China: Avance espacial con una estrategia a largo plazo que combina investigación, prestigio tecnológico y diplomacia
08.11.2025
BEIJING (Uypress)- Estados Unidos y Rusia ya no dominan la órbita terrestre como ocurrió hace décadas: China ha cambiado las reglas del juego y desde su estación espacial Tiangong hasta los ambiciosos programas lunares Chang’e y Tianwen, ha convertido el espacio en un escenario estratégico donde la tecnología, la diplomacia y el poder blando se entrelazan con precisión milimétrica, según informa portal español Gizmodo.com.
Desde junio de 2022, la estación espacial china Tiangong -literalmente, "Palacio Celestial"- está permanentemente habitada. Entre tres y seis astronautas rotan cada seis meses, manteniendo operativa una estructura que orbita a unos 400 kilómetros de la Tierra y que simboliza el salto tecnológico de Pekín. Detrás del proyecto está la China Manned Space Agency (CMSA), el organismo que coordina una expansión espacial meticulosa y sostenida.
Cada misión, identificada con el nombre Shenzhou, se lanza desde la base de Jiuquan, en el desierto de Gobi. La más reciente, Shenzhou 20, despegó el 24 de abril de 2025 bajo el mando del veterano Chen Dong, que lideró el acoplamiento con la estación apenas unas horas después del lanzamiento. Su sucesora, Shenzhou 21, ya está lista para el relevo.
Más allá de los logros técnicos, Tiangong funciona como vitrina de poder científico y social. Cada astronauta, cada lanzamiento, cada transmisión televisada forma parte de una narrativa nacional que asocia progreso con innovación. La figura de Liu Yang, la primera mujer astronauta china, sigue siendo un símbolo de ese impulso: su regreso al espacio una década después fue celebrado como un triunfo no solo tecnológico, sino también cultural.
Una estación compacta, eficiente y completamente china
La Tiangong es, en cierto modo, la heredera oriental de la Estación Espacial Internacional (ISS). Más pequeña, pero más eficiente, combina diseño modular con propulsión eléctrica y sistemas de soporte vital de última generación. Alberga experimentos en biología, medicina espacial, física de materiales y estudios sobre el cuerpo humano en microgravedad. Todo esto, con un objetivo claro: preparar a China para misiones más allá de la órbita baja.
A diferencia de la ISS, la Tiangong opera sin colaboración occidental. La exclusión impuesta por las regulaciones estadounidenses (ITAR), que prohíben compartir tecnología sensible, obligó a Pekín a desarrollar soluciones propias. Y lo logró: el país aprendió de los programas soviéticos Mir y Mir-2, pero creó una infraestructura orbital más ordenada, más automatizada y completamente autónoma.
El resultado es un laboratorio nacional en el espacio, un símbolo de independencia tecnológica que consolida a China como potencia espacial de primer nivel.
Chang'e: el mito lunar convertido en estrategia científica
El siguiente paso se llama Chang'e, la diosa lunar de la mitología china que da nombre al programa de exploración de la Luna. Desde 2018, las misiones Chang'e 4, 5 y 6 han conseguido hitos inéditos: el primer alunizaje controlado en la cara oculta del satélite, la recolección de casi dos kilos de regolito y el retorno exitoso de muestras a la Tierra.
Las próximas misiones, Chang'e 7 y 8, previstas para 2026 y 2028, se centrarán en el polo sur lunar, donde podría existir agua congelada. Allí se ensayan las tecnologías que sustentarán la futura Estación Internacional de Investigación Lunar (ILRS), un proyecto conjunto con Rusia que prevé instalar una base automatizada y, más adelante, misiones tripuladas.
El futuro vehículo Mengzhou ("nave de los sueños") y su módulo Lanyue ("abrazar la Luna") serán los encargados de transportar astronautas chinos al satélite. Inspirados en las misiones Apolo, su desarrollo busca algo más que emular el pasado: demostrar que China puede alcanzar la Luna con tecnología 100% nacional.
Cooperar sin depender: el poder blando de la ciencia
Aunque el programa espacial chino se presenta como un proyecto abierto a la cooperación, las tensiones geopolíticas son inevitables. Estados Unidos vetó su participación en la ISS y restringió el acceso a componentes occidentales, lo que impulsó a China a buscar socios en otros lugares. Hoy, Pekín colabora con Europa, América Latina y África, no solo enviando satélites o compartiendo datos, sino también formando una red de aliados científicos.
En 2027, el lanzamiento del telescopio espacial Xuntian ampliará esa influencia. El observatorio, que compartirá órbita con la Tiangong, ofrecerá imágenes con una resolución comparable al Hubble y convertirá a China en un actor clave en la observación del Universo visible.
En paralelo, el programa Tianwen ("preguntas al cielo") ha extendido la ambición más allá de la Luna. La misión Tianwen 1 colocó en 2021 el rover Zhurong en Marte, y las siguientes se centrarán en recolectar muestras de asteroides y estudiar lunas de Júpiter y Urano. Cada paso amplía el alcance científico, pero también la presencia simbólica de China en el cosmos.
De la desconfianza a la consolidación
El camino de China hacia el espacio comenzó hace más de medio siglo, con una figura que resume toda su paradoja: Qian Xuesen, ingeniero formado en el MIT y Caltech, expulsado de Estados Unidos durante el macartismo. De regreso en su país, fundó las bases del programa "Dos bombas, un satélite", germen del actual poder aeroespacial chino.
Esa continuidad, que mezcla objetivos civiles y militares, ha dado forma a una estrategia de largo plazo orientada a una sola meta: la autonomía total. Hoy, la estación Tiangong y el programa lunar Chang'e son mucho más que logros científicos. Son manifestaciones tangibles de una política que combina tecnología, diplomacia y visión estratégica.
El espacio se ha convertido, para China, en el nuevo campo de influencia global. Y aunque sus misiones se anuncian con la calma de quien evita los titulares grandilocuentes, cada despegue envía el mismo mensaje: el cielo ya no es territorio exclusivo de Occidente.
Foto: Estación espacial Tiangong / Xinhua
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias