30.08.2018
MONTEVIDEO (Uypress/Amilcar Nochetti) - Pocos términos han definido mejor la esencia histórica del cine italiano que los de este ciclo. Durante 106 años la intimidad y la mirada humanista definieron los mejores largometrajes rodados en la “bota” europea.
En un siglo violento y difícil para mantener erguidos esos valores el logro parece heroico, pero la explicación para la supervivencia de ese ideal se halla en nuestro origen latino que, como mandato natural, nos enfrenta al arte y la vida privilegiando siempre el lado más radiante del corazón. La aplicación del humanismo como actitud vital que concibe al valor humano por encima de cualquier otra cosa ha sido practicada desde el inicio por el cine italiano, y lo que lo ha enaltecido es su certera mirada, que privilegió siempre al capital humano por encima de credos e ideologías. El ciclo que se presentará en setiembre revela que el ideal sigue vivo en el cine itálico.
Manual de Amor: Mezcla historias sobre personajes distintos y las va uniendo una tras otra, teniendo como nexo el amor y sus distintas etapas, en el seno de diferentes parejas. Todo empieza cuando un joven desempleado se enamora a primera vista de una chica que al comienzo no le toma demasiado en serio. A partir de ahí, y con gran sentido del humor, la película conducirá al espectador a través de los avatares de varias parejas que representan diferentes etapas del amor: el flechazo, la crisis, la traición y el abandono. Lo primero que llama la atención es la sensibilidad y buen gusto con que está realizado el film. El director Giovanni Veronesi combina momentos de carga emocional con otros en los que logra la carcajada, pero siempre apelando a la inteligencia del espectador. Con ese método el cineasta transmite al público la inestabilidad psicológica a la que puede llevarnos el amor. Va el martes 4 de setiembre.
La esperanza de una nueva vida: Historia sobre la emigración y la multiplicidad étnica en Europa. En un modesto puerto de pescadores de la laguna veneciana transcurre esta humilde, penetrante y emotiva fábula sobre el encuentro de dos almas solitarias. El ex documentalista Andrea Segre lanza una mirada afectuosa, honesta y apacible sobre una amistad que podría ser amor si no lo impidiera la xenofobia. Shun Li llega de Roma con la esperanza de ganar lo suficiente para saldar una deuda y traerse a su pequeño hijo, que aún vive en China al cuidado del abuelo. Será mesera en un bar frecuentado por pescadores, entre los que se halla un veterano afincado en la laguna desde mucho tiempo atrás. A su creciente afinidad se sumará el descubrimiento de lo que los une: son extranjeros, están solos y separados de sus hijos. Así sumarán fuerzas para vencer la mezquindad de sus congéneres. Los admirables trabajos de Zhao Tao y Rade Serbedzija se unen a la luz taciturna, delicada y poética que baña la laguna, en una zona donde viven pescadores y exiliados pero no llegan los turistas. Va el martes 11 de setiembre.
Reality: Película poblada por seres excéntricos y audaces como el napolitano Luciano, padre de familia, dueño de una pescadería y animador de fiestas y bodas. Así lo presenta el cineasta Matteo Garrone (el de Gomorra), hasta que choca con el último ganador de la versión italiana del Gran Hermano. Desde ese punto de partida Luciano se ve invadido por una maniática fascinación en ingresar a la "casa" sin medir consecuencias, y en ese descenso al infierno quizás pierda la cabeza e incluso la familia, desde la apatía inicial a la ambición intermedia y un riesgo de demencia sobre el final. Sin abandonar algunos toques de realismo, el modelo es el de la commedia all'italiana más chirriante y grotesca, y esa combinación convierte al film en una jugada muy audaz. Rodado con una paleta de colores chillones que acentúa el costado kitsch de algunos personajes, la película alterna dos miradas (una sensible, otra sarcástica) en una relación de amor-odio acentuada a medida que Luciano pierde su noción de la realidad, entre la monomanía y el arrebato. Mientras tanto, Garrone reparte venenos contra la TV, la fama y la cultura efímeras. Va el martes 18 de setiembre.
Tres hermanos: Los protagonistas regresan a la comarca meridional en la que pasaron la niñez: murió la mamma, y el viejo padre (Charles Vanel) los convoca al reencuentro. El hecho interrumpe la actividad de Philippe Noiret en Roma, donde es juez y enfrenta amenazas terroristas contra su vida. Michele Placido viajará desde Turín, y trabaja en una automotora que está a punto de despedirlo debido a su agitada actividad sindical. Y Vittorio Mezzogiorno está a cargo de un reformatorio de Nápoles, en el cual la violencia aumenta las dificultades de la niñez desamparada. Esos hombres reflejan a la sociedad italiana de 1980, convulsionada por el malestar laboral, el terrorismo "rojo" y "negro", y la corrupción de la infancia marginal. El gran Francesco Rosi (Salvatore Giuliano, Saqueo a la ciudad, El caso Mattei, Cadáveres ilustres) utiliza esa dura realidad para redescubrir el costado más humano de la existencia. No es casual que esos hermanos se reencuentren en torno a una muerte que los conmueve, porque el film compara la situación de un país que ha perdido sus valores, al fúnebre clima familiar que devuelve la real dimensión a la muerte de un ser querido. De esa manera se recuperan emociones y dolores que forman parte del misterio de lo inevitable. Desde el fondo mismo de su melancolía el film llama a la concordia. A 37 años de realizado se lo ve más actual que nunca. Cierra el ciclo el martes 25 de setiembre.
Los films se proyectarán a las 19 horas con entrada gratuita y subtitulados en español en el Instituto Italiano de Cultura (Paraguay entre Canelones y Maldonado).
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias