en nuestros esfuerzos. Acá la discusión no es el FLS con el Partido Socialista o con el MPP; la discusión es un proyecto político de izquierda contra un proyecto político de derecha.
Pero sos consciente de las mezquindades que hay en la interna y que cada uno va a tratar de sacar agua para su molino.
Que cada uno quiera tener su mejor expresión electoral es algo natural. Nadie incurre en una actividad para que le vaya mal. Es humano.
Y políticamente correcto.
No es una respuesta políticamente correcta. Estoy convencido de que el Frente Amplio va a ganar, pero no es algo ya asegurado. Acá va a haber un enfrentamiento de dos modelos de país y creo que el de la derecha es profundamente negativo para los uruguayos. Si no entendemos que la lucha está para ese lado, y además con un proyecto sin proyecto, porque basta ver las críticas furibundas que se hacen ahora sobre algunos temas, y son totalmente incongruentes e inconsistentes con lo que fue su actuación cuando tuvieron la oportunidad de gobernar. "La educación es un desastre y no se hace nada para mejorar la educación", le destinabas cuatrocientos cincuenta palos a la educación y más nada. ¿De qué me hablás? Ese es el adversario; no es Lorier, Sendic o Astori. El adversario es el proyecto político de la derecha que le pagaba sueldos a los policías de cinco mil pesos. "La seguridad es un desastre", ¿cuándo invirtieron en infraestructura, en tecnología o en mejorar y dignificar el salario policial? Nunca. Agarremos la educación, los maestros ganaban cinco mil pesos. Agarremos lo que era la inversión en seguridad, ¿cuál es la inversión en salud? Esa es la restauración de la derecha versus un proyecto político de izquierda. Ahí está el quid de la discusión de los próximos meses para todos nosotros.
Los candidatos de prácticamente todos los grupos van a ser los mismos dirigentes de hace cinco años.
La renovación necesariamente va a ir ocurriendo de mejor o peor manera, pero tampoco me gusta quedarme en la facilonga de "renovemos que ahora me toca a mí o a mi generación". Los pingos se ven en la cancha y tenés que demostrar que estás apto para suceder a los que están y tenés que demostrar que sos mejor. Y eso no se gana diciendo "renovemos", sino que se gana militando, gestionando, se gana laburando. También hay que generar condiciones para que eso pase. En el FLS ha ocurrido. Hablo de mi sector, mi caso es un ejemplo claro de eso. No fue una decisión cómoda poner a alguien de treinta y cuatro años a dirigir la DGI.o que está haciendo Raúl me parece muy buena. Es un tipo que tiene ganas de hacer cosas y se anima a hacerlas. Lo podés hacer creando un grupo desde cero -como es el caso de Raúl-, o lo podés hacer dentro de una estructura partidaria existente e ir viendo cómo se va dando el proceso. Tanto un camino como el otro son válidos y me parece bueno que alguien como Raúl sea una figura de recambio de la izquierda uruguaya porque tiene muchísimo para aportar.
¿Por qué Danilo se rodea de hinchas de Peñarol siendo fanático bolso?
En eso Danilo termina reconociendo sus limitaciones y que tiene que recurrir a gente con sensibilidades más elevadas.
¿Ya te pudrió la DGI?
No, hasta el día de hoy no, todos los días cuando me levanto vengo contentísimo a laburar a la DGI.
¿El Frente gana la Intendencia?
La gana y la gana bien, porque entre otras cosas no hay un proyecto político alternativo. Igual creo que Montevideo se merece un cambio importante en cuanto a lo que se les brinda a los ciudadanos.
¿Estás insatisfecho con la gestión municipal frentista?
Hay cosas que tienen que ser corregidas y algunas cosas son debes más de la fuerza política que de quien ocupe el sillón municipal. Por ejemplo, hoy hay una intendenta como Ana Olivera que se labura todo, pero hay cosas que no han mejorado. Eso tiene mucho que ver con la forma en que el Frente apuntala la gestión. Apuntalar la gestión significa saber que quizás en algunos lugares no vas a poner a gente de tu sector sino que vas a poner a los más capaces y alguno, incluso, capaz que no es del Frente. Tener esa cabecita abierta para poder poner a gente que haga bien las cosas implica un proceso de apoyo del Frente. Ahí sí que hay que tener una visión profundamente de izquierda de romper paradigmas, preconceptos y culturas organizacionales en las cuales hoy se notan ciertas inercias. Es como con la educación. El tema fundamental es dónde ponés el foco. Si lo ponés en el funcionario municipal o en el docente le estás errando. El foco, con la colaboración del funcionario municipal y el docente, está en un caso en el ciudadano y en el otro caso en el alumno. Y si no entendemos que la basura la tenemos que juntar estamos en un problema.
Como izquierda no se ha logrado desarrollar la cultura del trabajo de la cual hablaste. Fomentar eso es lucha ideológica. En algunos lugares del Estado se ha logrado pero en otros ha sido un fracaso porque ni siquiera se plantea. Es esa cola de paja; no podés ser duro con los trabajadores porque son compañeros.
A veces tenés que ser arriesgado, atrevido y romper paradigmas. No loco, acá venís a laburar. Acá en la DGI ese cambio por suerte se hizo, costó pero ahora acá todos vienen a laburar ocho horas como mínimo. ¡Hay que laburar! Después de laburar, vemos. Lo que decía el Cuqui de: "Hago como que les pago y ellos hacen como que laburan" es la peor concepción con respecto al servicio público. La remuneración tiene que ser la mejor posible pero también hay que exigir acorde. Hay una anécdota del Pepe que cuando estaba en el Ministerio de Ganadería durante dos o tres años se cruzaba con una funcionaria y nunca la vio laburar. Tenés que ir contra eso y requiere mucha valentía, porque hay corporativismos que hay que enfrentar.
Por Jorge Lauro y Alfredo Garcia / fotos Rodrigo López
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias