Nuevo ciclo

Hace un cuarto de siglo desaparecía la Unión Soviética

28.12.2016

MOSCÚ (Uypress) – Hace 25 años, el 25 de diciembre, Mijaíl Gorbachov renunciaba a la presidencia y se cerraba el ciclo de la Unión Soviética como país.

Para muchos la experiencia fue el camino más largo al capitalismo; para otros una frustración pero una utopía a seguir: hace 25 años desaparecía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la URSS o Unión Soviética.

El 25 de diciembre de 1991, Mijaíl Gorbachov vivía sus últimas horas en el Kremlin luego de su intento reformista. Desaparecía una nación que había jugado un papel clave en el siglo XX, con un sistema económico y político impuesto por los bolcheviques a partir de 1917 que mostraba su fracaso.

Pasaban a ser cosas del pasado la falta de libertades, pero se abría paso un insaciable y voraz capitalismo salvaje, que, según bien ilustra una crónica del diario El País de Madrid, golpeó a un pueblo acostumbrado a la estabilidad laboral, pero abrió también las puertas a la iniciativa individual y permitió a los rusos gozar de una libertad que nunca antes habían tenido.

El 25 de diciembre fue fiesta en occidente, pero no en Moscú, donde Gorbachov se dirigió a la población de un país que en la práctica ya había muerto -la Unión Soviética- y anunció su renuncia. En su discurso, explicó que aunque había apoyado siempre la soberanía de las repúblicas, también había sido un firme partidario de la unidad del Estado; pero los acontecimientos habían tomado otro rumbo.

¿La anécdota? Cuando llegó el momento de firmar el decreto con su propio cese como presidente de la URSS, su pluma dejó de escribir. Entonces, Tom Johnson, jefe de la CNN que cubría el acto con su equipo, le tendió a Gorbachov su pluma Montblanc. "¿Es estadounidense?", preguntó el ruso. "No señor, o francesa o alemana", respondió el periodista. Y entonces Gorbachov firmó.

De hecho, el país ya había dejado antes de existir como unidad territorial, tras el fracasado golpe de Estado de agosto de 1991 por parte de los comunistas conservadores para evitar, precisamente, lo que se veía venir: la desintegración de la Unión Soviética.

Gorbachov tenía esperanzas de poder conservar unido el país, incluso después de que las repúblicas que integraban la URSS declararan su independencia. Ni siquiera las perdió del todo después de que el 8 de diciembre las tres eslavas (Bielorrusia, Rusia y Ucrania) firmaran el tratado de Belovezha, pensando que aún era posible formar una confederación. Pero las pocas que le quedaban se desvanecieron el 21, cuando los líderes de las 11 antiguas repúblicas soviéticas (todas menos Georgia y las tres bálticas) se reunieron en Kazajistán y anunciaron la formación de la Comunidad de Estados Independientes (CEI).

El 25 de diciembre de 1991 fue un día de ilusión para millones de personas en Rusia, que veían con optimismo el futuro, pero también de luto para otros millones, ahora exciudadanos de la URSS, que asistían a la desaparición de la potencia que había ganado la Segunda Guerra Mundial y el resurgimiento de movimientos nacionalistas e incluso fascistoides en el antiguo territorio soviético.

Fue un momento de alegría especialmente para los jóvenes y para muchos menores de 50, que intuían que sus hijos no conocerían la dictadura, la censura; que podrían no solo moverse libremente por su país e instalarse donde quisieran, sino también hacerlo por el mundo, cosas que ya habían comenzado a plasmarse en los años de la perestroika. Pero esas expectativas no se cumplieron para todos, y aún en muchos de los territorios campean los regímenes dictatoriales y las luchas intestinas. Estos procesos, algunos de los cuales continúan, habían comenzado antes: en el momento de la renuncia de Gorbachov, cuando en Georgia se combatía, Chechenia había declarado su independencia, Moldavia había anunciado su aspiración a reunificarse con Rumania...

Tras el mensaje de Gorbachov -o, según el exdiputado Vladímir Isákov, mientras hablaba-, se arrió la bandera roja soviética y en su lugar se izó en el Kremlin la tricolor rusa. Después del discurso de despedida, en un pasillo del Kremlin, el general Yevgueni Sháposhnikov entregó el maletín nuclear a Boris Yeltsin.

El punto final lo puso formalmente al día siguiente, 26 de diciembre, la Cámara de las Repúblicas del Soviet Supremo de la URSS, antes de ser disuelta: sus miembros aprobaron la declaración que ratificaba el final de la URSS.

 

 

Historia
2016-12-28T10:10:00

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias