La chica "corona" y el mundo del revés: te mata por evitar la muerte
Marcelo Marchese
10.09.2020
Dejando de lado los dudosos casos de muertos por Coronavirus, se ha incrementado el número de muertos por otras muertes, cosa que auguramos al inicio de la cuarentena mundial, y no se precisaba ser un genio para adivinar que la cuarentena tendría efectos nefastos sobre la salud.
Las razones, son elementales. Primero, porque disminuiría la atención en hospitales para todos los demás enfermos. Me cuenta un amigo que recién al tercer llamado de su abuelo, el tercer médico visitante advirtió que la cosa venía en serio. Este médico lo envía a la mutualista y le cortan la pierna, y a la semana, muere. Lindo resultado de la histeria preocupada por dejar las camas vacías. El día, si es que ese día llega, en que nos enteremos de todos los casos de personas que murieron por deliberada falta de asistencia, algún criminal terminará entre rejas.
Segundo, porque la gente tendría miedo de aproximarse a los hospitales, no fuera cosa que muriera del "mortal" virus que mata en rigor si viene acompañado de cáncer, la previa extracción de un pulmón y medio, o la caída desde un precipicio, pero eso la gente no lo sabe, lo que sabe es lo que le cuentan los informativos, y sospecho que todo lector razonable sabe qué punto, si es que tiene un punto, es tangencial en el círculo de la verdad y el círculo vicioso del informativo.
Tercero, porque la histeria del lavado constate de manos iría en desmedro del sistema inmunitario, pues el hombre debe convivir con bacterias y virus para ejercitarse, y eso implica lavarse lo razonable, e implica convivir, tener vida social, contagiarse de las ideas de los otros, de los virus y bacterias de los otros, de los anticuerpos de los otros. Somos, y más que cualquier otro animal sobre la tierra, en tanto comunidad.
Pero lo que importa aquí es la cuarta razón, que refiere al deterioro de la salud mental que se resume en esta palabra: pánico. No sólo es malo no poder tomar sol, no poder ir a la playa, no poder ir a un baile o a un recital, sino que es peligroso no tener una vida social sana, no desplegar nuestra energía natural, nuestra energía animal, nuestra energía de animales gregarios. Eso se paga, y ahora estamos viendo cómo y lo veremos más aún.
Como cosa extrema se ve en los suicidios y en el aumento de las fracturas ocasionadas en los hogares por palizas estimuladas por los encierros, pero si entro en pánico, si vivo angustiado y si el miedo me gana, mi salud se deteriora. La medicina, demasiado alegremente olvida el vínculo entre mente y cuerpo. En rigor, el vínculo no existe, no hay frontera entre mente y cuerpo. Si existiera ¿Cómo sería? ¿De mente o de cuerpo? ¡Pamplinas!
Todos tenemos algún libro preferido que sería la suma de la sabiduría. En mi caso es "El matrimonio del cielo y el infierno" de Blake. Allí se dicen algunas cosas (todo lo que se dice) que se aplica a cuestiones de la salud.
"Antes asesina a un niño en su cuna que nutras deseos que no ejecutes"
"Quién desea pero no obra engendra peste"
"La abeja laboriosa no tiene tiempo para la tristeza"
"Del agua estancada espera veneno"
Para este poeta, y uso la palabra poeta como sinónimo de "sabio", pues la poesía es la máxima sabiduría, el cuerpo, todo nuestro ser, es un vehículo, y eso es algo que todo poeta ha experimentado por sí mismo, pues un poeta es poeta cuando se ha convertido en instrumento de otra cosa, otra cosa que lo trasciende y que pasa a través suyo. El poeta sabe que es un vehículo, y lo que es él, es todos los demás.
Somos un vehículo, un canal. Recibimos aire y la devolvemos, recibimos comida y la expulsamos, recibimos bien y mal, amor y odio, y lo devolvemos de una forma u otra. Recibimos y damos todo el tiempo, a cada instante. Los problemas de salud radican en una obstrucción de esos canales de energía, y cuanto mayor sea el deseo que se nutre, mayor será el daño si no se ejecuta, mayor será la peste. La abeja laboriosa no tiene tiempo para la tristeza. El bueno de Borges sufría insomnio, hasta que escribió sobre un hombre que no podía olvidar y ahí pudo por fin alcanzar el sueño, que es una forma del olvido. Te dicen que Borges fue muy culto, un sabio, y es verdad, un gran sabio, pero no te dicen que fue un hombre que sufrió como pocos. El caso es que, como buen alquimista, hizo del barro, oro, y transformó su dolor en arte, usó de esa gran energía para convertirse en uno de los hombres más libres del siglo. Del agua estancada espera veneno.
Problemas de salud cada vez más graves, y una terapéutica que rara vez va a la raíz de los problemas, nos deberían alertar sobre el camino que ha venido siguiendo nuestra medicina, que fracasa y fracasará pues es subsidiaria de una errónea visión del hombre.
Nada debería agregar pues, como dijo un sabio, para quienes me adivinan, no es necesario escribir, y para quienes no me entienden, acumularé en vano explicaciones, pero debo decir algo que refiere a la verdadera peste que vivimos, una peste que apenas se quite la máscara mostrará su rostro inmundo. El nombre de la verdadera peste es "Culpa". Nuestro poeta sabía de eso y entonces dijo:
"El alma llena de dulce placer no puede ser manchada".
Si será curiosa esta esencia nuestra como instrumentos, que aquello que dijo el poeta hace siglos, son palabras necesarias para los hombres en este presente aciago.
Y el poeta también dijo:
"Evidencia de hoy, imaginación de ayer"
Marcelo Marchese
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias