Medicina y matemáticas
¿Qué es ser normal?
08.08.2018
MONTEVIDEO (Uypress) – En el libro "Normality", Peter Cryle y Elizabeth Stephens analizan el concepto de normalidad instigado en el siglo XX por los filósofos Georges Canguilhem y Michel Foucault, y ampliado después por los estudios de raza, la teoría queer y el debate sobre los derechos de las personas con discapacidad
En Bengkala, un pueblo de la isla indonesia de Bali, ha subsistido durante generaciones un tipo hereditario de sordera. Si bien tan solo afecta a una pequeña parte de la población, todos conocen el lenguaje de signos y los matrimonios tienen lugar con independencia de si uno o ambos miembros de la pareja pueden oír o no. Es normal comunicarse por signos y fraternizar en los dos lenguajes. En muchos sentidos, es normal ser sordo. En cualquier población, lo atípico puede convertirse en regla si se produce con la frecuencia suficiente.
Así comienza la reseña del libro Normality que realiza Andrew Salomon y se publica en la reciente edición de la revista Investigación y Ciencia. ¿Cómo puede ser que lo ideal y lo común terminen generando conceptos de identidad viciados?
En Normality, Peter Cryle y Elizabeth Stephens analizan el concepto de normalidad instigado en el siglo XX por los filósofos Georges Canguilhem y Michel Foucault, y ampliado después por los estudios de raza, la teoría queer y el debate sobre los derechos de las personas con discapacidad. Cryle y Stephens introducen una precisión necesaria al analizar la distinción entre normal como "común" y normal como "el ideal al que todos debemos aspirar", y señalan las consecuencias reales -desde la eugenesia hasta la heteronormatividad o el genocidio- de este concepto.
Su ambiciosa obra analiza la emergencia del pensamiento estadístico desde el siglo XVIII en adelante, la relación entre lo cualitativo y lo cuantitativo, y los modos en que la normalidad ha constituido un escenario de control social. Analizan la aparición casi simultánea de este término en matemáticas y en medicina durante el siglo XIX; y rastrean su ingreso en la cultura popular a mediados del siglo XX, cuando se convirtió en una herramienta para aquellos que, con intereses comerciales, buscaban estandarizar los bienes producidos en masa. Los autores toman en consideración la diferencia entre las mediciones estadísticas y el lenguaje de superioridad moral.
Según Solomon, sus pruebas, escrupulosamente recabadas, demuestran que la normalidad siempre ha estado plagada de contradicciones internas.
El libro, que abarca los dos últimos siglos, sigue una estructura cronológica que nos presenta a los principales ideólogos de la normalidad. Entre ellos, el zoólogo Isidore Geoffroy Saint-Hilaire, quien estudió la anormalidad anatómica en humanos y otros animales; el estadístico Adolphe Quetelet, teórico del "hombre promedio"; el criminólogo Cesare Lombroso; el eugenista Francis Galton; el fundador del psicoanálisis Sigmund Freud; y los sexólogos Richard von Krafft-Ebing, quien formuló el concepto de "perversidad", y Alfred Kinsey, quien lo cuestionó.
Entretejidos con estas biografías intelectuales encontramos el nacimiento de la medicina moderna, el estudio de la anormalidad congénita, los fundamentos y aplicaciones de la estadística, la crueldad de la eugenesia, el advenimiento de la psiquiatría moderna y los balbuceos de la revolución sexual.
En medicina, el concepto de normalidad se refiere a lo ideal: órganos y tejidos en óptimo funcionamiento. En matemáticas alude a la situación en la que los datos tienden a agruparse en torno a un punto central dentro de un abanico de valores posibles. De este modo, aspiramos a una presión sanguínea normal porque constituye un requisito para encontrarnos sanos, pero también a una sexualidad normal por las presiones del convencionalismo social.
Fue a comienzos del siglo XX, momento en que el ideal médico se cruzó con la idea matemática, cuando se empezó a asociar lo típico con lo óptimo. Cryle y Stephens describen la manera en que el término normal cambió de significado y cómo formar parte de la media estadística se convirtió en una aspiración [véase «¿Qué significa estar sano o enfermo?», por Cristian Saborido; Investigación y Ciencia, enero de 2018].
El mundo de la medicina se resistió durante largo tiempo a lo cuantitativo. A principios del siglo XIX, quienes apoyaban incorporar los números al "arte" de la medicina, como Quetelet, fueron criticados por ello; algo que en nuestra época de medicina de precisión y sanidad basada en macrodatos nos parecería inverosímil. Y aunque las mediciones cuantitativas han contribuido a mejorar la medicina, también han sido fuente de usos preocupantes, ya que se usaron para fundamentar las pseudociencias de la frenología y la craneometría, desarrolladas a su vez para justificar el racismo.
La idealización del promedio, que se convierte en opresiva para los representantes de la diversidad, constituye una crueldad que explota la retórica de la normalidad. Sin embargo, vilipendiarlo condujo a la eugenesia: Galton se sirvió de las matemáticas para teorizar que la estabilidad social requería fomentar la reproducción de quienes se encontraban por encima del promedio y suprimirla entre quienes se hallaban por debajo.
Cryle y Stephens recuerdan que la época de postguerra fue un período de "mercadotecnia de masas y encuestas públicas, autoayuda y cultura del consumo. [...] Esa normalidad no surgió de las cárceles, sino de las oficinas y los hogares residenciales". No fuimos nosotros quienes dictamos los valores de la industria y la tipificación, pero acabamos sometiéndonos a ellos. Quienes nos midieron nos hicieron como somos.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias