La patria en peligro. Pandemia, crisis global y política.
Gerardo Bleier
27.03.2020
Con todo derecho, legítimo Derecho, el presidente Luis Alberto Lacalle Pou se ubica en la postura político institucional de "hacerse cargo" de la conducción del país. Se preparó y luchó para ello.
Ocurre que al mismo tiempo que asumía su responsabilidad se acentuó en el mundo una crisis civilizatoria que venía de antes, (una monumental concentración de la riqueza durante cuarenta años yace en su base) pero terminó de desencadenarse cuando la pandemia del coronavirus se expandió descontrolada por las principales economías de occidente.
De modo que aquel brío al mismo tiempo patricio y juvenil por “tomar las riendas” del país al frente de una coalición compleja de partidos en algunos aspectos muy disímiles, porque representan diferentes intereses y tradiciones, es desafiado por una circunstancia que, literalmente, pone a la patria en peligro.
Y ante la intuición de la patria en peligro, la sociedad, desafiada además afectivamente por los efectos de la pandemia y los efectos inmediatos en el mundo del trabajo que la paralización de la economía provoca, se irrita y conmueve.
¿Qué pide entonces a gritos la abrumadora mayoría de la sociedad?
Quiere ver en una misma mesa al presidente y a su ministra de Economía, a Enrique Iglesias, Danilo Astori, Julio María Sanguinetti y Mujica. A Talvi y Oscar Andrade y a Manini… quiere ver cómo la dirección política del país produce un programa consensuado que distribuya equitativamente los costos para hacer frente a la crisis global y revitalizar la economía nacional apenas se superen los efectos de la pandemia.
Algo como un acuerdo nacional de emergencia que se prolongue por un par de años, que es el tiempo que resultará necesario para conocer los efectos reales de la crisis en occidente.
Luego tendrá tiempo el presidente Luis Lacalle Pou para enfatizar en la gestión de gobierno lo que constituyen algunas de sus ansiedades ideológicas.
Los mensajes que están transmitiendo la mayoría de los jerarcas del gobierno sin embargo, van todos en una dirección polarizadora superficial, porque no analizan la complejidad, sino que presentan presuntas falencias del anterior gobierno, que representa a la mitad del país. No aluden a las fortalezas de la nación, que son enormes.
El propio presidente, procurando sin duda establecer un innecesario “acá mando yo”, incurre en tales infantilidades. Demasiadas veces en pocos días.
La inyección de capital público, que los países centrales de occidente están colocando en sus economías para hacer frente a la crisis del coronavirus, ¿ha consultado el presidente, por ejemplo, a Enrique Iglesias, uno de los más sabios economistas con que cuenta el país, quién la pagará?
La pagarán los trabajadores de occidente, de todos los países de occidente.
La pagarán los productores de los países no desarrollados, de todos los países no desarrollados.
En Uruguay, los que cuentan con cuentas bancarias superiores a cien mil dólares pueden administrar la crisis con cierta estabilidad y consistencia. Los que viven de sus ingresos mensuales no. Y son la abrumadora mayoría…
En tiempos de angustias que se expresan espontáneamente en las redes sociales y alimentan enconos, en tiempos de crisis civilizatoria, en tiempos de crisis económica global, las sociedades necesitan líderes serios.
Rigor intelectual, no ideologismos e irracionalismos acientíficos. Para irracionalismos ya tenemos bastante con Trump y Bolsonaro.
En circunstancias como la que vive el mundo, lo expreso con humildad antes de retirarme a un prudente silencio para no contribuir ni en un ápice a fomentar polarizaciones que tienen una explicación estructural pero que en la presente circunstancia histórica resultan suicidas, no es recomendable tirar demasiado de la cuerda del cinismo…
Y hay que elegir el rumbo y seguirlo. Las opciones son dos, un gobierno de partido o un acuerdo consensuado, patriótico. El presidente tiene derecho a elegir el camino e institucionalmente, será respaldado en su decisión, cualesquiera ella sea.
Pero las consecuencias de la disputa por quién paga los costos de los recursos necesarios para salir de la crisis no será la misma en uno y otro caso.
Gerardo Bleier
https://gerardobleier.blogspot.com
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias