COLUMNA
Jorge Batlle: un viejo liberal
25.10.2016
MONTEVIDEO (Uypress) – Reproducimos la columna publicada por Esteban Valenti, el 2 de junio de 2000 en el diario La República.
Con una capacidad de comunicación renovada, despojada de las exigencias de las campañas electorales y de las disputas políticas y parlamentarias el presidente Jorge Batlle ha hecho una síntesis muy precisa y muy justa de su pensamiento político: "Soy un viejo liberal". Y esta definición no es un ritual teórico, una ocurrencia de ocasión, es la línea central de su pensamiento y de su acción.
El presidente Batlle a diferencia de sus antecesores está logrando que a pesar de la grave y compleja situación económica y social, perteneciendo al mismo partido que gobernó en el período anterior, su imagen sea positiva y los niveles de aceptación de su gestión sean muy altos y crucen todo el espectro político nacional, incluyendo un buen número de electores de izquierda.
Ha logrado ocupar espacios muy importantes del escenario nacional y -para utilizar el nuevo lenguaje de la política-, ha tenido la iniciativa al colocar temas centrales de la agenda nacional.
La izquierda tiene la obligación y la necesidad de situarse correctamente, de interpretar adecuadamente estos nuevos procesos y los nuevos personajes del poder, porque lo errores y las aproximaciones primarias se pagan muy caras. Se pagan generalmente con la pérdida de iniciativa cultural, ética y como consecuencia política.
Hay un rasgo, un elemento de la acción -y por ende del pensamiento de Batlle- que interesa mucho resaltar y que representa una novedad: ha impuesto por encima de todo la supremacía de la política, en particular, por encima de la economía que había sido elevada a "verdad sacrosanta e inconmovible" a rectora de todas las cosas. La política -en el mejor sentido de la palabra-, adquirió una nueva dignidad. Ahora vuelven a hablar los políticos de política y los cajeros han vuelto a un segundo lugar.
Es una operación difícil, compleja en un mundo donde las categorías omnipresentes y omnipotentes son todas de rancia estirpe económica, o han sido reducidas a categorías económicas, como la globalización o la mundialización.
Entender -porque de eso se trata- el pensamiento liberal de Batlle implica despojarnos de todo sentido conspirativo y de satanización de la política. Jorge Batlle es liberal cuando aborda el tema de los desaparecidos, las relaciones con sus adversarios políticos, modifica el clima de permanente enfrentamiento con la izquierda y trata de recomponer un escenario de convivencia, aprueba un decreto creando una rendija en el monopolio de la televisión, o quiere modificar profundamente el Código Penal y es igualmente liberal cuando aborda los temas de la economía nacional, el papel del Estado y de muchos otros tópicos que irán apareciendo.
No simplifiquemos, no cortemos grueso, porque eso nunca ayudó a la izquierda y mucho menos cuando -como hemos comprobado- los otros actores hilan muy fino.
Esas satanizaciones que pretenden disminuir el papel de ciertos gestos y procesos que se han iniciado, como si fueran un artilugio, una "cortina de humo" para ocultar la gravedad de la crisis económica y social por parte del gobierno no resisten el menor análisis. Por otro lado estamos maltratando a los ciudadanos, los estamos subestimando, agrediendo su capacidad de comprensión y su inteligencia. No sólo nosotros somos despiertos y somos capaces de ver el humo.
Luego de muchos años de pared contra pared, de muro contra muro, tenemos que acostumbrarnos a una nueva realidad en la que pueden y deben convivir situaciones diferentes, actitudes con las que estamos de acuerdo y compartimos y políticas y procesos a los que criticamos y nos oponemos, como sin duda sucederá en materia económica con este gobierno. Es más, es posible que en algunos temas como por ejemplo en relación a los entes del Estado tengamos enfrentamientos más duros que con el anterior gobierno. Hay que percibir la situación en todas sus contradicciones y complejidad.
Pero el nuevo relacionamiento político le hace bien al país, porque permitiría un intercambio abierto, un diálogo sincero donde crezca la sociedad en su conjunto, le hará mucho bien a la política porque será más densa y llena de fermentos y le hará mucho bien a la izquierda porque para llegar al gobierno necesitamos este proceso, y para gobernar lo necesitaremos mucho más.
Por ello el diálogo frecuente que mantienen el presidente Batlle y el líder del EP-FA Tabaré Vázquez es un factor extremadamente positivo para el país, y es una expresión más de la madurez y de la inteligencia de la izquierda uruguaya. Y del pensamiento liberal del doctor Batlle. No son contradictorias, son parte de una misma realidad.
Creando barricadas cada día más elevadas nadie protege su identidad y sus espacios, sobre todo si quiere que estos crezcan. Sólo en la fricción, en el contacto, en la convivencia y la comprensión y explicación de nuestras ideas con las de nuestros adversarios, lograremos construir nuevos horizontes.
Además de la pura especulación política hay otro elemento fundamental que tenemos que considerar: el tiempo. Tenemos cinco años por delante y no pueden ser años de espera, debemos encontrar caminos para conquistar cosas concretas, para mejorar la vida de la gente lo antes posible, para promover grandes temas que la sociedad está reclamando.
No puede ni debe ser sólo un proceso de respuesta -eso también sería fatal- debe ser de iniciativa, debemos ser capaces de desarrollar un discurso que busque alternativas a los nuevos y antiguos problemas del país y las contradicciones que nos plantea la globalización, en particular en los aspectos de la tecnología y de la información. Si sólo nos preocupamos de las viejas contradicciones estructurales de nuestra sociedad obligatoriamente seremos conservadores, si sólo atacamos los nuevos problemas tenemos el peligro de confundir la renovación de la izquierda con la moderación y la asimilación de conceptos de la derecha.
"Ahora bien, esta conjunción o articulación, en un único discurso, de lo nuevo y de lo viejo, que viene exigido por el desarrollo desigual de las sociedades, exigiría una nueva alianza o convergencia social entre los sectores avanzados tradicionales y los que están tirando de lo nuevo, esto es, los innovadores y creadores de la sociedad emergente". Dice Nicolás Sartorius, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas, analizando la crisis de la izquierda en España.
Y agrega: "No creo que el eje de la batalla de ideas haya que situarlo en la famosa dicotomía socialismo-liberalismo"... "pienso, por el contrario, que el centro de la confrontación de ideas con la derecha habría que situarlo en la visión de la democracia, que en su concepción progresista comprende las ideas de libertad e igualdad y sitúa el centro del debate en la centralidad de la política, en la función de los poderes públicos y en el protagonismo de los ciudadanos frente a los crecientes poderes descontrolados y de origen no democrático".
Y los problemas, las preguntas que enfrentamos hoy van mucho más allá de nuestras propias fronteras nacionales. Exigen plataformas y alianzas mucho más amplias. En la reciente presentación de su libro El corazón late a la izquierda, Oskar Lafontaine, ex ministro del gobierno de Schröder, discípulo de Willy Brandt, que se enfrentó duramente con el gran producto del marketing político europeo La tercera vía de Tony Blair, hace esta "pequeña" afirmación:
"Por esto, si usted me pregunta: ¿cuál es el papel de la izquierda?, mi respuesta es: dar una nueva arquitectura al sistema financiero internacional". Y citando a Ken Livingstone, afirma que "los mercados financieros internacionales han matado más personas que Hitler".
Y ante la pregunta: ¿En qué distinguiría la política de tercera vía de la política de la derecha? Responde: "No soy capaz de encontrar grandes diferencias en la medida en que la tercera vía acepta la dominación de los mercados financieros".
En este proceso de transformar profundamente el mercado financiero internacional, nos encontraremos con fuertes corrientes de la izquierda en el mundo, tanto en el sur como en el norte, así como con un amplio espectro de fuerzas dentro de nuestro país.
Han sido siempre los grandes desafíos los que hicieron crecer intelectualmente, culturalmente, éticamente y también políticamente a la izquierda desde su propio nacimiento.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias