Pieles negras y blancas
¿Vargas Llosa fue un “escritor fantasma”?
16.11.2013
MADRID (Uypress) – ¿Fue el premio Nobel Mario Vargas Llosa un escritor fantasma durante su juventud? Según una exhaustiva investigación parece que el autor de La ciudad y los perros, previamente a esta nouvelle que comenzaría a marcar el camino de su éxito, alquiló su pluma a una acaudalada peruana para poder sobrevivir en París.
Todo parece indicar que el peruano, ex candidato presidencial y premio Nobel, autor entre otros de Conversación en la Catedral, La Casa Verde y La Guerra del Fin del Mundo, se vio obligado en su juventud parisina, cuando estaba casado con la famosa Tía Julia, a convertirse en un escritor fantasma y escribir una novela por encargo para una acaudalada peruana, según se desprende de una extensa nota publicada este viernes en El País de Madrid y firmada por el escritor y periodista cultural peruano Guillermo Niño de Guzmán.
Las pistas eran varias, pero aparentemente la confirmación vino con el próximo estreno, este martes 19 en Madrid, de la obra teatral Kathie y el hipopótamo, que tendrá a Ana Belén como una de sus protagonistas.
En la presentación que se realizó la semana pasada en Madrid, Vargas Llosa confesó los orígenes de la historia: "No lo había contado antes y no diré el nombre de la señora. Ella había hecho un viaje por lugares exóticos y quería contarlo en un libro. Me dijo que ella tenía las ideas pero le faltaban las palabras. Trabajaba como negro (otra de las formas en que se denomina a los escritores fantasma) para ella una o dos horas al día, a veces me pagaba por horas, otras por palabras. Con ese dinero yo podía ir al restaurante o darme una ducha, que entonces en París era más caro que el restaurante".
¿Será solo un rumor?
El rumor ya había corrido con insistencia en otras ocasiones. ¿Mario Vargas Llosa, escritor fantasma? ¿Era verdad que había escrito una novela antes de La ciudad y los perros (1963), la cual había sido publicada con seudónimo? El título no figuraba en ninguna bibliografía.
Según Niño de Guzmán, no pudo contenerse y decidió preguntárselo al presunto autor. Vargas Llosa se limitó a sonreír y adujo que el esfuerzo que le suponía escribir una novela bien merecía que la firmara con su nombre.
Cuenta el autor de la nota que la pista "nos la dio una estudiosa francesa, Marie-Madeleine Gladieu, experta en la obra de Vargas Llosa, cuyo ojo zahorí detectó la punta del hilo de la madeja en las memorias de Julia Urquidi Illanes, es decir, la tía Julia, la primera esposa del novelista. Allí, en Lo que Varguitas no dijo (1983), se hace una breve alusión al episodio (aunque la autora confunde Oriente con África)".
En 1959 la pareja se había trasladado de Madrid a París, donde vivía con estrecheces económicas en una buhardilla del modesto Hotel Wetter, en el número 9 de la rue de Sommerard. Vargas Llosa tenía 23 años. "Más o menos por esos días", recuerda la tía Julia, "llegó al hotel una dama peruana. Acababa de hacer un viaje por el Oriente, y quería escribir un libro sobre sus experiencias. Habló con Varguitas. Quedaron en que ella le iría contando sus viajes y él escribiría el libro por una suma de dinero que consideramos suficiente, para los gastos extras de la semana. Le pagaría los días viernes, de acuerdo a las páginas escritas. Todas las mañanas iba mi marido a la habitación de la viajera, para hacer el trabajo. Frecuentemente entraba yo a la pieza a escuchar sus relatos, estos eran bastante infantiles. Mario se divirtió con este trabajito. Ella era una señora muy puritana, él escribía capítulos donde había príncipes árabes, que se introducían en su habitación por los balcones, con malvadas intenciones violatorias, lo que espantaba a esta ingenua dama".
Cuando aceptó, Vargas Llosa estaba escribiendo 'La ciudad y los perros'
Anonimato
La primera condición laboral para un escritor fantasma es mantener el anonimato. De ahí que Vargas Llosa no pudiera admitir su colaboración. En su testimonio, la tía Julia destaca las precauciones de la dama: "Como no quería que nadie viera a Mario escribiendo, la puerta estaba siempre cerrada. Incluso mi presencia no era de su agrado, pero no tenía más remedio que soportarme; era la esposa de su escribidor. (...) Debe haber sido el libro más difícil para Varguitas. (...) Tener que darle forma, sentido a eso, fabricar un libro, no debe haber sido fácil".
La dama en cuestión era Cata Podestá y el volumen se titulaba Pieles negras y blancas. Fue impreso por la propia autora en los talleres de P. L. Villanueva en Lima, en octubre de 1960, y consta de 313 páginas. Aunque la doctora Gladieu lo aborda como si fuera una novela, se trata, en rigor, de un libro de viajes (incluso trae un mapa de África en el que se señalan las ciudades visitadas). En todo caso, posee una forma novelesca, con escenas dialogadas, lo que denota la familiaridad con el género que tenía Mario Vargas Llosa y sus deseos de fabular.
Portada de Pieles negras y blancas
Las impresiones de Julia Urquidi Illanes sugieren que Cata Podestá era una señora de la alta burguesía peruana con veleidades literarias. Ciertamente, antes de su encuentro con Vargas Llosa ya había publicado un libro, Sedas y harapos, que apareció con el sello de la Librería Internacional del Perú, en 1958, con un prólogo de Luis Alayza y Paz Soldán. Es el relato de un viaje que la autora realizó por Asia.
Cata Podestá murió en 2009 a los cien años. Había nacido el 11 de junio de 1909 y su nombre completo era Caterina María Podestá Assereto. Se casó muy joven, a los 18 años, con Juan Enrique Capurro Rovegno, miembro de una familia de terratenientes. Su matrimonio duró muy poco. Audaz y voluntariosa, prefirió separarse antes que guardar las apariencias, como hacían otras mujeres de su generación. Luego de nacer su único hijo, Juan Miguel, en 1929, se fue con él a vivir a Chile. Al cabo de unos años regresó al Perú y, cuando su vástago creció y se fue a estudiar a Estados Unidos, ella se dedicó a viajar por el mundo y a disfrutar de sus rentas. Cata Podestá falleció en Lima el 12 de octubre de 2009.
La experiencia de Vargas Llosa como escritor fantasma no pasaría de la anécdota si él mismo no le hubiera atribuido una mayor importancia, según afirma Niño de Guzmán. Tanto así que en 1983 estrenó la obra de teatro, Kathie y el hipopótamo, que ahora se dará en España, basada en su relación con la señora Podestá. Es una pieza compleja y ambiciosa, donde resucita al periodista Zavalita, su célebre personaje de Conversación en La Catedral, y lo confronta con Kathie Kennety, la esposa de un banquero, que lo contrata para escribir un libro de viajes. Vargas Llosa nos ha comentado al respecto: "Quería transmitir cómo esos dos seres entre los que al principio hay una relación de patrón y asalariado poco a poco van estableciendo una relación humana al descubrir que, pese a sus grandes diferencias intelectuales, económicas y sociales, apelan a lo mismo para llenar un vacío tremendo que se ha instalado a lo largo de su vida".
Según el autor de la nota, Vargas Llosa debió de tener muy presente aquel trabajo mercenario cuando escribió Kathie y el hipopótamo. "Esto queda perfectamente corroborado por la reelaboración de algunos pasajes de Pieles negras y blancas. Así, por ejemplo, en la pieza teatral, Santiago Zavala dice: 'Deambulo entre sepulcros piramidales y colosos faraónicos, bajo el firmamento nocturno, sinfín de estrellas que flotan sobre El Cairo en un mar azulino de tonalidades opalescentes'. Compárese este fragmento con el párrafo inicial del volumen firmado por Cata Podestá, donde se puede leer el siguiente pasaje: "Deambulo por los flancos de las tumbas piramidales. Los filos se yerguen cual cuchilladas: hablan de crueldad. Una luz diáfana azulina destaca en tonalidades opalescentes el firmamento nocturno, la tierra amarilla, los colosos faraónicos y la soledad. No hay ser viviente que la acompañe. Ni humano, ni animal, ni vegetal', agrega".
Cuenta Niño de Guzmán que "cuando, finalmente, hace unos años nos procuramos un ejemplar del libro Pieles negras y blancas, decidimos, en un abuso de confianza, mostrárselo a Vargas Llosa. Sin disimular su asombro, el escritor abrió el libro de páginas amarillentas y se entretuvo leyendo unos párrafos. Luego frunció el ceño y nos dijo: '¿Cómo he podido escribir esto?', y continuó hojeándolo hasta que soltó una gran carcajada, desarmado por la prosa rimbombante y artificiosa que inunda esa primera aventura narrativa de largo aliento".
Agrega también que "de cualquier modo, pese a sus reservas, su esmero por poner las cosas en orden y su afán de precisión se conjugaron para que, involuntariamente, confesara su autoría. ¿Cómo sucedió? Años atrás, cuando la Universidad de Princeton adquirió sus manuscritos, el futuro Premio Nobel incluyó en el lote un ejemplar de Pieles negras y blancas. Desde luego, no podía prever (en aquellos tiempos Internet no pasaba de ser una simple novedad) que llegaría el día en que aquel centro de estudios colocara el inventario de la colección en la red. Pues bien, al registrar el libro de marras, los bibliotecarios observaron que Mario Vargas Llosa había adjuntado una nota a la cubierta, en la que afirmaba que este relato constituía el punto de partida de Kathie y el hipopótamo y explicaba su intervención: 'Lo escribí casi enteramente yo mismo, en París, hacia fines de 1959 o principios de 1960..., trabajando un poco como Santiago para Kathie en la obra. Mientras la señora Podestá me contaba la historia de su viaje a África, yo la transcribía a máquina; más tarde, durante el día, corregía el texto mecanografiado'..."
dfp
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