La personalidad: nos diferencia y caracteriza
02.05.2010
MONTEVIDEO, 2 May (UYPRESS/ Andrea Calvete)- La personalidad es conocida como un conjunto de características físicas, sociales y genéticas que determinan a un individuo y lo hacen único. Al tratarse de un concepto básico dentro de la psicología, a lo largo de la historia ha recibido numerosas definiciones.
Puede definirse como el conjunto de características y pensamientos ligados al comportamiento. Persiste en el comportamiento de los individuos a través del tiempo, en distintas situaciones o momentos, otorgando algo único a cada individuo que lo caracteriza como independiente y diferente. Ambos aspectos de la personalidad, distinción y persistencia, tienen una fuerte vinculación con la construcción de la identidad, la cual está modelada por rasgos.
Teoría de los rasgos
Los teóricos de los rasgos rechazan la idea sobre la existencia de diferentes personalidades. Afirman que los seres humanos difieren en varias características o rasgos, tales como, dependencia, ansiedad, agresividad y sociabilidad. Todos poseemos estos rasgos pero unos en mayor o menor grado que otros
Los rasgos pueden calificarse en cardinales, centrales y secundarios.
Rasgos cardinales: Son relativamente poco frecuentes, son tan generales que influyen en todos los actos de una persona. Un ejemplo de ello podría ser una persona tan egoísta que prácticamente todos sus gestos lo revelan
Rasgos Centrales: Son más comunes, y aunque no siempre, a menudo son observables en el comportamiento. Ejemplo, una persona agresiva tal vez no manifieste este rasgo en todas las situaciones.
Rasgos secundarios : Son atributos que no constituyen una parte vital de la persona pero que intervienen en ciertas situaciones. Un ejemplo de ello puede ser, una persona sumisa que se moleste y pierda los estribos
Las cinco grandes categorías de la personalidad
En las cinco categorías dependiendo del grado de puntuación con que se identifiquen los individuos, del mismo modo se verá reflejada su personalidad.
Extroversión: Locuaz, atrevido, activo, bullicioso, vigoroso, positivo, espontáneo, efusivo, enérgico, entusiasta, aventurero, comunicativo, franco, llamativo, ruidoso, dominante, sociable.Estas características se dan en individuos con puntuaciones altas de extroversión, en caso contrario, se aprecian individuos huraños, reservados, cohibidos, sumisos, apáticos y malhumorados.
Afabilidad: Cálido, amable, cooperativo, desprendido, flexible, justo, cortés, confiado, indulgente, servicial, agradable, afectuoso, tierno, bondadoso, compasivo, considerado, conforme.Estas características propias de puntuaciones altas de afabilidad, sino contrariamente surgen individuos antagónicos, descorteces, altaneros, obstinados, desconfiados, egoístas, insensibles y mentirosos.
Dependencia: Organizado, dependiente, escrupuloso, responsable, trabajador, eficiente, planeador, capaz, deliberado, esmerado, preciso, practico, concienzudo, serio, ahorrativo, confiable; características en casos de alta dependencia, en casos de puntuaciones bajas desorganizados: infeficientes, imprecisos, poco confiable.
Estabilidad emocional: Impasible, no envidioso, relajado, objetivo, tranquilo, calmado, sereno, bondadoso, estable, satisfecho, seguro, imperturbable, constante, placido, pacifico, y autónomo. En caso de puntajes altos, de lo contrario se ven individuos: inseguros, ansiosos, quisquillosos, envidiosos, entrometidos.
Cultura o inteligencia: Inteligente, perceptivo, curioso, imaginativo, analítico, reflexivo, artístico, perspicaz, sagaz, ingenioso, refinado, creativo, sofisticado, bien informado, intelectual, hábil, versátil, original, profundo, culto, en puntuaciones altas, de lo contrario: poco imaginativos y observadores e ignorantes.
La personalidad a través del tiempo.
En buena parte, la personalidad está determinada por los genes, que nos proporcionan una gran variedad de predisposiciones. Pero el ambiente y las experiencias de la vida (padres, sociedad, amistades, cultura, etc.) se ocupan de moldear todas esas posibilidades en una dirección u otra. Por tanto, aunque podamos cambiar nuestra forma de ser, lo hacemos en base a esas características de personalidad con las que hemos venido al mundo.
Generalmente, existe una tendencia a comportarse a través del tiempo de una forma determinada, pero esto no quiere decir que una persona se comporte de ese modo en todos los casos. Los estados de ánimo influyen en el comportamiento, de modo que una persona puede variar en función de sus cambios de humor. Sin embargo, esta variabilidad es un síntoma de buena salud psicológica (siempre que no sea extrema), ya que indica la existencia de una personalidad flexible, capaz de adaptarse a distintas situaciones.
Andrea Calvete
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias