Los desconocidos

Mónica Díaz

06.08.2020

Durante la pandemia hombres, mujeres, niños y niñas supieron salir a los balcones a disfrutar de músicos que salían a deleitar, de motu propio con sus canciones, de la cantante de ópera que vivía en el edificio de enfrente, o a la violinista que interpretaba a Vivaldi.

 

También participaban de espectáculos que brindaban en las redes actrices y actores desde sus propias casas, a veces con cara de sueño o de espanto, porque la pandemia se metió en todos los hogares: ricos y pobres, cultos e ignorantes, fachos y zurdos, religiosos y ateos, del norte y del sur.

Estos artistas generosos con la humanidad, aunque parezca demasiado exagerada la expresión, es literal, siguieron actuando, conectándose con su propia esencia y ofreciendo lo que tenían, lo que son. Sin embargo sus heladeras, sus cuentas a pagar, sus conflictos personales estaban y están. Nadie pensaba que detrás de ese poema recitado o del cuento narrado con esmero, o de la danza organizada y filmada de manera casera había personas que la estaban pasando mal. Pero los artistas entretuvieron a la gente en sus hogares y muchas veces favorecieron el encuentro, el diálogo, el salir del susto que generaba la potencialidad más cercana de la muerte. Porque eso generó la pandemia: miedo a morir antes de lo pensado.

Si bien hubo debates entre los que pensaban que lo ofrecido no era teatro y las experiencias tecnológicas estaban cuestionadas, se habló del tecnovivio como novedad que por su puesto, nunca suplantaría el convivio proclamado por Dubatti; los artistas siempre estuvieron y de múltiples maneras y El arte llegó a los hogares. 

Hoy se reabren las salas con todas las precauciones correspondientes. La palabra "protocolo" debería ser proclamada la palabra del año.

Pero así como fueron reconocidos los científicos por su invalorable aporte al momento histórico inédito para nuestras generaciones, es Justo el reconocimiento a quienes nos apoyaron en nuestras emociones, porque el arte es la expresión de lo que sentimos y pensamos. 

Ojalá la vuelta sea de revalorización del encuentro, de la convivencia, del respeto al que está al lado mío, por su salud y por la mía . La distancia óptima en lo físico y también en las palabras que empleo para no dañar.

Una pandemia en la vida debe hacernos pensar que nos habíamos ido de "mambo", como dicen los gurises. Ya no queremos tantos enfrentamientos gratuitos. 

En esta pandemia cada persona sabe qué granito de arena aportó para sobrevivir el encierro, la incertidumbre , el tiempo. 

Hoy necesitamos un poco de calma porque aún estamos atravesando el miedo. 

Mónica Díaz es profesora de Literatura egresada del IPA. Diplomada en Educación en Derechos Humanos. Coordinadora del Área de Desarrollo de Audiencias del Teatro Solís. Coordinadora del Proyecto Cultubers durante la pandemia.


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2020-08-06T20:06:00

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