Una “correcta” ideología animalista versus el productor rural

Marcelo Marchese

12.01.2020

Ante los diversos casos de matanzas de ovejas por parte de jaurías, Javier Falco, Presidente de la Sociedad de Fomento Rural e Industrial de Maldonado, afirmó que no existe otra solución que matar a esos perros, ante lo cual la Plataforma animalista del Uruguay lanzó un comunicado repudiando sus dichos y exigiéndole que se retracte.

A su vez, el adiestrador de perros Andres Peirano dedicó una columna a refutar a Falco (1). Sus principales afirmaciones fueron las siguientes:

1- "Creo que es claro que hablar de matanza sistemática en la segunda década del siglo XXI no sólo es retrogrado: es también referirse a una práctica completamente ineficiente. Nuestro perro cimarrón, símbolo de nuestro país desde tiempos del General Don Jose G. Artigas, es un claro ejemplo de eso, ya que a pesar de que se ordenó su exterminio, por suerte seguimos teniéndolo entre nosotros"

2- "El pasado siglo XX nos dejó una clara y cruda imagen de lo que pasa cuando algunas mentes piensan que el exterminio sistemático o la matanza indiscriminada son la solución a un problema, cualquiera sea"

3- "Sí hay que fomentar la vida, pero no a través de la muerte".

Hagamos un intento por desenredar esta galleta.

1- No logramos entender en qué se fundamentaría la acusación de "retrógrado" cuando alguien propone una matanza sistemática de los perros que matan ovejas. En todo caso, lo que hizo el productor rural fue defender a las ovejas, cuyas vidas, al menos para los animalistas, tienen menor valor que la vida de los perros. Lejos de ser retrogrado, el productor rural defendió la vida de las ovejas, y al defender la vida de las ovejas defendió al productor rural y por lo tanto, a nuestra economía, pues la oveja forma parte de una linda cadena productiva y además, el productor rural aporta impuestos, cosas necesarias para nuestra educación, nuestra salud, e incluso para construirle vías y viaductos a las empresas extranjeras.

En cuanto al carácter ineficiente de la práctica, los argumentos son erróneos. Peirano pone de ejemplo al perro cimarrón que no pudo ser exterminado y he ahí al perro cimarrón convertido en animal de lujo como ejemplo de su supervivencia. Peirano confunde sociología con biología. El perro cimarrón, como problema, fue resuelto exterminando las jaurías de perros cimarrones. Eso no quiere decir que en alguna estancia, o vagando libre por algún campo perdido, no quedara algún perro cimarrón que ya no constituye un problema para la sociedad rural.

2- Aquí el razonamiento políticamente correcto pretende defenestrar al oponente asimilándolo a algo siniestro: el nazismo. Es el viejo truco de mentar al cuco para asustar a los niños, pero pongamos un ejemplo así lo entienden incluso los adiestradores caninos devenidos en animalistas. Si ahora viniera una plaga de langostas y devorara nuestros sembrados, iríamos todos a exterminar a esas langostas, salvo que el Estado lo impidiera al influjo de una Plataforma animalista que defendiera a las langostas del langosticidio que nosotros, los uruguayos devenidos en nazis, quisiéramos eliminar de forma criminal. Lo mismo si quisiéramos eliminar al sarcoptes scabei que produce la sarna.

3- La vida vive de la muerte. Si fomentamos la vida pero evitamos la muerte, moriremos todos, pues el pasto se nutre de la tierra, la oveja se nutre del pasto, el hombre se nutre de la oveja, si al hombre se lo comiera un perro salvaje, cuando muera el perro salvaje irá a la tierra y se convertirá en tierra, conversión en la que participarán una cantidad de bichitos minúsculos y esa tierra será malvadamente usada por el pasto para nutrirse, quien a su vez será sádicamente devorado por la oveja y así en un eterno ciclo donde la vida malvada provoca la muerte a cada paso. Los animalistas veganos no se preocupan de la cantidad infernal de lechugas y tomates y brotes de soja que matan a diario, y no se preocupan a causa de un problema psicológico llamado "empatía egocéntrica", que significa que sienten empatía por seres que se les parecen pues tienen ojos y sangre. Como las lechugas no tienen ojos ni sangre, no sienten empatía por ellas. Los animalistas se tienen a sí mismos como medida de la vida, pero la vida, afortunadamente, es mucho más compleja.

En cuanto al perro conviene precisar que es una creación del hombre. Miles de años atrás atrapamos a unos lobeznos y los criamos, y eliminamos a las crías menos beneficiosas para nosotros, dejando que se reprodujeran sólo aquellas que mejor nos servían. Así llegamos al perro, e incluso, así llegamos al perro pastor de ovejas, quien además, al nacer, se lo coloca junto a las ovejas pues eso le generará un mayor vínculo afectivo con ellas. El perro sirvió en las guerras, sirvió en la caza, sirvió para proteger el ganado y se convirtió en amigo del hombre. Ahora, en toda casa, sea en la ciudad o en el campo, al perro que ataca al hombre o que ataca al ganado, se lo elimina. El perro viene del lobo y de tarde en tarde atiende a sus orígenes, pero como el hombre no es nabo, al perro que se le despierta esa tendencia se lo elimina, y con él se elimina la posibilidad de que reproduzca sus genes.

Esto que sucede con el perro sucede con todos los animales domésticos, y con todas las frutas, legumbres y harinas que comemos. Todas ellas, todas, absolutamente todas, son resultado de una milenaria selección humana.

El productor rural Falco ha tenido la valentía de decir algo muy sencillo y elemental, y escribimos la palabra "valentía" pues decir algo evidente de toda evidencia, comporta ahora cierto peligro, como el peligro emanado por la cólera de la corrección política que trata de nazi y retrógrado a quien dice algo elemental y sencillo.

Aquí nos encontramos con tres grandes problemas.

1-Tenemos aquí una ideología que de a poco permea al País y le da la espalda al País. Somos un País de economía agropecuaria y nuestros productores sufren a causa de estas jaurías. Lo que debe hacer el Estado es proteger al productor rural y asegurar su permanencia al suelo, pero precisamente el Estado lo que hace es empujar al productor rural a las ciudades. El Estado, o los políticos que lo dirigen, hace todo mal y al revés. En vez de asentar al productor, lo expulsa; en vez de proteger a las ovejas, protege a las jaurías de perros que matan ovejas y que matan gente, como sucedió con aquel hombre en la colonia Etchepare; en vez de estimular a los colonos, los acogota y los expulsa; en vez de alentar al productor nacional le da ventajas a UPM para que se apodere de más tierras; en vez de reducir sus impuestos los incrementa mientras exonera de impuestos a las trasnacionales.

2- Tenemos aquí una ideología contraria a las leyes de la vida. Lenta, pero persistentemente, se nos lleva a creer en leyes contrarias a la naturaleza y contrarias a nuestra naturaleza. Se trata de deshumanizarnos. Se trata de escindirnos de nuestra naturaleza. En el camino de escisión vienen a operar estas ideologías animalistas, veganas y feministas financiadas desde el extranjero, con excelente cobertura de prensa e incluso fomentadas, como pudimos ver en la entrega de Los globos de oro, por serviles actores de Hollywood.

3- Estas ideologías anteponen una supuesta "empatía" a nuestra naturaleza. Son ideologías herederas de dogmas que manejan la culpa ante nuestros deseos, anteponen una "sensibilidad herida" ante el razonamiento y obligan a una constante retractación de la verdad. El pensamiento debe replegarse y ahogarse en el aire viciado de las sensibilidades heridas. Es el mundo del revés en que una nueva Iglesia pretende que Galileo se retracte en la plaza pública.

 

(1) No he logrado encontrar su columna, pero encontré un plausible resumen en el siguiente artículo, donde se incluye el comunicado de la Plataforma animalista que además, promueve el veganismo https://www.montevideo.com.uy/Tiempo-libre/Matar-perros-es-retrogrado-e-ineficiente--adiestrador-responde-duramente-a-Javier-Falco-uc740681

Marcelo Marchese
2020-01-12T21:45:00

Marcelo Marchese

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