IMPACTO
Mujica en la ONU: un discurso necesario y profundo
25.09.2013
MONTEVIDEO (Uypress/Esteban Valenti) - Me tomé el trabajo de escuchar y de leer atentamente y de nuevo el discurso de José Mujica en la ONU. Valió la pena. Mientras lo transmitían en directo, los minutos se me pasaron volando. Que importante sería que lo escuchara mucha, mucha gente en el mundo. Débiles, pobres, poderosos, gente que piensa, elabora o que decide.
Tuvo por sobre todas las cosas una mirada desde un lugar necesario, el sur y el occidente, porque es la pura realidad y hacia otro lugar imprescindible, una globalización sin más corazón que la acumulación y la codicia. No fue un discurso moralina, ni una suma de sentencias, tuvo un cuerpo de ideas que desarrolló a lo largo de toda su exposición. Es un discurso para pensar, y en esta época y en todas las épocas eso vale mucho. Pronunciado en una sede importante, la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Obviamente no voy a glosar el discurso, lo publicamos entero en UYPRESS y en BITÁCORA. Correspondía. Al terminar de escucharlo, tuve una primera sensación, básica, elemental, me sentí orgulloso de ser uruguayo y de ser de izquierda.
No fue un discurso ecuménico, equilibrado, buscando quedar bien con la mayor cantidad de gente posible, asumió posiciones profundas sobre temas trascendentes, una mirada antropológica sobre un momento de nuestra civilización, sus contradicciones, su compleja relación con su entorno y donde temas centrales como la política, la guerra y la paz, la vida como valor supremo fueron el centro de su reflexión.
Se podrá estar de acuerdo con el mensaje central, con pasajes parciales o no, pero no deberíamos sepultarlo en un comentario de ocasión. Hay muchos temas que vale la pena analizar, interrogarse y escuchar atentamente.
La incapacidad de nuestra civilización para dar una respuesta política a la globalización financiera que maneja resortes fundamentales del poder y es la base de las injusticias planetarias. El concepto mismo de que los marginados, los pobres, los excluidos no son de uno u otro continente son de toda la humanidad y son una responsabilidad y una dura interpelación a todos.
La codicia individual por encima de la codicia de la especie, la que nos permitió emprender las grandes aventuras civilizatorias y que ahora ponen en riesgo los equilibrios con la naturaleza y con la propia convivencia entre los seres humanos.
Una visión pesimista sobre la capacidad del ser humano de reaccionar, pero un llamado desde los valores de la convivencia social, familiar y desde la vida a reaccionar. Pesimista porque es realista.
Otro punto alto de su mensaje fue esa relación hoy al rojo vivo entre la historia, la preohistoria y la guerra.
Y un mensaje profundamente republicano y por ello desde la política, cuando se la trata de reducir, de perforar por todos lados para que las corporaciones y en primer las poderosas corporaciones financieras y de la economía ocupen posiciones claves del poder global.
Un llamado pacifista, no solo desde la inmoralidad de la guerra, sino desde su inutilidad, sus daños, sus derrotas planetarias para todos.
El nacionalismo o las barreras de todo tipo como un freno y un peligro que llegado al fanatismo es una de las bases de las guerras, de la destrucción y siempre lo es de las tensiones. Comenzó con una breve referencia a Uruguay y sin embargo fue un gran aporte para Uruguay, por la compleja elaboración de su historia y su pensamiento político y también desde sus experiencias traumáticas.
Y el ser humano en su ansia de libertad y de felicidad como el centro de todo su mensaje y por ello un alegato contra el fetichismo de las cosas, de las cosas efímeras y cuya programación es necesariamente efímera. Es posible que este sea todo un tema de debate por el papel que esos procesos han tenido en el crecimiento de la economía y el comercio mundial, pero la pregunta de fondo, sobre hacia donde conduce esa ruta sigue allí, prepotente, inexorable.
Sus palabras sobre las Naciones Unidas y como se ha desvirtuado su papel como una instancia esencial para negociar, discutir los grandes temas, los grandes acuerdos sobre nuestra civilización y es el escenario muchas veces paralizado en el equilibrio del miedo, de la fuerza, de la potencia militar. Un mundo que gasta 2 millones de dólares por minuto en gastos militares y que invierte cinco veces más recursos en investigación militar que en investigación médica. Dio pocas cifras pero impactantes.
La parte que refiere a un necesario cambio de las relaciones entre la policía y los científicos, es un tema apasionante y muy polémico, incluso en la realidad uruguaya.
Su reflexión sobre el capitalismo insaciable coincide con pocos días de diferencia con conceptos muy similares pronunciados por el Papa Francisco en Cerdeña ante decenas de miles de desocupados.
Claro que habló de espionaje, de formas de neocoloniasmo en las Malvinas, de la paz en Colombia como una responsabilidad de todos nuestros pueblos y gobiernos, contra el absurdo e inútil bloqueo a Cuba y lo hizo en el marco de voces muy diversas que se levantan desde América Latina. ¡Cuánto ha cambiado nuestro continente desde la época no tan lejana de que los gobiernos eran un coro, una letanía del poderoso norte y en particular de los Estados Unidos!
Esteban Valenti.
Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).