La duda que inquieta y el audio Cristino Argimón
Marcelo Marchese
21.06.2020
El muchacho Cristino hizo una llamada a Presidencia en un tono ligeramente escalofriante y al hacer la ronda de escuchas de las llamadas del día, los encargados avisaron a Presidencia que la desesperación tiene cara de hereje y podía darse el caso de un papelón inenarrable.
Se decidió que la funcionaria pública Número 2 hablara con el portador de la bomba de tiempo y esta decisión, precisamente, activó la bomba de tiempo del papelón inenarrable.
El segmento más poético del diálogo es el anuncio de la funcionaria pública Número 2 de su protagonismo como Hada Madrina, la cual, por intermedio de un encanto salvador, logró frenar el accionar de "los que tienen que responder", personas presumiblemente abogados o alguna otra profesión igualmente temible.
Con toda claridad, firmeza incontrastable y elocuencia infinita, la la funcionaria pública Número 2 informa al portador de la bomba de tiempo que las llamadas a Presidencia quedan grabadas, sin embargo, consultada por la prensa, la funcionaria pública Número 2 negó todo lo que había afirmado con toda claridad, firmeza incontrastable y elocuencia infinita.
La magistral ambigüedad con la que se desenvuelve el Hada Madrina abre un amplio espectro en relación a cuales son "nuestros teléfonos", amplio espectro que va desde los teléfonos de ciertos jerarcas hasta los teléfonos de todos los demás.
Uno presume que todas las llamadas a Presidencia quedan grabadas por constituir un elemental mecanismo de seguridad. Uno presume que muchos teléfonos, y no sólo de jerarcas, son particularmente observados a causa de otro tipo de criterios de seguridad. Uno presume que todas las conversaciones del mundo son grabadas de oficio por muy amplios criterios de seguridad, y el día que le quieren buscar algo a Fulano, van y lo encuentran.
El funcionario público Número 1 negó que se grabaran las conversaciones de las personas y como prueba supletoria, invocó el disparate y la dictadura. Con suma elegancia dribbleó la pregunta acerca de su opinión sobre el papelón inenarrable y aquí, precisamente aquí, es cuando sucede el papelón inenarrable, pues se negó a dar explicaciones y la prensa, de momento, no ha exigido más explicaciones.
Se hablará del dealer, lo que no tiene importancia ninguna y si significara de verdad algo, sería que los pobres de espíritu se meten en la vida privada de las personas; se hablará de las amenazas veladas casualmente cuando la bomba de tiempo entraba a fiscalía a denunciar amenazas, y esto, necio sería dudarlo, reviste cierto interés; se hablará de las escuchas telefónicas, lo que tiene una importancia superlativa y alude a una intromisión desagradable en nuestra intimidad. Ahora, no sabemos si se hablará de lo crucial: cuando no le conviene, el Presidente no contesta y cuando no le conviene, la prensa no pregunta.
Como vemos, hay leyes escritas y hay leyes no escritas, y como sabemos, hay secretos y hay secretos a voces.
La curiosidad es un sagrado mecanismo de la inteligencia, y quienes tenemos el Poder, es decir, el Pueblo, quisiéramos que el funcionario público Número 1 despejara dudas que la curiosidad, como la mosca vichera, inoculara a modo de gusano molesto en el cuerpo de nuestras preocupaciones.
El funcionario público Número 1 ha cerrado, de momento, el libro de las respuestas. El primer promotor de la bomba de tiempo vaya a saber uno, ahora, en qué cosas andará, pero ha mostrado sus cartas, y hasta el momento, parece dispuesto a usarlas para obtener un beneficio.
Si ante un tema que despierta genuina curiosidad, la prensa, lejos de satisfacer una curiosidad genuina, decide actuar como esos perros machos que cuando son copulados, se hacen los distraídos, la curiosidad, lejos de atenuarse, se centuplicará ¿Por qué motivos la prensa actúa como los distraídos perros referenciados? ¿Será que reciben órdenes? ¿Será algo peor, que tienen miedo?
El papelón inenarrable tiene nombre y apellido y se llama "el pez por la boca muere". El funcionario público Número 1 ha dicho que grabar conversaciones no cabe en una democracia, ergo, si se graban conversaciones, no vivimos en una democracia. En este párrafo se resume lo que hemos vivido. Sólo falta que alguien diga "El rey está desnudo", lo que no es difícil, lo difícil es que se entienda.
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias