Preservación de la memoria
Proponen que tramo de Andes pase a llamarse José Germán Araújo
25.04.2017
MONTEVIDEO (Uypress) – El Dr. Oscar López Goldaracena propuso que el tramo que va de 18 de Julio hacia el sur de la calle Andes pase a denominarse José Germán Araújo.
El reconocido abogado Oscar López Goldaracena, exsenador, vinculado a la defensa de los derechos humanos, elevó una propuesta formal al Intendente de Montevideo para que el tramo de la calle Andes que va de 18 de Julio al sur pase a denominarse José Germán Araújo, en homenaje al fallecido exdirector de CX30, cuyos estudios justamente se ubicaban en el Palacio Salvo, en la esquina de Andes y 18.
José Germán Araújo, nacido en 1938 y fallecido el 9 de marzo de 1993, fue una importante voz desde los medios de comunicación en contra de la dictadura. Fue también senador por la lista 1001.
De acuerdo a la propuesta, la intención de la incorporación del nombre de José Germán Araújo al nomenclátor "se corresponde con la finalidad de preservación de nuestra memoria, de nuestra historia, de nuestro patrimonio cultural inmaterial, para el caso la resistencia a la dictadura".
En el escrito presentado este jueves, el Dr. López Goldaracena informa que la idea fue presentada en el período de gobierno departamental pasado, que tuvo un respaldo importante de la ciudadanía, materializado en múltiples adhesiones pero que finalmente no se concretó. "Es por tal razón que la reitero para que, si comparte sus fundamentos, la haga suya y remita a la Junta Departamental el proyecto correspondiente", ya que es esta quien tiene la potestad de realizar modificaciones en el nomenclátor departamental.
El siguiente es el texto completo de la fundamentación presentada por López Goldaracena
Me dirijo a usted para solicitarle formalmente que el tramo de la calle Andes al sur de la Av. Dieciocho de Julio pase a llamarse José Germán Araújo (2 de setiembre de 1938 - 9 de marzo de 1993).
Presentada la idea en el período de gobierno departamental pasado, tuvo un respaldo importante de la ciudadanía, materializado en múltiples adhesiones, pero no se concretó. Es por tal razón que la reitero para que, si comparte sus fundamentos, la haga suya y remita a la Junta Departamental el proyecto correspondiente.
***
Como expresé oportunamente, José Germán Araújo fue un ejemplo de acción política en la lucha contra la dictadura militar para recuperar la democracia. Su voz, desde CX 30, fue un ícono de resistencia y de convocatoria a la reflexión.
La dictadura no pudo con el corazón de nuestro pueblo. Ahí estuvo la palabra de Germán, uniendo a los demócratas. Amplificó durante los años oscuros el sentimiento colectivo, haciéndonos imaginar la alegría de los abrazos que vendrían. No pudieron callarlo ni las detenciones ni los silencios impuestos.
Siempre bregó por el restablecimiento de la democracia, el cese de las proscripciones y el funcionamiento normal de los partidos políticos y las organizaciones sociales. Recordemos que por transmitir en directo las deliberaciones de uno de los partidos políticos la radio fue clausurada.
Era la época en que en el Uruguay no le preguntábamos al vecino cuál era su partido político. Todos juntos, con el lenguaje sutil de las miradas, de las canciones y a golpe de cacerolas, anticipábamos la democracia que se venía. Y llegó. Fue el esfuerzo de miles y miles de uruguayos, acá y en el exterior. La voz de José Germán Araújo nos representó a todos.
¡Vaya si le debemos un homenaje a su memoria! ¡Vaya si debemos mantener siempre presente lo que fue la resistencia del pueblo uruguayo a la dictadura!
Persona íntegra y solidaria, fue un luchador incansable por los derechos humanos y por verdad y justicia.
Su vida política, social y periodística, comprometida con los demás, valiente, honesta y coherente, invita a que siempre sea recordado como símbolo de resistencia a la dictadura.
***
Mucho más podría abundar para justificar la sustancia de esta propuesta, pero prefiero extenderme en reflexiones que considero de indispensable consideración.
Las motiva el hecho de que en el período pasado se anticipó el argumento de que no se podía cambiar el nombre de las calles del centro de Montevideo y que ya habiendo una plazuela o espacio público con su nombre no se le puede efectuar un "doble homenaje".
***
La cultura es un conjunto dinámico de elementos materiales e inmateriales. Es multidimensional: lo material e inmaterial en recíproca interacción.
La historia integra el patrimonio cultural inmaterial y por ende es un ingrediente esencial de la cultura de la comunidad. El concepto de patrimonio cultural evolucionó desde lo material y meramente monumental hasta comprender el patrimonio intangible e inmaterial.
Nadie puede discutir hoy que la historia de un pueblo es parte de su cultura y que a esta la vamos construyendo permanentemente.
En tal sentido, la historia de los episodios de resistencia de nuestro pueblo contra la dictadura cívico militar (1973-1985) integra nuestro patrimonio cultural inmaterial y es nuestra obligación mantenerla siempre presente como garantía de que jamás se repita una dictadura.
Cuando al patrimonio cultural inmaterial que es la historia lo anclamos en elementos de referencia materiales, tangibles y reconocibles, lo estamos preservando.
La propuesta de incorporación del nombre de José Germán Araújo a un tramo de la actual calle Andes se corresponde con la finalidad de preservación de nuestra memoria, de nuestra historia, de nuestro patrimonio cultural inmaterial, para el caso la resistencia a la dictadura.
***
El nombre de una calle es, en sí mismo, un elemento identificador de espacio urbano que adquiere una dimensión material, reconocible, identificable.
Se incorpora al lenguaje urbano de la comunidad como referencia espacial de ubicación.
El nombre de una calle pasa a formar parte, por repetición y uso, de la identidad cultural ciudadana, pero además conlleva la representación especial de lo que significa, de lo que representa y se vuelve catalizador en el proceso de consolidación del patrimonio cultural inmaterial.
En este sentido, el nombre de una calle es un elemento de identidad cultural especial, con una doble dimensión, material e inmaterial.
La denominación o nombre es en sí mismo inmaterial; lo material es la base física, la calle, el soporte físico donde está escrito ese nombre.
De ahí la importancia de lo que el nombre de una calle significa y representa. Puede ingresar a la cultura ciudadana únicamente el nombre (cuando no se sabe a qué refiere) pero siempre tiene aptitud de incorporar a la cultura ciudadana lo que representa. De ahí la importancia de diseñar una verdadera política de Estado en relación con el nomenclátor urbano para conservar memoria, para conservar historia, para preservar el patrimonio cultural inmaterial.
El nombre de una calle, desde su adopción, se convierte en elemento identitario de referencia espacial pero además, y en lo fundamental, tiene vocación de trascender lo geográfico y convertirse en portador insustituible de memoria colectiva.
Resultará determinante, entonces, frente a cualquier propuesta de cambio o incorporación de nuevos nombres, tener bien claras las coordenadas sobre las cuales debe adoptarse la decisión política. Porque de eso se trata: de una decisión política, pero ésta no debe responder a la discrecionalidad.
Por el contrario, la finalidad debe ser el desarrollo cultural y la preservación del patrimonio cultural inmaterial que es la historia y la memoria de un pueblo, de una ciudad. No cualquier desarrollo cultural sino el que transite sobre los valores fundamentales y esenciales de una sociedad democrática, republicana y con plena vigencia de los derechos humanos.
En especial relación con las violaciones a los derechos humanos que sufrimos durante la dictadura militar, se tendrá muy en cuenta que la preservación de la memoria ingresa como una obligación estatal en cuanto forma de reparación colectiva y garantía de no repetición.
***
Es así que si adoptáramos las pautas que venimos de analizar, la primera conclusión sería que la propuesta de cambio de nombre de un tramo de la calle Andes por el de José Germán Araújo no debería merecer observaciones; la segunda sería que se impondría una necesaria revisión de todo el nomenclátor atendiendo aquello que resulta incompatible con los principios y valores democráticos y republicanos que deben constituir nuestra identidad cultural, nuestro patrimonio cultural inmaterial, nuestra forma de ser colectiva.
Si bien no se trata ahora de ingresar en la discusión global del nomenclátor o de sus pautas, sí se tendrá presente la necesidad de un sinceramiento respecto de las opciones políticas: la opción por inmutabilidad de los nombres de las calles bajo el argumento de que ya son parte de nuestra identidad colectiva, sin importar lo que estos nombres representan; o la opción de crear cultura con nombres que reflejen los principios y valores sobre los que queremos construir nuestra convivencia.
No me cabe duda de que la identidad colectiva se debe forjar no solo con el uso repetitivo del nombre de una calle, sino que debe priorizarse la historia e inmaterialidad de lo que representa. De haber acuerdo en esta opción, seguro que no habrá lugar para seguir homenajeando a los dictadores con cuyo nombre aun se llaman, oficialmente, avenidas de Montevideo (por ejemplo Gral. Flores y Camino Santos).
***
Cuando hace unos años propusimos cambiar el nombre del tramo sur de la actual calle Andes, entendimos y lo seguimos sosteniendo que la iniciativa no vulnera ningún elemento de identidad cultural sino que, por el contrario, fortalece nuestra memoria en el sentido que venimos exponiendo.
El tramo elegido para el cambio de nombre está especialmente relacionado con el lugar que fuera asiento de la emisora de radio desde la cual Germán transmitía. Mantiene el nombre de la calle Andes para el tramo norte y, de esta forma, se conserva la identidad barrial.
No es de recibo el argumento en contra de que, como José Germán Araújo ya tiene su nombre en una plaza, no puede recibir "un doble homenaje".
Alcanza con revisar las denominaciones de las plazas, plazoletas y espacios públicos de Montevideo (dejando de lado los próceres mayores y el nombre de países) para advertir que hay decenas con nombres de personas, incluso extranjeras, que se repiten en calles: Eduardo Acevedo, Francisco Acuña de Figuera, Manuel Azaña, Washington Beltrán, Justo Bermúdez, Pedro Blanes Viale, Silvestre Blanco, José Cabrera, Luis Cavia, Andrés Cheveste, Manuel Freire, Luis Franzini, Jesús de Galíndez, Juan González de Castro, Manuel Herrera y Obes, Juan Laguna, Tomás Jefferson, Francisco Muñoz, Juan Carlos Patrón, Juan María Pérez, Gonzalo Ramírez, Joaquín Suarez, Joaquín Torres García, Gustavo Adolfo Volpe, Adrián Troitiño, etc.). Lo mismo ocurre en relación con los parques (Capurro, Rodó, Tonkinson, etc.).
Pero además, insólitamente, en lo que sin duda pasa a ser el mayor de los desatinos y contrasentidos aún pendiente de ser corregido, es el hecho de que hay dos calles de la ciudad con el mismo nombre que homenajean a la misma persona. En efecto, la calle Vázquez, en el Cordón, debe su nombre a Santiago Vázquez (1787-1847), miembro de nuestra primera Asamblea General Constituyente. Lleva ese nombre desde 1867, sin embargo décadas más tarde se volvió a homenajear a la misma persona dándole su nombre a otra calle en Pocitos. Y por si esto fuera poco también se lo recuerda en el nombre de una plaza.
Es obvio, en vista de lo que venimos de relatar, que cualquier argumento que implique basarse en el nomenclátor e invocar el "doble homenaje" para oponerse a la propuesta queda desacreditado por sí mismo.
Es más, la opción política de prohibirlo para el futuro no es adecuada ni recomendable por cuanto implica una limitación arbitraria de opciones que no condice con los canales que deberían mantenerse abiertos en pos de la dinámica del progreso cultural. En primer lugar, porque el llamado "doble homenaje" involucra espacios urbanos de distinto tipo y en absoluto aporta confusión en la identificación de lugares. En segundo lugar, porque el elemento cultural inmaterial a preservar puede ser de una relevancia tal que justifique hacerlo. En tercer lugar, porque la propia extensión de la ciudad puede determinar que sea un opción válida de preservación del elemento cultural inmaterial su incorporación en otro lugar geográfico de la misma ciudad y en un espacio urbano de diferente tipo.
***
Decíamos que el nombre de una calle, por su uso y repetición, pasa a formar parte de la identidad cultural de la ciudad. Ocurre, en la gran mayoría de los casos, que lo que pasa a integrar el patrimonio cultural del colectivo ciudadano es únicamente el nombre, pero no lo que significa, lo que recuerda, con el agravante de que en muchos casos los nombres no significan nada o refieren a personas cuyas historias poco tienen que ver los valores que queremos preservar.
Como dijimos, creemos que nuestra sociedad montevideana se debe un debate a fondo sobre su nomenclátor, sin perjuicio de lo cual, la propuesta que estamos formulando es viable en cualquier escenario salvo que se opte por el inmovilismo y la inmutabilidad en lugar de comprender que la identidad de una comunidad no es una expresión estática.
Para el caso entendemos que debe optarse por coadyuvar a la dinámica del desarrollo cultural y, dada la naturaleza de la propuesta, debe considerarse adecuada y eficaz para construir memoria y preservarla, en consonancia con la obligación de reparación colectiva a la que todos los estamentos del Estado están obligados como forma de prevenir que no haya más dictaduras en el Uruguay.
***
Sé que compartimos los ideales expresados y confío plenamente en que considerará esta solicitud en aras del bien común de nuestra sociedad.
Sin otro particular, le saludo fraternalmente.
Dr. Oscar López Goldaracena
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias