Por qué uno de cada cuatro jóvenes abre la puerta al autoritarismo

22.11.2025

OTHER NEWS (Por Maria P. Martinez* – Mundiario)- Una cuarta parte de los jóvenes españoles ve asumible un régimen autoritario. La pregunta es: ¿qué dice esto de la democracia actual?. La fotografía que deja la encuesta monográfica del instituto 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER no es solo un dato sociológico: es un espejo incómodo.

 

En él aparece una juventud que, lejos de abrazar la democracia como un principio incuestionable, empieza a verla con una distancia inquietante. Casi una cuarta parte de los jóvenes españoles -el 23,6% de la generación Z y el 22,9% de los millennials- considera que, en determinadas circunstancias, un régimen autoritario podría ser preferible. No se trata de un simple desinterés político ni de una pose generacional: es un síntoma profundo, un mensaje que interpela directamente a las instituciones, a la educación y a la memoria colectiva.

La idea de que la democracia "no siempre funciona" o de que "según para qué, un sistema fuerte es más eficaz" se ha instalado en un sector creciente de jóvenes que creen vivir en un país atrapado entre la polarización, la precariedad y la pérdida de confianza en quienes gobiernan. No es casualidad. Tampoco es nuevo. Pero sí es la primera vez, en cinco décadas de convivencia democrática, que esta pulsión autoritaria alcanza estas dimensiones. Y merece una explicación serena, pero también firme.

Una parte del problema nace en el terreno del conocimiento histórico. La encuesta revela que casi la mitad de los jóvenes no sabe situar la dictadura franquista en el tiempo y que un 48% de la generación Z desconoce cómo murió Federico García Lorca. En una sociedad donde la memoria se transmite cada vez menos en la familia y más en redes sociales saturadas de revisionismo, el pasado se convierte en un relato difuso, maleable, disponible para ser reinterpretado según afinidades ideológicas.

Pero el fenómeno no se explica solo por lagunas educativas. También habla del presente: de un clima social en el que crece la desafección, la sensación de vulnerabilidad económica y la idea de que la política democrática no ofrece soluciones rápidas ni contundentes.

Un retroceso emocional más que ideológico

Para entender por qué una parte de la juventud coquetea con la idea de un régimen autoritario conviene observar no solo sus conocimientos, sino sus emociones. La encuesta muestra un patrón claro: los jóvenes que se sienten menos representados por la política y más desencantados con sus expectativas laborales y vitales son también quienes ven con mejores ojos fórmulas de poder "fuertes" o "efectivas".

El autoritarismo, en este contexto, aparece más como refugio emocional que como proyecto ideológico. Es la fantasía del orden frente al caos; de la seguridad frente a la incertidumbre. Y esa fantasía encuentra combustible en discursos revisionistas que presentan la dictadura como una etapa de "progreso", "unidad" o "estabilidad".

La memoria democrática, a contracorriente

La ley de memoria democrática de 2022 llegó tarde para contrarrestar décadas de silencio institucional sobre el franquismo. La encuesta deja claro que el desconocimiento histórico no es casual: es el resultado de un espacio educativo irregular y politizado. Mientras unos territorios incorporan contenidos sobre la represión franquista, otros los retiran alegando "adoctrinamiento". El resultado es una generación con una memoria fragmentada y vulnerable al negacionismo.

El papel de la derecha radical en el relato histórico

El auge de Vox -primera fuerza entre los más jóvenes según el barómetro- no puede separarse de estos datos. El partido ha trabajado activamente para suavizar la imagen de la dictadura y cuestionar la utilidad de las políticas de memoria. Su discurso, amplificado en redes sociales, encaja con las inquietudes de una parte de la juventud que percibe la democracia como un sistema lento e ineficaz.

La encuesta no solo alerta: también ofrece una oportunidad. La mayoría de los jóvenes sigue defendiendo la democracia como el mejor sistema posible. Pero el margen de duda crece. Y ese margen -pequeño, pero significativo- es donde germinan los retrocesos democráticos.

No basta con recordar qué fue un régimen autoritario. Hay que explicar por qué la democracia merece ser defendida incluso cuando no colma las expectativas. Hay que reforzar la educación cívica, combatir el revisionismo y ofrecer a los jóvenes algo más que discursos: certezas, oportunidades y horizontes.

*María P. Martínez colaboradora de Mundiario, es Comunicadora social, especializada en Periodismo Impreso. 

Foto: mundiario.com

Política
2025-11-22T05:53:00

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