Soy comunista ¿y qué? Esteban Valenti

01.12.2025

MONTEVIDEO (Uypress/Esteban Valenti) - Creo que unos cuantos se sorprenderán y además no tendrán ninguna duda que no pertenezco al actual PCU, que además por no haber entendido ni siquiera superficialmente el significado de ese logotipo, lo utilizan y lo aprovechan sin base alguna.

Voy a comenzar por allí, porque el tema de la democracia y la izquierda, incluso en particular sobre los comunistas uruguayos, está en debate. En realidad, en el fondo siempre fue el tema de base del debate dentro del PCU y en general en la izquierda uruguaya. La discusión sobre la dictadura del proletariado, era un debate actual y muy exigente. Y había que darlo de manera explícita.

Cuando Rodney Arismendi regresó al Uruguay, en uno de sus discursos principales, no por su duración, sino por la profundidad de sus definiciones, dijo: "Somos uruguayos, frenteamplistas y comunistas" y fue la revisión más profunda desde el XVI Congreso del PCU de 1955, era el resultado no solo de un nuevo enfoque ideológico y político, sino un resumen de nuestra historia, la historia de los comunistas uruguayos salidos de la dictadura.

Era una definición - sin mencionarlo - sobre el "Estado y la Revolución" y "el problema fundamental de la revolución uruguaya es la forja de un gran partido comunista" que presidió con pequeños cambios no solo nuestra labor organizativa, sino nuestra trayectoria política e ideológica y comenzó lentamente a cambiar con las posiciones unitarias del PCU en la forja de la CNT y mucho más radicalmente del Frente Amplio en 1971 y con el antecedente de 1962 del FIdeL. Modificó el concepto de los tres círculos de la estrategia.

No fue explícita, como debería haber sido, pero era también el resumen de la trayectoria, la resistencia heroica de los comunistas uruguayos durante la dictadura, que siempre mantuvo un centro de dirección dentro del Uruguay a pesar  que contra el PCU y la UJC se concentraron ferozmente las fuerzas represivas y de inteligencia de la dictadura y su batalla cultural.

Resistimos, resistieron mucho más los que estuvieron presos y clandestinos con un centro bien claro, recuperar la democracia, la libertad, sin adjetivos, sin agregados, la democracia y la libertad. Por ello participamos de todas las instancias más amplias de enfrentamiento a la dictadura, como la Convergencia (CDU) e incluso un episodio muy polémico: el voto en blanco o el voto por programa en las elecciones internas de 1982. Optamos finalmente, a instancias de Seregni por el voto en blanco, pero muchos comunistas tenían tan fuerte la prioridad de la democracia y la libertad, que dudaron y otros votaron diversas opciones.

¿Hizo mal el PCU en dudar y luego apoyar la definición de Seregni? No, creo que nunca vamos a poder proyectar que hubiera significado llegar a 1984 con una alianza más amplia. Pero en definitiva se trataba del equilibrio y la tensión que siempre existirá entre uruguayos, frenteamplistas y comunistas.

Nos equivocamos y es justo reconocerlo con los comunicados 4 y 7, porque la definición a favor de la democracia y la libertad, debía estar por encima de cualquier cosa, una definición de izquierda, profundamente de izquierda, aunque en el gobierno hubiera un gorila como Bordaberry. No fuimos los únicos, aunque la derecha y algunos oportunistas de izquierda trataron de cargarle todas las culpas al PCU. En realidad, era tal el peso de los comunistas en la realidad política, social, sindical que en parte tienen razón, debíamos haber sido mucho más claros. De todas maneras, siempre es bueno recordar, que el mismo 27 de junio de 1973 se ocuparon cientos de fábricas y facultades universitarias, en una resistencia que no tuvo precedentes en todos los demás países que sufrieron los golpes de estado promovidos por los EE.UU. Como siempre...

Soy comunista porque me sigo sintiendo orgulloso de la clase obrera y los estudiantes del Uruguay en esa página fundamental de la defensa de la democracia uruguaya, cuando además sectores muy grandes del pueblo, estaban indiferentes o directamente exigían tranquilidad. Nos ganaron esa batalla en la opinión pública, nos aislaron. Y las patronales y los sectores sociales reaccionarios, no dijeron una palabra. Ellos si que deberían hacer autocrítica.

Yo tengo un testimonio directo, no solo de la huelga y ocupación en la Universidad de la República, donde los comunistas éramos una abrumadora mayoría de los militantes y en ese mismo día se incorporaron más de un centenar de militantes y dirigentes de otro partido de izquierda, sino porque presidí por la Federación de Obreros del Vidrio, mi querida FOIV, la Comisión de asuntos varios del Congreso de la CNT, donde se discutió la huelga general con ocupación en caso de un golpe de estado. No voy a ser miserable y profundizar en los recuerdos. Se aprobó por unanimidad.

Arismendi estaba por escribir un libro sobre Antonio Gramsci en 1988, me lo comentó, no le dio el tiempo. Y era una profunda revisión de muchas cosas, porque sería falso decir que siempre fuimos gramscianos. Basta ver las ediciones de EPU, los materiales de los cursos del partido etc etc. Nos fuimos haciendo gramscianos aunque discutiendo siempre con el eurocomunismo. La proyección del eurocomunismo ha sido la destrucción del mayor partido comunista de occidente, en Italia.

La dictadura del proletariado, fue una piedra angular de nuestras definiciones, por eso apoyamos incondicionalmente a la URSS y a Cuba, pero no fue por eso que discrepamos con los camaradas chinos, que en esos tiempos eran la quinta esencia de la más cruel dictadura del proletariado. Luego vino Deng Xiaoping, y aunque algunos le atribuyen a ese cambio radical en China solo un contenido económico a pesar de que tuvo el más fuerte impacto social en la historia de la humanidad. Si nos queda algo de Marx, hay que considerar que también tuvo un fuerte impacto político, institucional y cultural en la sociedad china y en el mundo. Que no lo estudiemos, que no hagamos ningún esfuerzo por comprenderlo, y lo dejamos arrumbado como un fenómeno secundario y comercial, demuestra el nivel de zócalo de nuestra elaboración actual.

También por ese fenómeno extraordinario de China y Viet Nam, que con diferencias tiene la misma raíz teórica y política, soy comunista.

Admiro a Ho Chi Ming y al pueblo de Viet Nam porque le propinaron la mayor derrota militar y política de toda la historia de los Estados Unidos y repudio a Stalin que no fue un fenómeno solo personal, fue una deformación mucho más profunda y sobre todo antidemocrática y antihumanista. Conocí muchos compañeros soviéticos formidables, pero cuando vi que aumentaban los burócratas a ojos vista, tendría que haber percibido el cambio y el destino final.

Sigo siendo comunista aunque no discutimos adecuadamente en el Partido el tema del aparato militar, que vaya si lo tuvimos y por el que algunos pagaron muy duro. No discutimos adecuadamente si hubiéramos debido utilizarlo cuando el golpe. A veces tuve dudas, ahora ninguna, hicimos bien, hubiera sido una masacre pretender enfrentar solos y derrotar el golpe. La derecha golpista ya era amplia mayoría dentro de las fuerzas armadas.

Los comunistas uruguayos pagaron, junto a muchos otros compañeros, un precio de sangre y sufrimiento muy alto, con el asesinato de los 8 compañeros de la 20ª. Con los mártires estudiantiles, con los muertos y desaparecidos y lo hicimos sin disparar un tiro, sin matar a un solo uruguayo.

Es cierto que el profundo salto revisionista (aunque el revisionismo era un pecado mortal) sobre la democracia, sobre el pluralismo político para un auténtico proceso nacional de liberación, mantuvo la estructura centralizada del Partido, con el protagonismo central de Rodney Arismendi, pero a la salida de la dictadura se incorporó un compañero clave, Jaime Pérez, vilipendiado por el actual partido comunista, pero que fue clave en poner en discusión la realidad y no la teoría de la dictadura del proletariado, y que tuvo un impacto directo en el plano político en las elecciones de 1989.

Algunos recuerdan la Paradoja y la publicidad, y ven la parte menos importante de la historia. Sin Jaime Pérez, Tabaré Vázquez no hubiera sido nunca candidato a Intendente de Montevideo, ni Danilo Astori candidato a senador en todas las listas del FA pero con la seguridad que lo pagaría la lista 1001. Todos eran generosos, pero el PCU que tenía la mayoría abrumadora del Congreso y en los comités del FA impulso esas acciones fundamentales.

Estaba en juego la continuidad del FA, luego de la derrota en el voto verde y de que Batalla y el PDC se habían ido del Frente y la caída del Muro de Berlín, estaba en juego quién era la alternativa a los partidos tradicionales. Ganó el FA y además ganó la intendencia de Montevideo, un cambio político histórico, que hoy apreciamos en todo su valor.

Jaime nunca se peleó con Hugo Batalla, al contrario, siempre lo considero una excelente persona y no era un problema personal, era político. También la mayoría del CC y del Comité Ejecutivo acertó, democráticamente y políticamente aprobando el ingreso del MLN al Frente Amplio. Yo no era muy entusiasta. Pero hicimos muy bien, no solo midiendo los resultados electorales, sino por algo mucho más profundo, el MLN, más el MPP y la 609 se transformaron, lo repito se transformaron en una fuerza democrática más en el Uruguay. Y esa es una derrota fundamental para la derecha uruguaya.

También debo decir que no es responsabilidad del MLN o del MPP el relato que se fue construyendo, ellos y sobre todo algunos, construyeron su historia, su relato, y el actual PCU  se olvidó de la suya, de los suyos, de todo. Y nosotros los que nos fuimos también fuimos parte, por no decir cómplices. Voy a ir un poco más adelante, si se consolida la actual proporción en el Frente Amplio de un enorme MPP y variedad de pequeños grupos y listas, sin elaboración teórica alguna, sin definiciones programáticas y muchas cosas más, corre peligro el FA, la inercia de la historia tiene su empuje y los uruguayos no estamos vacunados. Superamos una prueba importante con la derrota del 2019 y la estamos pagando, con el estado del país y la inmoralidad como una realidad aplastante y un mensaje cultural despiadado, con los blancos a la cabeza. No podemos seguir por este camino.

La batalla ideológica, cultural y moral contra la herencia de amoralidades del Partido Nacional en el gobierno, es una batalla fundamental para la derrota de la derecha y también una vacuna para nosotros, que deberíamos haber aprendido que no estábamos vacunados. Y las necesidades políticas de mayorías parlamentarias no pueden aplastar la obligación histórica de claridad, de transparencia.

El actual PCU, no solo aplastó toda su dirección anterior, la denostó, sino que olvidó su historia, no les importaba porque hubiera puesto de manifiesto su nivel de enanos.

No fue solo Arismendi y Jaime, fueron también José Luis Massera, Enrique Rodríguez, Wladimir Turiansky, Enrique Pastorino, Julia Arévalo, Leopoldo Bruera, Chicha Ibarburu, Walter Sanseviero, Pepe Massera,  Rosario Pietrarroia, Alberto Altesor,  Alberto Suárez, el Chumbo Lanza y muchos cientos de compañeros y compañeras más. Y los 67 miembros de un total de 70 integrantes del PCU que nos fuimos luego de la fractura. Las fracturas son siempre muy duras, "Porque nos habíamos amado tanto", pero el nivel de ferocidad, por la gran mediocridad que quedó en el partido fue durísima. Y perdonó a todos los que se quedaron y se habían comportado de forma muy dudosa frente a la tortura y la cárcel, pero fueron implacables con verdaderos héroes, como Jaime Pérez.

Con la ayuda del FA, porque el Frente Amplio no es un lugar para la disputa de cargos y exige muchos sacrificios, no voy a olvidarme nunca del miserable, que debería haber explicado muchas cosas de su conducta pasada, porque la inteligencia que todos le reconocimos no lava todos los pecados o cuando dijo que cruzaba la calle si se encontraban con Jaime. Confieso: yo me reuní muchas veces con él, se me daba vuelta el estómago y lo reitero, tenía una inteligencia privilegiada.

No podemos indignarnos con eso y olvidarnos de los cientos de afiliados al PCU que se quedaron y que le gritaron "traidor" a Jaime en un Congreso. Nunca lo olvidaré. Hicieron eso, mientras se tragaban a muchos que no deberían estar en ningún Partido Comunista. Cada vez que oigo el nombre de una heroína como Ofelia Fernández, siento vergüenza.

Algunos dijeron que nos apuramos en la renovación, es falso, en realidad dejamos que cientos o miles de militantes venidos de la experiencia de la clandestinidad y sobre todo de los nuevos tiempos de la apertura democrática, se fueran alejando del Partido y la UJC. Y esa es una responsabilidad que nunca me perdonaré, haber, junto a otros compañeros empezado tarde la renovación.

Soy comunista, porque sigue creyendo en el enfoque crítico que estudio todos los días de este nuevo siglo, de los cambios profundos en el mundo del trabajo, del capital, del conocimiento, del ambiente y que esta no debería ser la última etapa en el desarrollo de la humanidad. Y porque creo que no habrá ningún automatismo en esos cambios, no hay proceso de producción y de apropiación de la riqueza que nos lleve a un sistema más justo, más libre, más democrático, solo la lucha de los pueblos.

Soy comunista, porque considero que hay que recuperar los más profundos valores del humanismo, de grandes pensadores como Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, partes de la obra y de los escritos de Marx, de Engels e incluso de Lenin y de muchos otros pensadores y estoy en contra radicalmente de esa mezcla amorfa y deformada llamada marxismo-leninismo.

Ser comunista no es regresar al sigo XIX, como han sellado en la opinión pública mundial las fuerzas de la derecha, es hacer un enorme esfuerzo todos los días para estudiar, para aprender, para aceptar e incorporar los cambios, incluso los más agresivos, como la Inteligencia Artificial, que utilizo diariamente y no creo que el destino del mundo y de la izquierda dependa de los algoritmos. Depende de recuperar la fuerza principal de nuestra identidad, la crítica, la autocrítica en particular con nuestra historia.

Soy comunista por los seres humanos y por las multitudes, nunca me voy a olvidar de los gigantescos actos en el Cilindro Municipal. Eran esa combinación necesaria entre las multitudes y la creatividad individual, no solo de los dirigentes, de miles de militantes.

Si es cierto, soy un comunista en busca de otro manifiesto, un conjunto de definiciones exigentes, rigurosas, críticas y abiertas a las críticas, que nos permita a los izquierdistas, con una visión muy amplia enfrentar las agresivas fuerzas de la derecha y la ultra derecha y construir una alternativa.

Soy comunista, porque creo de forma fundada que hay regímenes que ya no son ni siquiera de izquierda, son un fracaso en la forma de producción, en la realidad económica y social y en definitiva política, porque estar décadas en el poder en base a la represión no puede ser definido de ninguna manera como socialista. Me refiero a Venezuela, a Cuba, a Corea del Norte ya  Nicaragua. No es la misma situación de China y de Viet Nam. No han fracasado en absoluto, al contrario y su proceso político hay que seguirlo, a partir de su historia milenaria, como siempre debería ser. Los calcos de los modelos han sido ruinosos.

Me siento comunista, porque no soy ni quiero ser de centro, o de centro izquierda, aunque en el último caso creo que hay un amplio espacio para avanzar juntos, como parte de un auténtico proceso democrático y avanzado.

Soy comunista porque conozco y valoro nuestra cuna común con los anarquistas, con los comunistas utópicos, con los socialistas y con nuestras raíces en la Revolución Francesa.

Soy comunista porque no soy socialdemócrata ni nunca lo sería. Valoro los extraordinarios avances que lograron en Europa, pero también su paralización y sus claudicaciones actuales. Fueron muy importantes para un momento de la historia europea, ahora están fracasando incluso en la defensa y promoción de la identidad de Europa, son parte de un felpudo de los peor de los Estados Unidos, Donald Trump y su banda.

También por mi experiencia con la Brigada de uruguayos en Angola, que dieron y recibieron solidaridad a ese pueblo liberado del peor colonialismo, el portugués. Y por los comunistas uruguayos que murieron peleando en Nicaragua, allí fueron decenas de uruguayos y murieron dos comunistas. Si, todavía me queda una pizca de orgullo sectario.

Soy comunista también por factores intelectuales, porque aprendí mucho, viví en un clima intelectual y cultural en el PCU y la UJC, donde estudiar, aprender, investigar e intercambiar ideas era sin duda una escuela de cuadros. Y ahora lo veo dramáticamente en el retroceso de la izquierda uruguaya y en la izquierda en general.

Y también soy comunista por razones afectivas, porque escribiendo el libro "¿Y el alma?" comprendí más profundamente que el alma no es el resultado del modo de producción, es una realidad muy diferente con componentes subjetivos y culturales, sociales, pero también profundamente individuales. Porque extraño una épica que respirábamos todos los días. Me sigue conmoviendo la guerra civil española y su heroísmo, la defensa y la derrota del nazismo y fascismo en la segunda guerra mundial, las grandes batallas contra el colonialismo. El pellejo sigue siendo un valor fundamental que hay que poner detrás de las ideas.

Construí familias con esa moral, esos principios y me los impuse. Nadie logró que me arrepintiera de lo que aporté al partido y a la izquierda, en ningún sentido, por ninguna cifra. Un grano de arena, ante el sacrificio de la vida, la libertad y el dolor de tantos de mis compañeros. 

Soy comunista por sentimientos, son parte del alma, que me hace valorar una antigua familia, para alguien que tuvo de niño una familia ambulante, junto con mi querida gente de CODARVI, no hubo nada más fraterno, familiar, donde la palabra compañero tuviera un significado tan hondo, donde conocí a tantos maravillosos seres humanos que son parte imborrable de mi vida en el PCU y la UJC. Los encuentro hoy y me siguen emocionando, muchos de ellos se han quedado a la vera de un largo camino.

Y soy comunista porque nunca me olvidaré de sus intelectuales, artistas, cineastas, músicos, pintores, arquitectos, científicos y muchos más, que me llenaron el alma de dulzura y de pasión y aportaron a la cultura uruguaya y más allá.

Soy comunista por sus héroes, mis héroes, que no son solo comunistas, porque la historia está llena de figuras que entregaron lo más importante, lo insustituible o su dolor por las causas de la libertad, de la democracia, de sus patrias, de los derechos humanos.

Fue una aventura maravillosa, en las noches de soledad me asaltan sus imágenes, sus sonidos, son seres humanos tan queridos.

No soy y creo que nunca podría ser integrante de este partido comunista, el que se llama así, pero reniega de su historia, de su moral y de su trayectoria política. No alcanza con ser inteligente y buen orador, nada puede justificar estafar a los trabajadores, a las familias de los trabajadores que murieron en un accidente de trabajo o manejar los fondos sindicales o sociales en beneficio propio. Es la forma más miserable de la explotación del trabajo o la vivienda y el dolor ajeno.

No coincido con el "gobierno en disputa", es un retraso histórico, es básico y en una de sus manifestaciones, el referéndum por la reforma jubilatoria, nos hizo perder al FA al menos uno o dos diputados en las pasadas elecciones. Pero a nadie se le mueve un pelo, y no les dio ni siquiera ningún resultado a su lista, la 1001. Perdieron votos en relación a 2019 y ni ese consuelo tuvieron. No son en absoluto una alternativa dentro del FA.

Mantienen un peso importante en el movimiento sindical, que en cualquier país democrático es fundamental y que en Uruguay es el resultado acumulado de muchas generaciones, pero lo han hecho caer en algunas ciénagas, mermando su prestigio y debilitando de esa manera toda la cultura de izquierda.

Podría escribir muchas páginas más, es un tema que me apasiona y a esta altura de mi vida, tengo obligatoriamente que interrogarme sobre cada tramo, cada experiencia. Y nunca me arrepentí, ni me arrepentiré de mi historia comunista. La verdadera, la auténtica, la que nació el 13 de junio de 1962 con el carnet 5320, lo sigo guardando en la parte izquierda de mi alma y en el cajón de mi mesita de luz.

Política
2025-12-01T06:49:00

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