NUEVA NOVELA
Pablo Vierci: “El fin de la inocencia”
17.10.2018
MONTEVIDEO (Uypress) - “El objetivo fue escribir una novela adictiva que transforme una experiencia aterradora en fascinante” afirmó el escritor y periodista Pablo Vierci en declaraciones a Uypress, con motivo de la publicación de su novela “El fin de la inocencia”.
La novela fue presentada el pasado viernes 11 de octubre en la 41ª Feria Internacional del Libro de Montevideo, bajo el sello Alfaguara. Vierci conversó con Uypress sobre esta nueva "aventura" literaria que lo tiene como protagonista desde la pluma.
La frase que aparece en el afiche sobre tu libro El fin de la inocencia dice: "una novela adictiva que no se puede soltar". ¿Ese fue tu objetivo?
El afán de contar historias y el afán de la gente de leerlas siempre es el mismo, pero varía la forma, el lenguaje. La literatura siempre está jaqueada por nuevos formatos que compiten por el tiempo libre del lector. A muchos les gusta hacer predicciones fatalistas y apocalípticas. Ocurrió cuando surgió la televisión, o recuerdo cuando surgió el video hogareño, que muchos se preguntaban cómo haría para competir el libro con un simple VHS, que el antiguo lector lo colocaría en un aparato que no requería ningún esfuerzo de su parte.
Ahora en esta era están las redes sociales, que ocupan otra parte del tiempo libre del lector potencial, o, más complejo todavía, la multiplicidad de pantallas, con buenas series de televisión, como las que surgieron en estos últimos tiempos. Series que provocan adicción, que hacen que una persona pueda ver cuatro o cinco capítulos en un solo día, como se hacía y hace con los libros.
En lugar de observar este fenómeno como algo perjudicial, lo veo como un interesante desafío: generar esa misma adicción pero en la lectura. Y eso es lo que traté de hacer con la novela El fin de la inocencia, y a pocos días de lanzarla, estoy viendo que la respuesta es exactamente esa: los lectores la leen de una sentada, "en bajada", en uno o dos días. Ese era mi objetivo. Ojalá se siga logrando.
Además tú has dicho que cada día hay que elaborar ideas con vocación más global.
Es una simple constatación de nuestros días, nos interesa conocer historias localizadas en cualquier punto del globo, cada vez más, grandes epopeyas o historias intimistas, psicológicas. El mundo se achicó, como se suele decir.
Y a eso se suma que ya lo he comprobado con mi propia experiencia. De mis 11 libros, muchos ya se publicaron en el exterior, empezando con el primero, en 1979, Los tramoyistas, que se vendía en las librerías y kioskos de Estados Unidos y el último, Tenía que sobrevivir, que hicimos con Roberto Canessa, y que se publicó en China, Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Australia, toda América Latina, España, Italia. Y cuando fuimos a lanzarlo a muchos de estos países, la reacción del público es la misma, no hay misterio. En este caso, la novela El fin de la inocencia está localizada en Uruguay, en una época determinada, e intento que los lugares, los tiempos sean lo más fidedignos posibles, porque esta vocación global no está reñida con pintar tu aldea de la mejor manera posible, sino al contrario. El lector descubre la verdad con claridad.
Si bien El fin de la inocencia es una ficción, una novela, parece haber matices autobiográficos, empezando por el nombre del protagonista.
Es una novela realista, o sea no hago literatura fantástica, aunque ambos géneros me seducen.
Tengo para mí que cuando se escribe una novela de este tipo, se puede hacer "en frío" o "en caliente", como yo lo califico. Por ejemplo hace unos años escribí una novela sobre la guerra de las Malvinas, titulada El desertor.
Como yo no participé en esa guerra, hice todo el trabajo necesario para poder situarme en el lugar, y en la piel de los diferentes personajes. Por eso tuve que entrevistarme todo lo que pude con combatientes, ex colimbas, leí todos los testimonios que pude de soldados británicos, me entrevisté con pilotos, me senté en ese lugar claustrofóbico de la cabina de los aviones de combate, o conversé todo el tiempo que pude con el capitán de un buque que había sido torpedeado, que fue mi asesor, para poder sentir lo que se siente en una situación como esa. Pero a pesar de todo ese esfuerzo y trabajo, siempre sigue siendo una historia ajena, "en frío".
En El fin de la inocencia opto por lo contrario, por crear una peripecia de ficción pero que se basa en experiencias vividas, y experiencias que han sido muy intensas en mi vida. Generalmente uno cuando elige episodios de su vida para recrearlos en una novela no son los buenos momentos sino aquellos que han resultado inconclusos, incomprensibles, que todavía lo acompañan a uno hasta en los sueños, porque no han terminado de resolverse.
En ese sentido en esta novela yo armé como una especie de "bomba". En primer lugar se trata de un accidente en una canoa, donde cuatro amigos naufragan, con víctimas y un sobreviviente, en una contingencia cargada de coraje y de cobardía. En segundo lugar lo ubico en un año clave en la historia del siglo XX, 1968, porque en ese entonces yo tenía 18 años y sé bien lo que se sentía, el choque de infinitos cambios que se daban en el mundo entero, y que en Uruguay lo recibíamos como coletazos tardíos, cuando se quería cambiar el mundo y al fin se logró cambiar al individuo. Ubico la trama también en plena educación sentimental de los personajes, tienen 19 años en el momento del accidente, en 1968, o sea están surfeando la ola del cambio en las emociones pero al mismo tiempo surfeando la ola de los cambios disruptivos de ese año 1968. Ubico esa trama en plena Guerra Fría, que a los de mi generación nos acompañó durante buena parte de la vida, o sea cuando la vida parecía tener fecha de vencimiento, con el holocausto nuclear a la vuelta de la esquina, sacudido por la violencia, por la irrupción guerrillera y la democracia jaqueada. Y por último esa bomba de tiempo que armo sucede en un Uruguay completamente diferente al actual, cuando éramos el país más igualitario de América pero al mismo tiempo un paraíso fiscal, cuando se estaba incubando en el mundo todo lo que eclosionaría muchos después, en eso que se ha dado en llamar el "siglo de la transparencia", pero que entonces ni se vislumbraba.
Tú has dicho que la peripecia de la novela se puede ver como una foto, algo estático, u observar lo que está detrás, el mar de fondo.
Exacto, ese es el desafío, conocer la trama y conocer fundamentalmente el revés de la trama.
En El fin de la inocencia todos los conflictos de la trama se desencadenan con un trágico accidente en una canoa. Esto puede mirarse como una simple fotografía, donde se recrea el episodio del accidente. Puede observarse como una radiografía, donde vemos todas las zonas ocultas que lo provocaron y las consecuencias que trajo aparejado. O puede verse como una tomografía, con imágenes de lo oculto antes y después, y ahí tendremos una percepción completamente diferente de la primera fotografía.
El accidente en el Río de la Plata es el nudo gordiano que desencadena todos los conflictos de la trama.
Además utilizas técnicas de guión cinematográfico, para hacer una obra muy visual, con constantes puntos de giro.
Es así, el guión no es un género literario pero el guión tiene trucos o herramientas que se utilizan en las novelas, como el punto de giro, o el turning point, como se le llama. Consiste en quebrar las expectativas del lector, hacer un quiebre en la narración de forma que el lector se pregunte, desasosegado, "¿y ahora qué sucederá?". Lo importante de estos puntos de giro, o giros de tuerca, es que no queden como un artificio, o sea que sean verosímiles, persuasivos. Y aquí vuelvo a lo anterior, como la novela puede leerse en su urdimbre oculta, el punto de giro desaparece como tal, y es el simple devenir de la narración.
En El fin de la inocencia, con toda la acción y el suspenso que se crea y crece en el relato, hay un constante juego entre la conciencia y el inconsciente. ¿Por qué?
Cuando se escribe acicateado por la experiencia, la frontera entre la realidad y la ficción se torna más difusa. La imaginación reelabora experiencias que por razones misteriosas te acicatean desde la conciencia y el inconsciente.
En nuestras vidas, lo que no puede procesarse porque nos lastima, muchas veces lo "enviamos" al inconsciente, se "entierra vivo" en el inconsciente, pero esto que se entierra vivo, no desaparece. Lo que se entierra vivo generalmente se asoma en forma disfuncional, por eso una novela, como la psicoterapia, permite reordenar los acontecimiento dejando asomar lo que antes nos lastimaba pero procesándolo de forma que pueda convivir con nosotros.
Por eso suele decirse que si el inconsciente estuviera siempre de manifiesto viviríamos en un manicomio, rodeados de fantasmas, pero a la vez el inconsciente no se puede domesticar, porque forma parte de nosotros, pero sí se puede procesar de otra forma, como lo hago en El fin de la inocencia.
Entonces todo lo que parece que ocurrió de una manera, se puede ver de otra completamente diferente. ¿El accidente fue algo fortuito? ¿Qué puede estar detrás de lo que parece una mera imprudencia? O sea, llevo a una situación extrema y desmesurada contingencias que todos vivimos, porque, ¿cuántas veces llegamos a la cruz de los caminos y tomamos decisiones aparentemente nimias, que trastocaron completamente nuestro destino, sin que sepamos los hilos que nos mueven, manejados por un titiritero invisible al que no podemos controlar? Buscar la urdimbre que está detrás de estas contingencias, o de esta trama intangible, nos permite descubrir lo que ni sospechábamos de nosotros.
En la novela se pone de manifiesto que la incertidumbre puede ser la peor experiencia imaginable o todo lo contrario. ¿Cómo se logra?
Puede ser fascinante o aterrador descubrir algunos de los imponderables que gobiernan nuestras vidas. Vivimos en la total incertidumbre, al punto que la única certeza es el morir, pero ni siquiera sabemos cuándo, ni dónde, ni cómo.
¿En cuántos instantes que no sabemos ni sospechamos se torció nuestro destino, a veces por un suspiro, un milímetro, un desliz? ¿Somos conscientes de que en buena medida estamos navegando a ciegas, a la deriva, con información incompleta de lo que sucede a nuestro alrededor?
Con la novela El fin de la inocencia invito al lector a una expedición en canoa para vivir la experiencia trágica de naufragar, y, juntos, con el sobreviviente y protagonista, hundirnos y llegar al fondo, hasta que en determinado momento sea necesario dar un golpe de timón para evitar el naufragio definitivo.
Poco a poco, iremos rehaciendo la misma peripecia pero ahora no será a ciegas, sino alumbrando zonas que estaban a oscuras, u ocultas, para visualizar algunos de esos imponderables que nos gobiernan, como cuando se divisan las rocas cuando baja la marea.
Por eso se puede decir, en una frase, que el naufragio de una canoa, y el mar de fondo que lo produjo, es la trama y el revés de la trama de toda la novela.
Si el protagonista, y nosotros con él, llegamos a destino, o sea si logramos interpretar algunas contingencias, para orientarlas, o conducirlas; y tenemos la posibilidad de admitir que muchas contingencias con consecuencias dramáticas estaban más allá de nosotros, y nunca podríamos haber hecho algo para esquivarlas, por más doloroso que resulte constatarlo, la experiencia de la incertidumbre dejará de ser aterradora... y podrá ser fascinante.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias