Distracción masiva y control social: ¿Quiénes se benefician de una sociedad siempre entretenida?

28.11.2025

MONTEVIDEO (Uypress)- En estos tiempos la distracción es abundante y el entretenimiento está en todas partes. Pero ¿a quién le conviene una sociedad ocupada en lo trivial, mirando hacia otro lado mientras se deciden asuntos cruciales para el destino de toda una nación?, se preguntan desde el portal diariolibre.com.

 

Una ciudadanía fascinada por las pantallas, absorbida por polémicas efímeras y seducida por narrativas superficiales, resulta funcional para ciertos intereses, especialmente aquellos que prosperan cuando falta la vigilancia pública.

La indiferencia ciudadana no es un accidente. Con frecuencia constituye el terreno fértil donde decisiones trascendentales se toman sin debate, sin presión social y sin la fiscalización necesaria para sostener una democracia sana y participativa.

Cuando la opinión pública se distrae, pierde capacidad de incidir en las políticas que moldean la vida cotidiana. Ese vacío es aprovechado por actores con poder -políticos, grupos económicos o sectores que operan en la sombra del Estado- que encuentran un escenario ideal para avanzar agendas particulares.

Una sociedad entretenida no cuestiona, no exige, no confronta. Y en esa pasividad se diluye el verdadero sentido de la participación democrática. La transparencia, en ese contexto, se vuelve un gesto opcional porque no existe presión social que la exija.

Así, temas como la mala gestión de recursos, la corrupción, reformas estructurales sin consenso, el deterioro institucional o amenazas a derechos fundamentales pueden pasar inadvertidos mientras la atención colectiva se pierde en distracciones, ya inducidas, ya propias de una cultura social anclada en la banalidad.

Pero esta dinámica no solo beneficia a quienes detentan el poder político. El entretenimiento constante también favorece a industrias enteras que capitalizan la atención humana como si fuera un recurso infinito. Plataformas, algoritmos y medios que viven del clic sacan provecho de un público más emocional que crítico, más impulsivo que reflexivo. El ruido informativo genera una saturación que, paradójicamente, impide comprender lo relevante.

En ese ambiente, la ciudadanía se aleja de los temas nacionales no por falta de interés, sino por sentirse abrumada o creer, equivocadamente, que nada puede cambiar.

...Y sin embargo, hay ventajas

Estar informado es un acto de autonomía y, en buena medida, una forma de resistencia. Una ciudadanía informada no solo entiende los procesos: puede evaluarlos, cuestionarlos y plantear alternativas.

La información verificada aporta claridad, permite detectar incoherencias y expone las decisiones públicas al escrutinio colectivo. Cuando la población conoce las implicaciones de una reforma, un presupuesto, una política social o un conflicto institucional, mejora la calidad del debate y reduce el margen de acción de quienes actúan con agendas privadas.

La información fortalece la capacidad de cada individuo para participar -incluso indirectamente- en los asuntos públicos y contribuye a la construcción de una sociedad más vigilante y menos manipulable. También fomenta el pensamiento crítico y permite distinguir entre hechos y narrativas calculadas.

Una sociedad que se informa con rigor defiende mejor sus derechos, rechaza los abusos y exige un funcionamiento más transparente del Estado. Así, la participación cívica se vuelve más activa, la institucionalidad se robustece y la democracia se aleja del riesgo de capturas antidemocráticas.

Mirar hacia otro lado puede resultar cómodo, pero tiene un costo alto: cede espacio a quienes se benefician de la indiferencia ciudadana. Informarse, en cambio, es un acto de responsabilidad individual que, sumado, transforma la vida colectiva.

El entretenimiento es un derecho, sí, pero jamás debe sustituir la conciencia cívica.

Cuando una sociedad se distrae, otros deciden por ella.

Cuando se informa, decide ella misma.

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2025-11-28T02:37:00

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias